EDITORIAL

El reino de los felinos

Un fotógrafo de naturaleza especializa su arte y pasión en enmarcar la belleza de los paisajes, la fauna, la flora y los pequeños detalles. Este tipo de fotografía es esencial al momento de difundir información ambiental de impacto, que inspire y motive.

La famosa jaguar Kaa Iyana del Parque Nacional Kaa Iya. Foto: Hugo Santa Cruz

Además, es capaz de pasar incontables horas soportando incomodidades, siempre persiguiendo y observando detrás de un lente, esperando el momento oportuno para dar un clic y crear algo eterno.

Motivado por esta pasión, Hugo Santa Cruz, un destacado fotógrafo boliviano, cuyas imágenes han ilustrado exposiciones fotográficas como la muestra Aves de Bolivia, las mejores 100 fotografías de naturaleza de 2014, revistas y periódicos del país, nos presenta este relato fotográfico. A través de su experiencia personal, este fotógrafo colaborador de la RAI pretende dar a conocer el paraíso salvaje que representa el Parque Nacional Kaa Iya del Gran Chaco Boliviano y a su especie emblemática: el jaguar. Además, busca provocar un sentido de apropiación y pertenencia de este felino como una especie de la cual debemos sentirnos orgullosos y aprender a coexistir juntos, mientras que con las imágenes rinde un homenaje a uno de los animales silvestres más majestuosos que tiene América y el mundo. [vc_row][vc_column][vc_column_text]

TRAS LAS HUELLAS DE KAA-IYANA

Por Hugo Santa Cruz (RAI)

  • El Parque Nacional Kaa-Iya es el área protegida más grande y mejor preservada que existe en Bolivia, su riqueza biológica es solamente comparable con los destinos más salvajes del planeta, producto de ello es su alta población de jaguares, que quizás sea la más grande en el mundo. A pesar de esto, esta área es muy poco conocida por la población boliviana e incluso local y menos aún internacional.
  • El jaguar es una especie que se encuentra en estado Vulnerable en territorio boliviano, de acuerdo al Libro Rojo de Vertebrados de Bolivia. Esta especie atraviesa un momento crítico por la reducción de su hábitat debido a la expansión agropecuaria y porque está siendo eliminada por ganaderos y cazadores furtivos.

Era octubre de 2014, este era mi noveno intento y tras haber sido rebasados por cinco vehículos, casi al límite noroeste del Parque Nacional Kaa-Iya del Gran Chaco (PNK), había perdido ya las esperanzas de un avistamiento de jaguar.

Me encontraba sobre el “derecho de vía” (DDV) del gaseoducto de la empresa Gas Trans boliviano (GTB), que atraviesa este parque nacional, junto al fotógrafo de origen árabe Essam Al-Khulifi Wada, y el canadiense Fred Bolduc. También nos acompañaba Froilán Peña, de origen chiquitano, quien es uno de los 23 guarda parques que trabajan incansablemente para llevar adelante la protección de esta área.

Nuestra jornada comenzó a las 04:30 de la madrugada, como es de costumbre cuando vamos en búsqueda de Kaa Iyana, la famosa y legendaria jaguar del Parque Kaa Iya. Partimos del campamento Tucavaca, ubicado en el noreste del área, recorrimos más de 100 km hasta el campamento Izozo, donde se encuentra la estación de bombeo de gas natural del mismo nombre, a cargo de la empresa GTB.

El atardecer estaba próximo, cuando de repente encontramos una camioneta del servicio de catering con el personal de la planta de GTB varada en el camino. Junto a ellos se encontraba Jorge Banegas, Jefe de Protección del área protegida, Roberto Domínguez, biólogo de GTB y muchas otras personas que trabajaban en el mantenimiento del DDV. Ellos trataban de sacar un vehículo que estaba estancado en media ruta. Esto es algo muy típico, no solo en el Parque Kaa Iya, sino en la mayor parte de las áreas protegidas de Bolivia, porque los caminos son intransitables en temporada de lluvia.

