Las aves migratorias transportan la mayoría de las semillas en la dirección equivocada para ayudar a las plantas a hacer frente al cambio climático, según una nueva investigación.
El estudio, publicado en la revista Nature, revela que la gran mayoría de las plantas de los bosques europeos son dispersadas por las aves que migran hacia latitudes más cálidas del sur, mientras que muchas menos son dispersadas por las aves que migran hacia el norte.
Como consecuencia del calentamiento global, las condiciones climáticas óptimas de las especies se desplazan hacia latitudes más frías, forzando la redistribución de la vida en la Tierra.
La movilidad permite a muchos animales llegar a nuevas zonas con un clima adecuado.
Sin embargo, el desplazamiento de las especies vegetales depende de la dispersión de sus semillas a grandes distancias.
El nuevo estudio, realizado por 18 investigadores de 13 instituciones europeas, afirma que la tendencia a la dispersión hacia el sur de las aves migratorias es contraproducente para que las plantas se adapten al cambio climático.
“El cambio climático contemporáneo es tan rápido que muchas plantas requieren distancias de dispersión muy superiores a las que normalmente tienen lugar a nivel local”, afirma el autor principal, Juan Pedro González-Varo, de la Universidad de Cádiz, en Andalucía, España.
“Aquí es donde las aves migratorias pueden jugar un papel importante, ya que son capaces de dispersar las semillas a decenas de kilómetros”, indicó González-Varo.
De acuerdo al investigador, este estudio buscaba conocer el potencial de las especies vegetales para ser dispersadas por las aves migratorias hacia futuras zonas favorables.
La investigación se centró en las especies de aves que consumen frutos y dispersan las semillas.
Los investigadores incorporaron información sobre el periodo de fructificación de las plantas y los patrones migratorios de las aves, con el fin de identificar el potencial de dispersión de semillas a larga distancia hacia latitudes más frías o más cálidas.
Examinaron 13 bosques de toda Europa, con un total de 949 interacciones entre 46 especies de aves y 81 de plantas.
Sólo el 35% de las plantas de estas comunidades forestales son dispersadas por las aves que migran hacia el norte en primavera.
En cambio, el 86% de las plantas son dispersadas por aves que migran a zonas más cálidas en otoño (las cifras no suman el 100% porque las semillas de algunas plantas son transportadas tanto al norte en primavera como al sur en otoño).
El Dr. Benno Simmons, de la Universidad de Exeter, dijo: “Con el cambio climático, las especies se redistribuyen para seguir las condiciones climáticas adecuadas. Como las plantas no pueden desplazarse por sí mismas, necesitan que especies como las aves dispersen sus semillas a nuevas zonas”.
“Queríamos saber hasta qué punto las aves migratorias podían hacerlo. Descubrimos que la dispersión hacia el norte, hacia zonas más frías, sólo la realizan un pequeño número de especies de aves migratorias, algunas de las cuales están sometidas a la presión de la caza”, expresó Simmons.
A tiempo de indicar que su estudio subraya la importancia de estas especies para ayudar a las comunidades vegetales europeas que experimentan el cambio climático.
González-Varo añadió: “Para que una especie vegetal sea dispersada por las aves que migran hacia el norte, debe fructificar entre febrero y abril”.
“Las plantas que fructifican en este periodo tienen un periodo de fructificación muy largo, como ocurre en los enebros, o un periodo de fructificación muy tardío, como ocurre en la hiedra”.
Aunque todas las aves migratorias de Europa migran en la misma dirección (hacia el norte en primavera y hacia el sur en otoño), el estudio muestra que las aves con mayor potencial para dispersar las plantas europeas hacia latitudes más frías son las especies paleárticas, es decir, las aves que invernan en el centro y sur de Europa o en el norte de África.
Estas especies son los petirrojos, las currucas, los mirlos y varias especies de tordos, que en general son muy comunes y abundantes en el continente europeo.
“Aunque se trata de especies comunes, el potencial de dispersión de semillas hacia el norte recae en sólo un puñado de especies, algunas de ellas muy cazadas en la cuenca mediterránea, tanto legal como ilegalmente”, señala González-Varo.
“Creemos que nuestro estudio da un valor añadido a estas especies, ya que serían las responsables de ayudar a las comunidades vegetales europeas a responder al cambio climático”.
Los hallazgos tienen importantes implicaciones para la futura composición de los bosques europeos, ya que muchas especies podrían no moverse lo suficientemente rápido como para seguir el ritmo de las condiciones cambiantes.
Foto de portada: Una curruca negra comiendo frutos de cornejo. Los cornejos tienen un corto periodo de fructificación en otoño, cuando las currucas negras migran hacia el sur. Por lo tanto, las currucas migratorias tienen el potencial de dispersar las semillas del cornejo a grandes distancias, no a latitudes más frías, sino más cálidas. Créditos: Luis Ojembarrena