Por Jeremy Hance / Mongabay Latam
- Después de décadas de represas, caza excesiva y contaminación, la tortuga de Swinhoe cuenta con tan solo tres ejemplares.
- Los conservacionistas dicen que, si pueden localizar a un macho y una hembra, la supervivencia de la Tortuga de agua dulce más grande del mundo aún es posible.
Le Huy Hoanh, de 88 años, se levanta de su banco y sirve té cuidadosamente en la zona rural del Vietnam mientras nos cuenta con gestos como solía matar dioses. Hoanh, con su largo arpón y una red llena de anzuelos crueles, fue conocido durante décadas en su pequeño pueblo por ser un cazador hábil de tortugas de Swinhoe (Rafetus swinhoei).
Hoanh tiene un aspecto activo y saludable para ser octogenario, habla en vietnamita animadamente. No es difícil imaginárselo de joven, capturando y matando a la tortuga de río más grande del mundo, que puede pesar hasta 200 kilogramos, y que ahora puede que sea el animal más amenazado del planeta.
En la mitología vietnamita, la tortuga de Swinhoe también es el representante viviente del Gran Dios Tortuga, Kim Qui. La historia cuenta algo así: el maestro de Kim Qui, una deidad llamada Rey Dragón, le dio al Emperador Lê Lo’i su espada legendaria, conocida como “la Voluntad del Cielo”. Con ella, Lê Lo’i liberó Vietnam del dominio de mil años de los chinos. Después de su éxito, Kim Qui fue hacia él y le pidió que le devolviera la espada del Rey Dragón. Lê Lo’i le dio la espada legendaria al Dios Tortuga y nombró ese sitio “el lago de la espada retornada”, o lago Hoan Kiem.
Aunque el último dios tortuga de Hoan Kiem falleció en 2016 (“Fue como perder parte de nuestra cultura”, explicó a The New Yorker Hoang Van Ha, conservacionista del Programa de Tortugas Asiáticas, ATP), la especie no ha desaparecido por completo, pero está a punto.
Hoy en día, los científicos saben que hay al menos tres ejemplares: uno en cautiverio (macho) y dos en libertad (de sexo desconocido), pero no viven en el mismo lago. El único ejemplar hembra conocido murió en cautiverio en abril del año pasado, lo cual convirtió la búsqueda de una nueva hembra en algo de vital importancia.
Aun así, Tim McCormack, líder de la sede en Hanoi de ATP, no desespera. Dice que todavía se puede salvar la especie si se actúa rápido.
El tiempo es primordial, ya que solo quedan tres ejemplares conocidos. El macho en cautiverio, en China, podría ser estéril. En Vietnam, se conoce desde hace tiempo un ejemplar en el lago Dong Mo, pero en 2018, la ATP confirmó que había otro ejemplar en libertad: uno en el lago Xuan Khanh. McCormack sospecha que podría haber otros ejemplares escondidos en los lagos y ríos vietnamitas e incluso más allá de la frontera con Laos. Solo hace falta encontrar a los supervivientes, capturarlos y unir a una pareja que pueda procrear antes de que sea de verdad demasiado tarde.
“Las posibilidades de recuperación son bastante altas”, me cuenta McCormack mientras conducimos entre el tráfico frenético de Hanoi. Dice que una hembra puede poner entre 30 a 40 huevos en una nidada y que puede hacerlo más de una vez al año.
Con solo una pareja sana y un poco de suerte, la población global podría pasar de tres a más de 50 en doce meses.
El lago Dong Mo
A solo una hora del bullicio de Hanoi, se encuentra el tranquilo lago Dong Mo, un cuerpo de agua extenso y pintoresco a la sombra de la montaña Ba Vi, cubierta de bosques densos. Dong Mo en realidad no es un lago, sino un embalse de 1400 hectáreas que se creó cuando se instalaron represas en el río Rojo hace más de 40 años.