Había cinco vehículos y casi veinte personas conversando, haciendo mucho ruido, por lo que el avistamiento de algún animal silvestre en esta situación era improbable. Mientras, recordaba mis primeros viajes a la zona y las decenas de veces que estuve muy cerca de avistar jaguares. Algunas veces los perdíamos por minutos y sólo encontrábamos huellas frescas o excremento aún caliente. Otras veces observábamos sus pisadas sobre las nuestras al volver por el mismo lugar, era frustrante. Estoy completamente seguro que en algunas de esas ocasiones ellos me observaron, mimetizados en el bosque, como fantasmas silenciosos y sigilosos, totalmente adaptados a su entorno, logrando una invisibilidad e insonoridad casi absoluta.

Recuerdo que en mi cuarto intento, había perdido un avistamiento por separarme del grupo con el que iba. Era octubre de 2013, condujimos un largo trayecto, por la noche el clima estaba muy seco y encontramos un área con un charco de agua, donde supuse que era un potencial sitio de avistamiento por lo que decidí instalar mi hide (escondite para fotografiar animales silvestres) y esperar por si el jaguar llegaba a beber; allí estuve esperando por más de tres horas.

Cuando retornaron por mí, me contaron que cinco minutos después de haberme dejado, avistaron un tremendo ejemplar de jaguar macho. ¿Qué podía decir?, fue algo gracioso. En este tipo de situaciones, no hay una decisión correcta, sino meramente suerte.

A principios de 2014 dejé Bolivia por algunos meses y fui a explorar el desierto del norte de Chile, había logrado establecerme y conseguir un trabajo allá. Mi experiencia en el desierto de Atacama fue magnífica, nuevas culturas, paisajes fantásticos y además un avistamiento de un Gato andino (Leopardus jacobitus).

Vivía un sueño en esta región de los Andes, pero siempre recordaba el gran Kaa-Iya y sus jaguares. Añoraba esos momentos acechando con mi cámara o escondido por horas en el hide, esperando por ellos. Pero aún eran añoranzas, porque no había logrado capturar aquellas anheladas fotografías.

Mientras estaba en Chile, se me presentó la oportunidad de un trabajo en el parque Kaa Iya, no dudé en volver, pese a que la remuneración era mucho menor, no me importó, lo que realmente me importaba era estar nuevamente en el reino de los felinos y trabajar por la conservación del ecosistema más importante de los bosques secos de Sudamérica; conocer y fotografiar a Kaa-Iyana. Fue así que retorné a Bolivia, apenado de dejar atrás al maravilloso desierto, pero a la vez feliz por tener una gran oportunidad de volver a estar cerca de los jaguares.

De repente, durante nuestra amena charla, en la que jugaba el papel de traductor entre Essam, Fred, Froilán, Jorge y Roberto, descubrimos que precisamente donde nos encontrábamos, había varias huellas de chancho de monte, pero no de cualquier especie, sino del mítico Pecarí del Chaco (Catagonus Wagneri), uno de los mamíferos mayores más raros del mundo.

Jorge nos explicó las diferencias de las huellas entre las otras dos especies de pecaríes que habitan este ecosistema y la C. wagneri. Él sabía muy bien de lo que hablaba, puesto que algunos años atrás, se había dedicado a estudiarlos. Por ello, concluí que no había sido un mal día, porque tuvimos la suerte de ver tales huellas, a pesar de no haber avistado ningún mamífero en todo el día.

Finalmente la movilidad pudo salir del lodo, y también los demás vehículos que estaban varados, los que partieron rumbo al este, con destino a la estación Izozo. Sugerí esperar unos minutos para alejarnos del ruido de los motores, a modo de aprovechar la última luz del día y así poder tomar algunas fotografías del paisaje chaqueño.

Finalmente encendí el vehículo y partimos. Al retorno hacia el campamento Tucavaca nos esperaba un largo trayecto, conducía a velocidad media, distraído y pensando en las horas que aún faltaban para llegar a nuestra morada y degustar un plato de comida, cuando de repente escucho: ¡jaguar, jaguar, stop, stop! Y veo el índice de Essam apuntando desde la segunda fila de la vagoneta hacia el costado derecho del camino.

