Por Huáscar Bustillos Cayoja
Desde los tiempos de la conquista española, llamó la atención de los europeos la originalidad de la fauna sudamericana con sus peculiares animales: zarigüeyas, armadillos, perezosos, osos hormigueros, monos platirrinos, roedores caviomorfos (pacas, capiguaras, vizcachas, maras) llamas y vicuñas. En su libro: Historia natural y moral de las Indias (1590), el Padre Acosta se admiraba ante esta fauna extraña y trataba de explicar cómo habían llegado a Sudamérica, basándose en los textos bíblicos: creación única, diluvio universal, dispersión a partir del Monte Ararat, como bases hipotéticas de su migración. (1)
Hoy en día sabemos que los Xenartros orden a la que pertenecen los perezosos, hormigueros y armadillos, son primos cercanos y comparten muchas características y a la vez tienen diferentes grados evolutivos y especializaciones. En Bolivia contamos con siete géneros y aproximadamente diez especies, las cuales se han adaptado a diferentes ambientes y gradientes y se hallan distribuidos en todo nuestro territorio.
Tenemos al tatú más grande del mundo, el (1) Pejichi, representante del género Priodontes el cual habita la guaránia, chiquitánia y moxitánia, este ingeniero del monte logra modificar su entorno con sus poderosas garras con las que construye grandes cavidades las cuales son aprovechadas como refugio por otras especies.
El poco conocido género (3) Cabassous con su representante el tatú ¨Cola de Trapo¨, llamado así porque no tienen escamas protectoras en la cola, siendo esta, bastante suave y no rígida como en el resto de las especies.
El Corechi o (4) Tatú bola representado por el género Tolypeutes, es muy conocido en el chaco boliviano y forma parte de la dieta de muchas especies de carnívoros. El Corechi es el único armadillo y mamífero en el mundo que puede convertirse en una pequeña esfera, debido a una especialización en su caparazón.
El Peji representado por el género (5) Euphractus, es considerado el armadillo más agresivo de todos y logra dar caza a pequeñas serpientes y lagartos, aportando a la regulación de los ecosistemas, además que esta especie es muy ágil, logrando evadir a sus depredadores.
El típico Tatú oriental (2) del género Dasypus, es bastante representativo y habita en gran parte de Bolivia, las especies de este género sufren mucho de cacería debido a su apreciada carne y se ha comprobado que pueden transmitir una forma de lepra si se lo consume. Estos armadillos tienen un peculiar color tostado negruzco en el caparazón y unas orejas largas.
Los armadillos peludos del chaco y el Quirquincho altiplánico están representados por el género Chaetophractus, y son armadillos que se han adaptado a condiciones extremas de vida. Algo interesante de comentar sobre estos tatuses es que, mediante estudios genéticos y moleculares se demostró que Chaetophractus nationi especie anteriormente asignada al quirquincho, resulta ser un sinónimo de Chaetophractus vellerosus, además que ya no se considera endémico de Bolivia. Por otro lado, las poblaciones del quirquincho andino (Chaetophractus vellerosus) sufren una gran presión por parte del folclore y las costumbres humanas simbolizadas por el carnaval de Oruro.
Para finalizar, en Bolivia contamos con el (6) enigmático Coseberu o Pichiciego el cual habita el chaco y las inmediaciones de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Esta especie es muy difícil de observar en campo debido a su comportamiento huidizo además que está adaptado a la vida bajo tierra, dando a los biólogos muy pocas oportunidades de estudio. El Coseberu (Calyptophractus retusus) parece un pequeño “topo rosado” confundiendo a la gente que logra verlo, tiene los ojos reducidos y su principal particularidad es que la parte trasera del cuerpo es plana y la cola es única entre los armadillos, pues esta es utilizada como una quinta extremidad, soportando el peso del animal cuando camina o excava.
El Coseberu emite un sonido muy similar al llanto de un pequeño niño, siendo muy lastimero. Y en el chaco, los guaraníes lo consideran de mala suerte y tras que lo ven los matan y queman, para así evitar cualquier daño o mal a la comunidad.
Todas las especies de tatuses que habitan Bolivia han evolucionado al ritmo de los ecosistemas, logrando generar muchas estrategias de vida. Los tatuses cumplen funciones vitales como ser: a) la regulación de las poblaciones de insectos, anélidos y algunos vertebrados b) constituyen gran parte de la dieta de muchos depredadores c) modifican el entorno en el que viven mediante sus madrigueras d) contribuyen a la oxigenación de los suelos. Sin duda alguna, las funciones ecológicas que cumple esta peculiar familia son vitales para la continuidad de los bosques, pampas y selvas de Bolivia.
Para cerrar, mi abuelo titan del Beni siempre se refería así de los Tatuses: ‘’Cavadores sin tiempo, con sus garras de hierro, escarban la tierra en busca de brotes e insectos, su pesado caparazón los protege del rugido del tigre o de la flecha Tsiman, habitantes de las pampas que corren tempestuosos arrasando juncos y construyendo cavidades en donde duermen sueños metálicos muy cerca de los yacimientos prohibidos.’’
Gráfico de portada: Andrés López
(1) Cabrera/ 1925/ El origen de la fauna de Sudamérica
Huáscar Bustillos es biólogo y documentalista, especialista en ecología e investigación eco-social. Ha publicado varios artículos de investigación y divulgación científica en diferentes revistas, periódicos de Bolivia y el extranjero. Ha dictado cátedra en universidades nacionales y forma parte del mítico equipo Jenecherú (El fuego que nunca se apaga). Actualmente realiza consultorías independientes e investiga la biodiversidad boliviana con principal énfasis en marsupiales, xenartros y roedores y ha logrado combinar la biología con la literatura del genero mitológico y naturalista.