Por Heiver Andrade Franco
Con el favor de una nube, el Mururata ocultó su timidez; quise ver el Illimani pero la infraestructura del aeropuerto no me lo permitió. Me percato que “la incondicional”, mi inseparable compañera IBM ThinkPAd Core i7, esté conmigo y bajamos en un taxi a la ciudad maravilla, pensando en las emociones que nos esperaban en los siguientes tres días que durará nuestra visita.
Al bajar me impaciento por el tráfico que encontramos, siento claramente el aire pesado por la combustión de los vehículos y no puedo dejar de ver la cantidad de escombros y residuos tirados al lado de la ruta elegida por mi ocasional amigo del volante. En un apartado se ve algunas piezas de refrigeradores, computadores y algún mueble destartalado que un vecino inconsciente dejó, y otros lo siguieron hasta hacer un promontorio desagradable a la vista y contaminante, que genera todo botadero en vía pública, como ocurre en tantas ciudades del mundo.
Me pregunté: ¿Será que los ciudadanos de esta urbe saben que la ciudad maravilla se ubica en el cuarto lugar con el aire más contaminado de América Latina? Porque de saberlo, con seguridad generaría un mayor compromiso de todos los sectores para evitar estar dentro de dicha lista.
Refrigeradores, computadoras y bombillas, que vi en el trayecto, me recordaron la “obsolescencia programada[i]” que propuso Bernard London[ii] en 1932 como una forma de reactivar el aparato productivo, producto de la crisis económica que se inició en EEUU y rápidamente se convirtió en crisis mundial. Hoy, ya transcurrieron 88 años, el contexto cambio de manera radical, la obsolescencia programada ya no debería estar vigente y todos o parte de esos residuos deberían volver a procesos productivos si tuviésemos; la cultura de la economía circular, un sector empresarial alineado con la Agenda 2030, una política pública adecuada y una sociedad sensibilizada. Si así fuera, el vertedero de Mallasa no estuviera en la etapa de pre cierre como se encuentra hoy, al igual que el vertedero de Normandía en Santa Cruz o el de K´ara K´ara en Cochabamba.
Hoy, a la “obsolescencia programada” se sumó la “demanda inducida[iii], que Thomas Piketty analiza en su libro “El Capital en el Siglo XXI” y nos damos cuenta que el mundo ha creado un sistema de “usar y tirar”, que impone una serie de necesidades artificiales, cambiantes, ante las cuales el individuo queda subyugado. Por ejemplo, cuando una persona compra un teléfono celular; es posible que antes de terminar de leer su manual ya este saliendo un nuevo modelo con nuevas funciones o mejorando alguna anterior, generando una necesidad artificial solo destinada al consumo; o cuando se quema un foco (bombilla), sepa usted que fue programado para una vida no mayor a 1.000 hrs. habiéndose descubierto desde un inicio (1.924) bombillas que podían durar 100.000 hrs.[iv]
El planeta no resiste el modelo de obsolescencia programada y demanda inducida, e intenta mostrarnos periódicamente una serie de eventos climáticos que todavía nos resistimos a entender; contar por ejemplo con 82 u/m3 de MP 10 de polución de aire se vuelve crónico, cuando la OMS recomienda no exceder los 20 u/m3; otro problema que debe encarar de manera urgente esta bella ciudad, es la gestión de su cuenca hídrica, hoy muy deteriorada, y hacen falta políticas públicas que reviertan esta situación y podríamos empezar por revertir la propuesta de London, obligando a las empresas a elaborar productos que tengan la posibilidad de cambiar accesorios[v], actualizarlo y de esa forma alargar su vida útil, de esa forma estaríamos dando un paso importante hacia la gestión del déficit ecológico[vi]. De no hacerlo, debemos tomar en serio la sugerencia del fallecido Stephen Hawking, cuando indicó que debemos empezar a dar los primeros pasos para que en los próximos 30 años tengamos colonias en Marte y la Luna, si queremos evitar la extinción de la especie humana. Solo pensar que el crecimiento de la humanidad proyectado al 2030 se aproxima a 8.500MM, es decir 316% más, desde la propuesta de London, nos muestra que la superpoblación hace que el planeta se vuelva demasiado pequeño y nuestros recursos físicos se agoten a una velocidad alarmante.
En ese contexto la Economía Circular[vii] es también parte de la solución; el desafío es cómo revertir una cultura consumista de economía lineal, de “usar y tirar” y pasar a una nueva economía basada en el reutilizar-reciclar-reducir; requerimos de un cambio de paradigma y mentalidad. No será fácil reducir el despilfarro, la sobreproducción y el sobreconsumo, pero estamos obligados a hacerlo.
