Por Alexa Vélez Zuazo / Mongabay Latam
- La publicación de la guía técnica “Conviviendo con el oso andino en el Perú: diagnóstico y pautas para el manejo de los conflictos humano-oso” es un primer paso para empezar a recoger información de un problema que existe desde hace muchos años.
- En el Perú no se conoce cuál es el tamaño de la población de esta especie, tampoco si el conflicto con los humanos por la incursión del úrsido en los cultivos de maíz o por los ataques a vacunos genera una disminución de los individuos.
- En tres áreas naturales protegidas se reportan conflictos entre las comunidades locales y el mamífero terrestre.
En la cosmovisión andina, los ‘Ukukus’ son los hijos de los osos y las doncellas, personajes míticos a los que se atribuyen poderes mágicos que les permiten curar, purificar las almas y hacer crecer los ganados. Los ukukus, ucamaris, isnachis, son algunos de los nombres comunes que reciben los osos de anteojos, conocidos universalmente por la ciencia como Tremarctos ornatus, una especie considerada mágica, un animal majestuoso que es víctima de la interacción con el ser humano.
Este conflicto no es reciente. Hay textos históricos que incluso reseñan que los incas veían al oso de anteojos como un animal dañino por depredar el ganado silvestre. Esta interacción problemática siempre ha estado presente, hay una serie de eventos reportados por instituciones peruanas encargadas de velar por la fauna silvestre, que narran el conflicto entre esta especie y las comunidades locales.
La falta de cifras y datos es la razón por la que tres instituciones del Estado —el Ministerio del Ambiente (MINAM), el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP) y el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR)— junto a la Sociedad Zoológica de Fráncfort (FZS) de Perú decidieron elaborar la guía técnica “Conviviendo con el oso andino en el Perú: diagnóstico y pautas para el manejo de los conflictos humano-oso”.
Este documento es un primer paso que brinda las pautas para conocer y registrar adecuadamente un problema presente en todo el país, considerando la amplia distribución de esta especie. Además tiene como objetivo establecer responsabilidades, tomando en cuenta que el oso siempre es señalado como el culpable de cualquier incursión en cultivos de maíz o áreas de ganado vacuno.
“Un especialista me decía, una vez que llega el oso, todas las otras causas de la mortalidad de las vacas desaparecen por arte de magia y de ahí en adelante se le echa la culpa al oso”, explica Rosa Elena Zegarra, especialista en conservación de fauna silvestre y sus hábitats del Serfor.
El país tiene una deuda pendiente con este mamífero terrestre. No se sabe cuál es la población del oso de anteojos en el Perú ni tampoco el número de individuos que pierden la vida cada año por el conflicto oso-humano. La guía técnica llega, por lo pronto, para llenar este último vacío.
Radiografía del oso de anteojos
Esta especie imponente y a la que se le atribuyen poderes mágicos es el único úrsido presente en Sudamérica. La distribución de su población abarca Panamá, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia. Y la guía técnica menciona que incluso, en los últimos años, ha sido observada en el noroeste de Argentina.
La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la ha catalogado como una especie Vulnerable. Además ha sido incluida en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
Los ecosistemas que ha elegido el oso andino para vivir son de lo más diversos. Puede ser observado en bosques tropicales situados a 200 metros de altura, como en los páramos o punas a 4750 metros de altura. Pero de todos los países que habita, “en Perú, es el sitio donde tiene mayor gradiente altitudinal de distribución. Está desde el bosque seco en la costa, hasta el bosque de nubes”, precisa Zegarra del Serfor.
Esta amplia distribución lo vuelve vulnerable. En Perú, según la guía técnica recién publicada, más de la mitad de su hábitat ha desaparecido. “Se ha reducido, al menos, a un 53.61 % del que ocupaba históricamente debido a actividades antrópicas”, se lee en el documento.
¿Cuál es el impacto en la población del oso por la reducción de su hábitat? No se sabe, tampoco se sabe cuántos individuos están presentes en el país ni cuántos individuos se pierden por el conflicto entre este mamífero y los humanos. En este último punto, Colombia y Ecuador nos llevan ventaja.
“La guía surge como un primer paso para sistematizar la información, dirigida a las personas que están en campo, a las autoridades regionales, locales, comunidades, guardaparques, los que están en contacto con las poblaciones que tienen las interacciones”, explica Yuri Beraun, especialista en gestión de fauna silvestre del Ministerio del Ambiente.
Los datos que han sido recopilados en este documento, que representan un primer esfuerzo por reunir la información desagregada en las distintas instituciones y regiones del Perú, dan luces de un conflicto que necesita ser atendido.