Frené bruscamente y observé uno de los mejores espectáculos de mi vida, era un jaguar a menos de 20 metros de nosotros, el felino estaba bebiendo el agua estancada a un costado del camino.Saqué medio cuerpo por la ventanilla y comencé a disparar mi cámara en modo ráfaga, lo que me permite hacer varias fotografías por segundo, y así retratar a ese bello ejemplar. El individuo por supuesto se percató de nuestra presencia, pero no parecía importarle, simplemente continuó bebiendo y por momentos nos miraba y volvía a beber. Era tal su tranquilidad que pregunté a Froilán el guarda parques si podía bajar del vehículo para tener un mejor ángulo para fotografiar, el accedió y entonces proseguí con las fotos. Luego noté que Essam se encontraba en la parrilla de la vagoneta disparando encantado al igual que yo y Fred, quien se posó detrás de mí, ambos estábamos sentados frente a la movilidad retratando al felino.

De un momento a otro, el jaguar prosiguió su camino y se internó en el bosque. Fueron trece minutos insuperables, uno de los regalos más espectaculares que la naturaleza me dio. Cuando finalizó todo, nos abrazamos y emocionamos con lo que habíamos presenciado, nuestra felicidad era indescriptible.

Era el territorio de Kaa-Iyana pero ¿sería ella, algún macho pareja, o quizás otra hembra? Afortunadamente traía conmigo una revista con algunas fotografías de ella, tomadas anteriormente por los fotógrafos Daniel Alarcón y Carmen Mateu, autores del libro Parques Nacionales de Bolivia, donde aparece junto a una cría en la portada del libro. Al comparar nuestras imágenes con las suyas, descubrimos que era ella. Finalmente había logrado fotografiarla.

Me tomó un par de años y nueve expediciones específicamente buscando jaguares para poder encontrarme con la reina del Kaa-Iya. Había buscado toda manera posible para poder acceder a la zona, puesto que es un área muy remota y lejana, por lo que los costos de viaje son bastante altos.

Gracias a la fotografía y el ecoturismo, tuve la suerte de visitar el área en reiteradas ocasiones, en algunas oportunidades con fotógrafos profesionales, en otras con amigos amantes de la naturaleza, guarda parques o con colegas míos.

Hasta la fecha, he visitado el parque Kaa Iya alrededor de 35 veces y tuve 17 diferentes avistamientos de Jaguares (Panthera Onca), 13 de Pumas (Puma concolor), 12 de Ocelotes (Leopardus pardalis), 9 de Jaguarundis (Puma yagouaroundi) y una de Gato pajero (Leopardus geoffroyi).

En lo que respecta a otras especies, avisté 80 Tapires (Tapirus terrestris), un grupo de Pecaríes del Chaco (Catagunus wagneri), e incontables Urinas (Mazama gouazoubira), zorros (Cerdocyon thous y Lycalopex gymnocercus), monos (Callicebus pallescens, Sapajus apella, Micu melanurus, Aotus azarae, etc.), cientos de especies de aves, reptiles y anfibios.

Durante mis visitas logré fotografiar pumas, a cinco metros de distancia, jaguares a 10 metros, tapires a dos metros, y estuve frente a jaguares hasta por 52 minutos seguidos. Experiencias únicas que sólo uno de los lugares más salvajes del planeta pudo otorgarme.

PARQUE NACIONAL KAA-IYA, EL REINO DE LOS FELINOS

Con una superficie de 3,4 millones de hectáreas, el Parque Kaa Iya es el más grande de Bolivia. Su superficie es igual a la de Costa Rica o Bélgica. Los estudios de la Sociedad Zoológica de Londres estiman la presencia de unos 1.000 jaguares en el área. Así también, la existencia de otros 1.000 ejemplares de pumas (Puma concolor), unos 10 mil individuos de ocelotes (Leopardus pardalis). También se resalta la presencia de unas 108 especies de mamíferos, entre las cuales, la de los tapires (Tapirus terrestris) cuenta con 10 mil ejemplares.

Según el libro de Mamíferos del Chaco y de la Chiquitanía de Santa Cruz, escrito por Ericka Cuéllar y Andrew Noss, este parque nacional no solo alberga la población más grande de jaguares de América, sino también, en su territorio habitan otras cuatro especies de felinos, posiblemente cinco, si se llega a confirmar la existencia del Margay en la zona norte del área.