McCormak y su equipo sospechan que la represa es lo que hizo que el dios tortuga llegara aquí. Creen que las tortugas de Swinhoe, también conocidas como tortugas de caparazón blando del Yangtzé no son tortugas de lago, sino de río y pantanos. Históricamente, vivían en el río Yangtzé en China y en el río Rojo en China y Vietnam, además de pantanos adyacentes. Es probable que, en su hábitat natural, las tortugas migraran por los ríos y anidaran en arenales en los pantanos.
McCormack cree que cuando se construyeron las represas, varias tortugas se quedaron atrapadas en los lagos y embalses como Dong Mo. Estos cuerpos de agua podrían ser un hábitat inadecuado —no lo sabemos— pero, desde luego, han hecho que sea imposible que las tortugas de diferentes lagos se encuentren y se apareen.
Al mismo tiempo, la población de tortugas cayó. A medida que la gente construía represas, vertía desechos contaminantes y sobrepescaba los cursos de agua del este de Asia, acabando con las grandes tortugas de río. Y a medida que los humanos destruían los humedales, en gran parte para plantaciones de arroz, enviaron a las tortugas aún más lejos. Es probable que las supervivientes sucumbieran ante los cazadores.
Vamos en barca por el lago, nos dirigimos a una gran isla. Me repiten una y otra vez que las posibilidades de ver la tortuga son escasas, aun así, todas las personas en la barca están alerta.
No se puede negar que la tortuga de Swinhoe es un dios de aspecto extraño: tiene un caparazón largo y plano, y un cuerpo blando que hace que, a veces, parezca masa enrollada de color verde. Las más grandes pueden llegar a pesar entre 150 y 220 kilogramos. Tienen el cuello largo y son capaces de moverlo como un periscopio, igual que una nutria. Además, tienen el hocico moteado, ojos saltones y nariz de cerdo; su cara podría ser la de un alienígena de Star Wars.
Esa rareza y lo poco habitual que es, son los motivos que me trajeron aquí. La especie se encuentra en el número 20 en la lista de reptiles EDGE de la Sociedad Zoólogica de Londres, que enumera las especies según una combinación de su diferenciación genética y el nivel de amenaza al que están expuestas. La tortuga de Swinhoe tiene un pariente cercano: la tortuga de caparazón blando del Eúfrates (Rafetus euphraticus), que está clasificada como En Peligro por la UICN y se encuentra en el número 59 en la lista EDGE.
Después de un viaje corto, llegamos a la isla y nos encontramos con Nguyen Van Trong. Es un hombre de unos sesenta años y antiguo pescador. Ahora se dedica a observar tortugas. Antes de que se instalara la represa en el río Rojo, esta isla era su hogar, es donde se encontraba el poblado original. Cuando se construyó la represa, se obligó a los lugareños a mudarse a otro punto al borde del embalse.
Trong me cuenta, por medio de un intérprete, que recuerda que había muchas tortugas en la zona cuando él era pequeño. Ahora seguramente solo hay una, pero Trong la conoce muy bien. Se podría decir que le ha cogido cariño.
“Si va a trabajar y no la ve, a veces se pone triste, y eso pasa muchos días”, me cuenta el intérprete.
Trong ve a la tortuga dos a tres veces al mes. Si los lugareños no la ven en unos meses “se empiezan a preocupar”, dice McCorkmack.
La presencia de los conservacionistas aquí ha hecho que los lugareños vean al animal como uno de los suyos.
“Toda la gente del pueblo y todos los pescadores saben que esta especie de Rafetus está aquí y es muy rara. Quieren mantenerla durante mucho tiempo para que todos los estudiantes del pueblo la vean en el futuro”, dice Trong con ayuda del intérprete. “La mantienen, sí, para las futuras generaciones”.
Para conseguirlo, se ha prohibido la pesca en algunas secciones del lago. Entre tanto, el equipo me cuenta que cuando alguno de los más de 50 pescadores del pueblo ve la tortuga, llaman a Trong.
Subimos por la isla y visitamos una cabaña de bambú construida recientemente para Trong, para que tenga un refugio donde sentarse mientras espera que la tortuga de Dong Mo haga su aparición. No lo hace durante nuestra corta visita, pero era lo que se esperaba de este dios tímido.
