• Las historias de Kobu, Pulgarcito, Chirú y Conce nos muestran el impacto de los incendios en la fauna silvestre, pero también los esfuerzos para salvarlos a pesar de las dificultades. En este contexto, la vida de cada uno se convierten en una esperanza para su especie y la salud de los bosques.

Por Erika Bayá

Los incendios forestales representan una tragedia devastadora para todos los seres vivos. Millones de mamíferos, aves, reptiles y anfibios pierden la vida en las llamas, junto a billones de invertebrados que no logran escapar del fuego. Sin embargo, en medio de este desastre, también emerge la esperanza, ya que algunos animales han sido hallados con vida. Entre las historias de supervivencia, destacamos la de Kobu, un cachorro de jaguar (Panthera onca) al que salvaron de la muerte; la de Pulgarcito y Chirú, dos ositos meleros (Tamandua tetradactyla) que vagaban entre las cenizas; y la de Conce, un pejichi (Priodontes maximus) que fue encontrado unas semanas después de nacer. Cuatro individuos de tres especies que, a pesar de los daños físicos y emocionales sufridos, han logrado sobrevivir gracias al esfuerzo inquebrantable de biólogos, veterinarios y voluntarios.

Durante los incendios forestales, los equipos de rescate de fauna silvestre realizan rastrillajes en busca de animales vivos para proporcionarles atención de emergencia en el sitio. Según la situación, el lugar y la especie, los especialistas determinan si es viable liberarlos de inmediato o si deben ser trasladados al Centro de Atención y Derivación de Fauna Silvestre (CAD), que actúa como el primer filtro antes de que sean enviados a Centros de Rescate, Centros de Investigación, Bioparques o Refugios Temporales. Así lo explicó Eliamne Gutiérrez, responsable de Monitoreo, Fiscalización y Rescate de Fauna Silvestre del Programa de Biodiversidad de la Gobernación de Santa Cruz.

El CAD recibe todos los animales silvestres afectados por el tráfico de fauna, decomisos, situaciones de maltrato, conflictos con personas, y, por supuesto, aquellos rescatados tras los incendios forestales. Dada la magnitud de la catástrofe, la labor de rescate ha sido intensa durante este 2024. Hasta la fecha, la Gobernación de Santa Cruz ha registrado más de 400 avistamientos de animales vivos y ha proporcionado atención veterinaria a más de 200 de ellos; ya sea in situ, a través de una clínica móvil, o trasladándolos al CAD en la ciudad de Santa Cruz.

Una segunda oportunidad para Kobu 

Los jaguares son animales maravillosos. Representan fuerza, poder, agilidad e inteligencia, lo tienen todo, pero lo que no tienen es un blindaje contra los seres humanos. De acuerdo a la bióloga, Eliamne Gutiérrez, estos felinos se están quedando sin hábitat y sin sus presas naturales. La situación se ha exacerbado ahora, ya que los incendios han arrasado con una gran parte de su hogar, no se sabe exactamente cuántos millones de animales han muerto, muchos de los cuales son su fuente de alimento. Esto los ha obligado a desplazarse a zonas aparentemente más seguras, pero sucede que son sitios ganaderos o centros poblados donde la gente les tiene miedo y es entonces que surge el conflicto, y los matan. También hay gente que está detrás de ellos por su belleza, quieren su piel, sus garras y colmillos para comercializarlos ilegalmente.

“Kobu es el ejemplo del eterno conflicto que tienen los jaguares con los humanos, mataron a su madre y a él se lo llevaron, pero desconocían cómo alimentarlo y lo estaban matando, es así que llega al CAD”, relató Eliamne Gutiérrez. Si se quedaba uno o dos días más con esas personas iba a morir porque lo estaban alimentando con leche de vaca, un veneno para un cachorro de jaguar. Sin embargo, llegó al CAD a tiempo, allí recibió la atención que necesitaba, fue un tratamiento largo, complicado, traumático, pero satisfactorio. Logró reponerse y crecer fuerte y saludable.

“Cuando llegó no podía ni levantar la cabeza, estaba asustado y necesitaba a su mamá. Aquí hemos asumido el rol de tutores, porque nunca vamos a suplantar el rol de una madre, jamás, la vida de una cría depende de la atención materna, de lo contrario es condenarlo a la muerte, a vivir una vida que no le dicta la naturaleza de acuerdo a su especie, pero es la vida que le tocó a Kobu”, reflexionó con mucha emoción Eliamne.

“Quisiéramos que estas cosas no sucedieran, pero son historias que se repiten todos los días, todos los años. Desde que trabajo en la gobernación he perdido la cuenta de cuántas crías de varias especies han pasado por nuestras manos y los incendios están intensificando esta situación, están promoviendo que haya más huérfanos”, lamentó.

Pulgarcito y Chirú, dos ositos meleros en medio de las cenizas 

Durante los rastrillajes en el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías se encontraron con vida a dos ositos meleros (Tamandua tetradactyla). Uno juvenil y una cría, el primero estaba en muy malas condiciones, había perdido las almohadillas de sus cuatro patas con quemaduras de tercer y cuarto grado, estaba deshidratado y con bajo peso. Le pusieron de nombre Pulgarcito porque al atraparlo le mordió el dedo pulgar al rescatista. Al segundo, le pusieron de nombre Chirú, una cría que también deambulaba sola y desorientada en medio de las cenizas. Eran dos casos que sí o sí tenían que atenderse en el CAD ya que la situación de Pulgarcito era de emergencia y Chirú era una cría huérfana que necesitaba atención, así que se solicitó incluso el apoyo de veterinarios externos y fototerapia para las patas quemadas, explicó Eliamne Gutiérrez.

“Después de un mes de atención, Chiru está en perfectas condiciones, es una cría juguetona y llena de vida. Pulgarcito ya sanó sus patas delanteras, faltan las traseras, además se nota que quiere vivir, por eso hemos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance para salvarlo. Pero además, está saliendo adelante con el apoyo de colegas, amigos y organizaciones de la sociedad civil que han enviado parches, gasas y todos los medicamentos necesarios”, concluyó Eliamne.

Conce, un pejichi que sobrevivió a la pérdida de su madre

Santa Cruz es uno de los departamentos bolivianos que este año ha sido el más afectado por el fuego , varios municipios que contienen el Bosque Seco Chiquitano han ardido como nunca antes en su historia, incluso más que el 2019, un año que se consideraba uno de los peores. Es precisamente en Concepción, uno de los territorios de este ecosistema, que las brigadas rescatistas de fauna encontraron a Conce, la cría de pejichi (Priodontes maximus). Conce vagaba solo y desorientado a las pocas semanas de haber nacido, razón por la que presentaba claras señales de abandono. Esta es la especie de armadillo más grande del mundo y es un mamífero que para crecer depende de su mamá durante varios meses.

“Su vida lejos de la madre es casi un milagro, estos mamíferos permanecen entre 6 a 7 meses con la madre y él apenas tiene algunas semanas, pero con una dieta especializada y mucho cariño, está creciendo y aunque aún falta mucho, es un candidato para volver a la naturaleza”, nos dijo Eliamne.

“Sin duda, rescatar a los animales de todas las situaciones es una tarea con muchas dificultades, que necesita seguimiento, recursos económicos, voluntarios. Cada día es un reto y lo logramos con la ayuda de la gente que apoya de diferentes maneras. Esperamos que próximamente algunos de los animales recuperados de los incendios, puedan volver a su hábitat”, concluyó Gutiérrez.

Imagen de portada: Chirú, el oso melero rescatado. Foto: Gobernación de Santa Cruz

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