En base a estadísticas y experiencia personal, detallo en el siguiente cuadro las especies de felinos existentes en el parque y una estimación de probabilidad de avistamiento de los mismos. Estas estimaciones están diseñadas para un viaje con una estadía promedio de 3 días y 3 noches y unas 16 a 17 horas de búsqueda por día en la zona norte del parque. Estos porcentajes pueden variar de acuerdo a la manera y distancia de desplazamiento, a la época del año y a factores climatológicos, pero sobre todo de acuerdo a la capacidad de observación del guía que acompañe el viaje.

Especies de felinos Probabilidad de avistamiento %
Jaguar (Panthera onca) 50 – 60
Puma (Puma concolor) 40 – 50
Ocelote (Leopardus pardalis) 20 – 30
Gato pajero (Leopardus geoffroyi) 3 – 5
Jaguarundi (Puma yagouarundi) 15 – 25
Margay (Leopardus wiedii) Aún no existen datos, aunque es probable su presencia
Otras especies de mamíferos de fácil avistamiento Probabilidad de avistamiento %
Tapir (Tapirus terrestris) 90 – 95
Zorro (Cerdocyon thous) 95 – 100
Urina (Mazama gouazoubira) 70 – 80
Mono titi (Callicebus pallescens) ENDÉMICO 80 – 90

Con los repetidos viajes, gané más experiencia y habilidad para encontrar felinos y otros mamíferos, aprendiendo técnicas, como dónde buscarlos, a qué hora del día, en qué época del año, a diferenciar y seguir sus huellas, excrementos, orina y otros rastros. Incluso, hasta saber el tiempo de las mismas, qué hacer y cómo reaccionar cuando uno se encuentra a los ejemplares. Este conocimiento me ayudó a encontrar felinos en cada visita.

El gran Kaa-Iya me regaló momentos de ensueño, su buen estado de conservación y, a mi criterio, el hecho de ser considerado el parque nacional mejor resguardado de Bolivia, lo hace uno de los destinos más salvajes de la tierra, donde quizás esté la mayor concentración de jaguares en el mundo y la última oportunidad de conservar a uno de los seres más maravillosos de la historia de la vida.

Kaa-Iyana es conocida desde el 2005, por lo que tendría unos 13 años. Un jaguar en estado salvaje, en un ecosistema saludable, vive entre 12 a 15 años. En septiembre de 2015 se la volvió a registrar con dos nuevas crías, las que todavía la acompañarían en la actualidad. En septiembre de 2016 se la volvió a avistar junto a una de sus crías y constantemente se obtienen registros de la familia que incluyen al posible padre, gracias al uso de cámaras trampa.

El Kaa-Iya del Gran Chaco es un lugar sagrado junto a los jaguares y todos los seres que lo habitan. Kaa-Iyana es su reina, su protectora y guardiana, personalmente la considero una deidad. Quizás éste grupo de crías sea el último legado de la “Reina del Bosque”, pero esperamos nos regale más hijos, los que en un futuro próximo heredarán su trono. De todas maneras, ella estará inmortalizada en nuestros pensamientos y vivirá por siempre en la cultura boliviana, como un símbolo de la magnificencia felina de esta región.

Nota de apoyo

Parque Nacional Kaa Iya: modelo exitoso de gestión

Por Hugo Santa Cruz

En Bolivia existen unas 135 áreas protegidas de diferentes categorías, entre públicas y privadas. No obstante, no son muchas las que realmente tienen un alto grado de conservación y un ecosistema saludable. El Kaa-Iya es uno de ellos. La alta calidad ambiental del parque se debe a la casi inexistente población en el interior de su territorio, a la escasa presión antrópica (en comparación a muchos otros parques) y sobre todo a una excelente gestión por parte del cuerpo de protección.

El Parque Nacional Kaa-Iya del Gran Chaco nace gracias a la iniciativa de los pueblos indígenas Ayoreos, Chiquitanos y Guaraníes, que demandaron la protección del sitio para garantizar la conservación de sus recursos naturales, los que son aprovechados de manera sostenible por ellos mismos, en la mayoría de los casos. El apoyo indígena juega un rol predominante en la protección del área, ya que el Comité de Gestión del área protegida cuenta con participación directa en su conservación.