Lago Xuan Khanh
Unos 20 kilómetros al noroeste de Dong Mo hay otro lago: el Xuan Khanh, más pequeño y menos pintoresco que el Dong Mo, pero que desde 2018 se conoce como el hogar de otra tortuga de Swinhoe.
Aquí, la ATP utilizó una estrategia diferente para encontrar a la tortuga: después de que las fotos y rumores sobre el animal no demostraran nada, se centraron en el ADN, o eADN. Tomaron muestras del agua y pudieron demostrar que la tortuga de Swinhoe vive aquí.
No obstante, el eADN tiene sus límites en la búsqueda de más tortugas. McCormack dice que la tecnología no es la solución mágica que esperaban. Han descubierto que el eADN puede dar muchos, muchos falsos negativos, seguramente por intentar conseguir el ADN de un solo animal en un cuerpo de agua tan grande. En otras palabras, resulta que conseguir ADN de la tortuga de Swinhoe es como encontrar una aguja en un pajar o, como digo, una única tortuga en una extensión enorme de agua.
Eso significa que aunque el equipo ha utilizado el eADN en otras extensiones de agua y solo ha conseguido negativos, no se puede descartar que haya otras tortugas.
En lugar de ir en barco, dimos un paseo corto, con el calor de la tarde, alrededor de una parte de Xuan Khanh a poca distancia de donde suele residir la tortuga. Como en Dong Mo, no aparece ningún dios tortuga, pero por lo menos según el test de ADN está ahí, justo debajo de la superficie.
Si quedan solo tres animales, ¿se puede hacer algo? Sí, según McCormack. Hay dos pasos definidos: uno es descubrir el sexo de las dos tortugas de los lagos. El otro es reforzar la búsqueda de más ejemplares.
Si se confirmara que hay una hembra, la solución estaría mucho más cerca. Si eso pasara, se tendrían que tomar grandes decisiones como si el apareamiento se debería intentar en la naturaleza o en cautiverio.
“Creo que cada opción tiene sus pros y sus contras”, dice McCormack.
Dice que actualmente, el plan más probable sería intentar el apareamiento en situación de cautiverio pero sobre el terreno. Eso permitiría a los conservacionistas y veterinarios monitorear de cerca el proceso mientras se mantiene a los animales alejados del ojo público (no como pasaría, por ejemplo, en un zoológico), y así se podría utilizar agua de los lagos. Si se encontraran otras tortugas, se podrían llevar al mismo lugar. Hasta la fecha no se han construido instalaciones con este fin, pero McCormack dice que tienen en mente algunos lugares, entre ellos la isla en Dong Mo.
Además de la ATP, la propuesta actual cuenta con numerosos grupos de conservación, como la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre, Global Wildlife Conservation, la Alianza para la Supervivencia de las Tortugas (TSA por sus siglas en inglñes), Indo-Myanmar Conservation, la Universidad de Ciencias de Hanoi y, por supuesto, los funcionarios vietnamitas.
McCormack dice que lo que más falta hace es financiación.
“Es increíble. La especie es muy escasa, pero la financiación y los recursos disponibles son muy limitados. Si nos fijamos en la conservación de los tigres o los elefantes, hablamos de millones de dólares invertidos. Para estas especies hay muy poco en comparación”.
La mayoría del dinero llega de subvenciones y zoológicos, sobre todo del Cleveland Metroparks Zoo en los Estados Unidos. Sin embargo, para construir instalaciones, dice McCormack, “necesitamos mucha más financiación”.
El cazador
Le Huy Hoanh, el antiguo cazador de tortugas, vive en un emplazamiento rural cómodo en un pueblo cercano a los lagos que visitamos. Es el padre orgulloso de 10 hijos. Nos prepara té y nos habla de los viejos tiempos, cuando abundaban las tortugas de Swinhoe y vivía grandes aventuras.
Hoanh creció en los años 30 y aprendió a cazar tortugas de su padre y su abuelo. Cuando tenía unos 12 años, los cazadores salían en grupos de cuatro en pequeños barcos y utilizaban arpones para matar a los animales, casi como una versión en miniatura de los balleneros antiguos. Cada vez más, empezaron a utilizar anzuelos y sedal, ya que eran una opción más fácil y menos peligrosa. Parece que la caza era, en gran medida, un deporte para el pueblo; muchos hombres participaban, pero los cazadores especiales eran los que sabían manejar los arpones.
