Por Doly Leytón Arnez
Mburuvichá, en lengua guaraní es la palabra con la que se reconoce al líder de la tribu o comunidad. Como en todos los grupos y asociaciones humanas, la voz oficial la tiene el líder, y en Yumao -una pequeña comunidad desconocida para muchos, alejada de la modernidad, allá donde los pobladores no tienen acceso a televisión por cable o a la tv abierta porque simplemente no tienen acceso a la energía eléctrica-. Ely Zarate es la Mburuvichá. A sus 38 años su principal responsabilidad es representar a un pueblo. Su mayor reto es luchar por conseguir que las necesidades básicas de más de un centenar de personas, de las 22 familias sean cubiertas.
Cuando se habla de necesidades “básicas”, el concepto es tan literal que hasta parece increíble que además de tratarse de energía eléctrica, escuelas, o centros de salud, esté incluida la necesidad de acceso a fuentes de agua potable. Contar con una pileta de la que fluya agua segura para que los niños sacien su sed, laven sus alimentos o simplemente refresquen sus rostros es uno de los sueños de Zarate y de sus representados.
Morena, menuda y de voz pausada, así es esta Mburuvichá que sentada bajo un pequeño árbol en su patio -cerca al fogón donde todos los días prepara sus alimentos, al lado de la cocina construida con maderos- devela las carencias de su pueblo frente a un micrófono con la esperanza expresa de que su voz sea escuchada. Desde aquel lugar, donde no llega la señal de ninguna empresa de telefonía, esta líder clama por agua.
“Yo trato de hacer lo mejor para mi comunidad. A veces las autoridades no escuchan, pero vamos mejorando poco a poco. Como los temas de caminos, ya tenemos mejor acceso; en salud, nos visitan las brigadas cada dos meses, tenemos una unidad educativa, que es nuestra escuelita; pero nos falta el agua. El agua es lo más principal para todas las familias. El agua para que por lo menos uno pueda hacer un pequeño huerto y variar en la alimentación porque la verdura es escasa. El agua potable para que nuestros niños no se enfermen del estómago y de la piel”.
En un recorrido por su comunidad, esta autoridad muestra con esperanza cómo gracias a un proyecto de cosecha de agua de lluvia, apoyado por la organización Plan de Desarrollo de Área (PDA), cinco familias han logrado acceder a ese beneficio. También relata que cada dos meses otras cuatro familias tienen algo de alivio cuando llega una cisterna que distribuye un aproximado de 12 mil litros de agua para cuatro familias, a un costo de 500 bolivianos. Según explica, esa provisión puede durar de seis hasta dos semanas, dependiendo de la cantidad de miembros de cada familia y de los animales que tengan. El resto del pueblo aún debe de caminar hasta el río para recolectar el líquido que antes de ser consumido debe ser purificado.
Además del reto de gestionar el acceso al elemento vital para los pobladores de Yumao, la Mburuvichá tiene la visión de gestionar un proyecto eco turístico en torno a la naturaleza. “En Yumao una vez al año organizamos un festival de pesca al que vienen cientos de personas. Queremos que nuestro pueblo sea un sitio turístico y aprovechar de buena manera nuestros recursos naturales”, menciona con un brillo diferente en su mirada, con una expresión de esperanza de mejores días para su pueblo.
Foto de portada: Ely Zarate cocinando en la comunidad de Yumao / Eduardo Franco Berton