El parque cuenta con 22 guarda parques, todos ellos, provenientes de las zonas circundantes del área. Para una superficie tan extensa se requiere al menos 52 guarda parques, de acuerdo al Plan de Manejo. Sin embargo, pese a contar con un número muy bajo de funcionarios, el compromiso y la vocación de servicio de los mismos ha contribuido enormemente a la gestión del área, según indica Jorge Banegas, jefe de protección del área.

Poco después de la creación del parque en 1995, el gobierno central dispuso que el gaseoducto al Brasil atraviese la zona del parque. En principio esta medida parecía poner en riesgo al área, por el desmonte y otras implicaciones que traería, no obstante gracias a la gestión y al esfuerzo de la Dirección del área, junto a la colaboración de Gas Trans Boliviano (GTB), se lograron importantes obras, que hoy permiten proteger el parque, según indica Rosa Leny Cuellar, ex directora del área.

Gracias al financiamiento de GTB se construyeron porterías, campamentos de guarda parques, se establecieron portones en los diferentes ingresos del área y se co-financiaron algunos proyectos de desarrollo sostenible. Todo esto llevó a generar uno de los mejores ejemplos de mitigaciones ambientales por mega obras de este tipo en Bolivia.
El parque también ha sido beneficiado por la compensación económica de la carretera bioceánica y con alrededor de 25 proyectos financiados por el Programa Nacional de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

 

AMENAZAS AL PARQUE

A pesar del excelente resultado de conservación del Parque Kaa Iya, tras décadas de esfuerzo conjunto, la lucha es de nunca acabar y hoy el parque sufre ciertas amenazas que ponen en riesgo su calidad ambiental. Entre ellas está, la ganadería extensiva, dentro y en los alrededores del parque. Si bien existen ocho puestos ganaderos en el área y 21 en su área circundante, los que fueron establecidos antes de su creación, esta actividad provoca sobrepastoreo, deforestación y cacería, entre otros.

Aunque se tiene medianamente biencontrolado el perímetro del parque, la expansión de la frontera agrícola no deja de ser una amenaza para el área. Dado que en su borde noreste, existe actividad agrícola intensiva por parte de comunidades menonitas. Recientemente se han desarrollado talleres con estos productores a fin de evitar las quemas descontroladas de los bosques y otras consecuencias negativas, típicas de actividades agropecuarias.

Otra amenaza era la minería, que se constituyó hace un par de años en un fuerte peligro para el Área Natural de Manejo Integrado en la zona noreste, donde existe un yacimiento de piedra caliza. Esta actividad iba a desencadenar la posible reversión de 20.000 ha. para la explotación de este material. Sin embargo, durante la gestión de Cuéllar como directora del área protegida se pudo frenar exitosamente ese proyecto.

Recientemente la Autonomía Indígena Guaraní reclamó al parque como su territorio y pide la gestión del área. Esto provoca cierta incertidumbre respecto de cuál es el futuro político del parque. Si bien esto no representa una amenaza, el cambio de gestión podría tener consecuencias negativas de ser administrado incorrectamente.

 ACERCA DEL AUTOR

Hugo Santa Cruz, es naturalista, fotógrafo y colaborador de la RAI. Se dedica al desarrollo del ecoturismo y la conservación de las áreas protegidas de Bolivia. Realiza safaris fotográficos en los mejores destinos de observación de fauna en su hábitat natural. Tiene experiencia de trabajo en una serie de ecosistemas, que van desde la alta montaña, hasta la Amazonia y el Pantanal.

Contacto: santacruzhugo@gmail.com

 

Mira aquí la serie de fotografías exclusivas tomadas por Hugo Santa Cruz a lo largo de sus expediciones al Parque Nacional Kaa Iya en la búsqueda de Kaa Iyana[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery type=”nivo” interval=”3″ images=”1488,1487,1486,1485,1484,1483,1482,1481,1480,1479,1478,1477,1476,1475,1474,1472,1471,1470,1469,1468,1467,1466,1465,1464,1463,1462,1461,1460,1459,1458,1457,1456,1455,1454,1451″ img_size=”large”][/vc_column][/vc_row]

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