La Ley 755, Ley de Gestión Integral de residuos promulgada el 28 de octubre del 2.015 y su reglamentación, Decreto Supremo No. 2954 del 19 de octubre del 2016, se preocupa por reducir la cantidad de residuos mediante la transformación de modelos de producción[viii], trasmite responsabilidades a todo generador de residuos, promueve la generación de empleos dignos en beneficio de los recuperadores o recicladores, pero además obliga al productor y distribuidor a responsabilizarse de la gestión integral de sus productos, hasta la fase de post consumo, cuando éstos se conviertan en residuos. Jerarquiza a los generadores de residuos y les responsabiliza de la gestión de los mismos. Es decir, la normativa existente se adecua a la aplicación de una economía circular pero lo que hace falta es promoverla, generar espacios de socialización y hacer que se cumpla.
De retorno al aeropuerto, el cielo despejado dejó ver al Illimani en todo su esplendor, vimos a la ciudad maravilla subyugada a sus pies como invitándonos a continuar con la reflexión de frenar el modelo de obsolescencia programada y demanda inducida, de promover con mayor vigor la economía circular y la agenda 2030, e innovar en los procesos de responsabilidad social empresarial; en momentos en lo que nada de lo que ocurre en el planeta parece escapar al cambio climático y el grito de SUSTENTABILIDAD se deja oír desde todos los confines de la aldea global.
Heiver Andrade Franco
Fundación AMIGARSE
Gráfico portada: Over Consumption / Christopher Dombres
[i] Se denomina obsolescencia programada a la determinación, la planificación ó programación del fin de la vida útil de un producto o servicio – tras un periodo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa de servicios durante la fase de diseño de dicho producto o servicio – este se torne obsoleto, no funcional , inútil o inservible.
[ii] Bernard London fue un agente inmobiliario (broker) ruso-estadounidense, conocido sobre todo por su informe de 1932: Ending the depression through planned obsolescence (Finalización de la depresión a través de la obsolescencia programada). En este documento declaró que el problema de la depresión era debido a la alteración de las relaciones humanas.
[iii] La demanda inducida por el profesional, proveedor u oferente o demanda inducida por la oferta ha despertado, y sigue generando, una gran controversia que dura ya más de 20 años.
[iv] En 1895, se inventó la bombilla con filamento (ADOLPHE CHAILLET), y este producto fue la 1ª víctima de la Obsolescencia Programada.
Al principio, los fabricantes investigaban para dar una larga vida a sus bombillas: TOMAS EDISON, inventó una bombilla con un filamento de gran estabilidad (duraba 1.500 horas. En 1924, cuando se fundó el cártel, se había mejorado hasta 2.500 h.). Cuando los de PHOEBUS se enteraron, acordaron que no debía de pasar de 1.000 h. de duración. En 1.925 se creó el “Comité de las 1.000 horas de vida”, para reducir técnicamente la vida útil de las bombillas.
A medida que la obsolescencia programada surtía efecto, la vida útil empezó a caer: En menos de dos años paso de 2.500 a 1.500 horas. En los años 40, el Cártel había conseguido su objetivo: una bombilla estándar de 1.000 horas de duración. En las décadas siguientes se patentaron decenas de nuevas bombillas, incluso una que duraba 100.000, pero ninguna llegó a comercializarse.
[v] Solo 3 de 17 marcas de celulares disponen de repuestos para promover su reparación. Fairphone, Dell y HP son las únicas compañías que ponen a disposición del público piezas de repuesto y manuales de reparación, mientras que los productos de marcas como Apple, Samsung y Microsoft están entre los menos fáciles de reparar y actualizar, según la última guía de productos tecnológicos de Greenpeace.
[vi] Deficit Ecológico: Si la huella ecológica es mayor que la capacidad de carga significa que poseemos déficit ecológico (la región no es autosuficiente porque consume más recursos de los que dispone) o, por lo contrario, si no la sobrepasa nuestra región es sostenible o autosuficiente.(La huella ecológica es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos. Wikipedia)
[vii] La economía circular (en inglés, Circular economy, CE) es una estrategia que tiene por objetivo reducir tanto la entrada de los materiales como la producción de desechos vírgenes, cerrando los «bucles» o flujos económicos y ecológicos de los recursos.1 El análisis de los flujos físicos de recursos proviene de la escuela de pensamiento de la ecología industrial2 en la cual los flujos materiales son de dos tipos, nutrientes biológicos, diseñados para reintroducirse en la biosfera sin incidentes, y nutrientes técnicos, los cuales están diseñados para circular con alta calidad en el sistema de producción pero no vuelven a la biosfera. (Wikipedia)
[viii] Ley 755- Ley de gestión Integral de residuos. Art. 12.- Prevención de la generación de residuos: La prevención de la generación de residuos es el conjunto de medidas destinadas a evitar o reducir su generación en cantidad y peligrosidad, mediante la transformación de modelos de producción, la modificación de hábitos de consumo y la utilización sostenible de los recursos naturales en el marco de la protección a la salud y el medio ambiente.