Hoanh dice que en una carrera que se alargó unas seis décadas cazó seis tortugas grandes en el lago Suoi Hai y 17 en los pantanos de Dam Long. Puede que también capturara animales más pequeños. En los 40, según cuenta Hoanh, el río Rojo se desbordó y envió a muchas tortugas de Swinhoe al lago Dong Mo, donde durante una temporada eran tan comunes como “las gallinas en los jardines”. Las cazaron casi todas para proporcionar alimento al pueblo; normalmente se comían con vino de arroz.
“Las tortugas de caparazón blando no se vendían para nada más en el mercado. La mayoría se cortaban y se consumían de forma local”, dice McCormack. “Fue hace poco, cuando se volvieron más escasas, cuando empezó a haber más demanda”.
La demanda actual de la medicina tradicional china significa que los huesos de tortuga pueden suponer ganancias inesperadas. Hoanh nos cuenta que los cazadores vendieron los huesos de una tortuga por 45 millones de dong vietnamitas, casi 2000 dólares.
“Ahí es cuando la gente se empezó a dar cuenta de que eran raras”, añade McCormack.
Sin embargo, estos animales enormes no son fáciles de capturar. No solo pesan más que dos hombres juntos, un solo mordisco de su boca con forma de pico puede arrancarle la carne a una persona. Hoanh las describe como “muy rápidas”, y nos cuenta cómo durante una salida, una tortuga consiguió volcar la barca de los cazadores y escapar.
Le pregunto a Hoanh, mediante el intérprete, qué sabor tienen esos gigantes. Me contesta que “sabe a tortuga de caparazón blando”.
Mientras escucho, pienso en cómo las historias de Hoanh se parecen a las de los míticos cazadores de dragones o las de los balleneros del siglo XIX: una lucha del hombre contra la bestia con una pizca de leyenda. Pero en este caso, la bestia en cuestión ya se dirige hacia una posible extinción.
Tras nuestra entrevista, Hoanh nos muestra los largos arpones que se utilizaban para matar a las tortugas gigantes y las redes, cubiertas de ganchos curvados, para atraparlas.
Hoanh cazó su última tortuga en los 90 y se la vendió a una empresa turística. Nadie sabe qué le pasó. Hoanh dice que siguió intentando cazar alguna en los años siguientes, pero para entonces ya habían desaparecido la mayoría. Calcula que el último animal que intentó cazar pesaba unos 400 kilos, casi el doble del tamaño de cualquier tortuga de Swinhoe que se haya visto. Se escapó. Quizás era el último gigante de su carrera. O un mito, casi como un dios.
Vietnam ha cambiado mucho desde que Hoanh era niño. Nació durante el régimen francés; después llegó la ocupación japonesa. Tuvo lugar el ascenso de Ho Chi Minh, la caída de Francia y la Guerra de Vietnam (cuando Hoanh tenía unos cuarenta años), o como la llaman aquí, la Guerra de Resistencia contra América. Finalmente, llegaron la reunificación y la independencia. Y ahora, los gigantes que cazaba son casi cosa del pasado, más mito que realidad.
La historia del dios tortuga, Kim Qui, no tiene por qué acabar aquí. Es posible —con los recursos adecuados sería hasta probable— que los conservacionistas encuentren una pareja capaz de tener crías. Un solo nido daría una nueva oportunidad a la especie. Unos cuantos animales sanos podrían llevar a la población a tener centenares de ejemplares en solo unos años.
Quizás algún día, el animal pueda volver a casa a su “lago de la espada retornada” en Hanoi.
Un mito reforjado. Un dios resucitado.
Puedes leer el artículo original, en inglés, en este enlace.
Foto de portada: Foto del animal en el lago Dong Mo después de ser rescatado cuando una represa se rompió en 2008. Fue devuelto a su hogar a salvo. Foto de Tim McCormack, ATP/IMC.
Fuente: Mongabay Latam