Un ejemplo de ello se puede ver en la información aportada por la Administración Técnica Forestal y de Fauna Silvestre (ATFFS) de la Selva Central de Perú —que depende del Serfor— la que precisa, por ejemplo, que entre el 2014 y el 2018, cinco cachorros de oso andino fueron rescatados en la zona, dos de ellos de tan solo seis meses. A este grupo hay que sumarle los reportes de tres a cuatro oseznos que no pudieron ser encontrados por el personal de la ATFFS. Lo que indica la guía técnica es que en todos estos casos se presume que se trataba de “huérfanos porque la madre habría sido cazada”.
“Yo creo que esto coincide con que la gente ha matado algunas osas y después los oseznos quedan por ahí, los capturan, ven de venderlos y si no pueden se los quedan. Este es parte del reflejo del conflicto: la gente mata a los animales y quedan los oseznos abandonados”, precisó Rosa Elena Zegarra del Serfor en una entrevista con Mongabay Latam.
La guía técnica “Conviviendo con el oso andino en el Perú: diagnóstico y pautas para el manejo de los conflictos humano-oso” expone esta problemática sobre todo en espacios tan sensibles como son las áreas naturales protegidas. Si bien esta especie está presente en 30 de ellas, es en las zonas de amortiguamiento de tres en particular que se han registrado la mayoría de los conflictos entre estos mamíferos y las poblaciones locales.
Santuario Nacional Pampa Hermosa
El oso de anteojos merece ejercer su derecho a la defensa. El 75 % de su alimentación está basada en vegetales, eso quiere decir, que prefiere alimentarse de frutos y de suculentos brotes de bromelias. Y el 25 % restante puede incluir ganado —que comparten con otros depredadores— y las tiernas mazorcas de maíz que eligen con especial atención.
“Lo que pasa es que como es un animal grande, llega y hace un destrozo, rompe los tallos, saca los choclos. Además está envuelto en un velo de misticismo, llama la atención donde esté. Yo pienso que es una mezcla de eso y con el tema de las vacas, un puma que es más difícil ver, que es más sigiloso, puede que pase desapercibido”, explica Zegarra.
Por eso las comunidades tienden a señalar al oso de anteojos como el responsable de los destrozos que encuentran. En la zona de amortiguamiento del Santuario Nacional Pampa Hermosa, los campesinos de la comunidad de La Unión, en el sector de San Pedro de Churcos —distrito de Huasahuasi, provincia de Tarma— denunciaron, en el 2015, la pérdida de ganado y exigieron una compensación al Serfor.
Los pobladores reportaron, en ese momento, la pérdida de 211 cabezas de ganado vacuno y pidieron “como solución el exterminio del oso y el pago económico por los daños”, se describe en la guía técnica.
El documento indica que el problema con el ganado se presenta porque en los puntos donde se ha detectado el conflicto, las poblaciones están acostumbradas a que sus animales se alimenten en espacios abiertos, lejanos y donde es muy difícil vigilarlos. Esto los vuelve vulnerables a los ataques de mamíferos terrestres como los osos de anteojos, pero también los pumas.
La solución no está en prohibir la actividad ganadera, dicen los expertos consultados, sino en ordenarla.
“Viendo las alternativas, no necesariamente la gente tiene que dejar de tener su ganado en la zona, lo que tienen que hacer es ordenar un poco más la actividad ganadera. Si tienen el ganado libre y les cuesta vigilarlo, de repente deben hacerlo en lugares más pequeños, donde pueden supervisarlo de mejor forma”, sugiere Roberto Gutiérrez de la Dirección de Gestión de Áreas Naturales Protegidas del Sernanp.
Pero Pampa Hermosa no es la única área protegida que registra este problema. Gutiérrez indica que han registrado el mismo problema en las zonas de amortiguamiento del Parque Nacional Manu y del Santuario Histórico Machu Picchu.
Parque Nacional Manu
Esta es una de las pocas áreas protegidas en las que se estudia el conflicto desde el 2013. Los investigadores de la Sociedad Zoológica de Fráncfort (FZS, por sus siglas en inglés), en alianza con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP), han podido monitorear las interacciones oso andino-humano en Patanmarca, Cristo Salvador y Solán, tres comunidades del valle del Mapacho, situadas en la zona de amortiguamiento del parque.
Para darle un seguimiento más completo al problema, sumaron a monitores comunales, quienes ayudaron a registrar los daños en parcelas de maíz, así como en el ganado vacuno.
Esta información recopilada, entre julio 2015 y julio de 2016, permitió a los investigadores reportar en la zona 72 eventos relacionados al consumo de ganado. Si bien no todos estos pudieron ser corroborados en campo, se tomó la cifra como referencia para conocer la interacción del oso de anteojos en la zona: en 50 de los eventos, el oso aparece como el principal depredador; en 19 se halló como responsable al puma; y en 3 casos no se pudo determinar al atacante.
De las tres comunidades, 55 de los casos se reportaron en Solán, 9 en Cristo Salvador y 8 en Patanmarca.
Un dato importante es que los monitores comunales pudieron registrar también la ocurrencia de estos eventos dentro del Parque Nacional Manu. Se reportaron 31 eventos dentro del área protegida vinculados a la interacción del oso de anteojos con el ganado y 6 eventos que detectaron al puma como el principal protagonista.
Para Roxana Rojas-VeraPinto, encargada del proyecto de conservación de oso andino a nivel nacional de la FZS, mientras mayor es la destrucción del hábitat, es “más propensa la interacción con el oso y la gente que cultiva en estas áreas”.
“Al final lo que hemos podido analizar, tanto en Manu como a nivel nacional en los talleres, es que es urgente trabajar en una mejora técnica de esas actividades tradicionales del país como es el cultivo del maíz, la crianza de ganado, que tienen como consecuencia las interacciones negativas con la fauna silvestre”, menciona Rojas-VeraPinto de la FZS.
El punto de partida, para la experta, es empezar a generar cifras nacionales para conocer primero cómo evoluciona el conflicto entre osos de anteojos y humanos. La guía técnica es clave para este fin, pues brinda las pautas para registrar correctamente cada evento reportado en el campo.
“No teníamos un manual de conflicto, había información, manuales que se usan de Colombia pero no uno de Perú, con la normativa de Perú y datos de Perú. Por eso el año pasado vimos de trabajar en uno”, indica la experta de la FZS.
Santuario Histórico Machu Picchu
El oso de anteojos que habita en esta área protegida está amenazado sobre todo por los incendios forestales, el cambio de uso de suelo y la interacción con el ganado. Estos son los tres peligros que enfrenta esta especie y que pueden generar una disminución en su población.
Al igual que en el caso del Manu, la FZS y el Sernanp también trabajaron con las poblaciones locales para levantar información que les permita conocer mejor el conflicto presente entre osos de anteojos y comunidades, tanto dentro como alrededor del santuario.
El diagnóstico se elaboró entre el 2015 y el 2016, y se encuestó a 64 familias de los poblados de Huayllabamba, Mesccay, Tarayoc, Qoriwayrachina, entre otros.
Se identificaron problemas en dos rutas que coinciden con la presencia de ganado vacuno y de cultivos de maíz. La primera en los alrededores del camino inca, en las rutas Piscacucho-Huayllabamba-Machupicchu y Pampa-Ccahua-Palccay. La segunda en los poblados de Manzarayoc, Quesca, Abascata y Ttastayoc, y también cerca de Yurac Rumiyoc, todas áreas ganaderas dentro de la zona de amortiguamiento.
En total se entrevistó a 64 familias, 25 de las cuales reportaron haber sido afectadas por el oso de anteojos. La ganadería es la actividad más mencionada en las encuestas: 18 familias reportaron daños a 35 cabezas de ganado vacuno, 3 a 16 equinos, 5 informaron sobre daños a cultivos de maíz y 1 familia mencionó un ovino muerto.
Alrededor de 18 familias dijeron que conocen por lo menos a un vecino que ha cazado osos.
Roxana Rojas-VeraPinto de la FZS indica que cuando se quiere matar a un oso de anteojos, las comunidades suelen dispararles. “Por lo general es con un disparo. En algunas comunidades, que no suelen cazar, pueden contratar cazadores de la zona que saben como rastrearlos y seguirlos; a veces les quieren poner veneno a los ganados muertos para que el oso muera, pero el oso es más vivo, es muy raro que vaya a comer”, explica la experta, quien también ha recibido reportes de algunas comunidades que también queman pastizales para espantar a los osos.
El siguiente paso, precisa Roberto Gutiérrez del Sernanp, es elegir tres lugares para implementar la nueva guía técnica bajo el esquema de un programa piloto. “Eso lo vamos a hacer con la Sociedad Zoológica de Francfort en tres áreas específicas: Manu-Machu Picchu, Pampa Hermosa y de repente explorar otra área un poco más del norte, de repente Alto Mayo”, aseguró.
Foto de portada: Tremarctos ornatus. Foto: Promperú
Fuente: Mongabay Latam