Imagina un bosque tropical y podrías conjurar altos árboles colgados con enredaderas, pájaros de colores brillantes, monos aulladores, y … lluvia. De hecho, los patrones de precipitación, junto con la temperatura, dictan dónde se distribuyen los bosques tropicales en todo el mundo, pero sorprendentemente, los científicos saben muy poco sobre los efectos directos de la lluvia en los animales.
Un nuevo marco conceptual, elaborado por investigadores de la Universidad de Illinois y de la Universidad Estatal de Kansas, insta a la comunidad científica a considerar formalmente el papel de la precipitación en el nicho ecológico de un organismo, es decir, el conjunto de factores biológicos y ambientales que optimizan la vida de una determinada criatura.
“Entendemos exactamente cómo responden la mayoría de los animales a la temperatura, pero no ocurre lo mismo con la lluvia”, dice Alice Boyle, profesora adjunta de la División de Biología del Estado de Kansas y autora principal del artículo “Trends in Ecology & Evolution”.
Para Boyle, cuando los biólogos que estudian los animales ven los efectos de la lluvia en sus estudios, asumen que debe tratarse de cómo las plantas están respondiendo a la lluvia y cómo eso afecta el suministro de alimentos para los organismos que están estudiando. Pero la investigadora indica que puede haber consecuencias fisiológicas directas de la lluvia relacionadas con el comportamiento alimenticio, la depredación, los patógenos y más. Ya que está pasando mucho más que el suministro de alimentos.
En el artículo, Boyle y los coautores Elsie Shogren y Jeff Brawn proponen y definen lo que llaman el nicho higiénico: la colección de procesos e interacciones fisiológicos, conductuales y ecológicas que predicen cómo los organismos de sangre caliente (endotermos), se comportan en un determinado escenario de precipitaciones.
“Antes de esto, no existía un marco conceptual unificador para entender por qué las respuestas a la precipitación podrían diferir entre las especies o incluso dentro de la misma especie, dependiendo de la ubicación del estudio”, dice Boyle. “Hemos escuchado a científicos que han dicho: ‘Vaya, ¿cómo es que nunca antes había pensado en esto?’ Creo que este nuevo marco probablemente va a cambiar la forma en que mucha gente estudia las distribuciones, la fisiología y las respuestas demográficas de los endotermos”.
Jeff Brawn, profesor del Departamento de Recursos Naturales y Ciencias Medioambientales de Illinois, añade: “Este concepto tiene implicaciones para la conservación de organismos sensibles, a largo plazo. En términos de planificación de dónde invertir el dinero de conservación o dónde priorizar el hábitat, deberíamos buscar refugios de lluvia donde los regímenes de precipitaciones probablemente se mantengan intactos a lo largo del tiempo”.
Debido a que los efectos de la temperatura y la humedad son tan difíciles de descifrar, el equipo desarrolló el concepto de nicho higiénico utilizando décadas de investigación de aves y mamíferos de los trópicos. La temperatura en estos paisajes ecuatoriales varía poco anualmente, pero las precipitaciones pueden variar ampliamente, ya que algunos lugares experimentan estaciones secas y húmedas distintas y otros experimentan precipitaciones diarias a lo largo del año. Pero desafortunadamente, en muchos lugares tropicales, estas pautas milenarias están cambiando ahora debido al cambio climático y de uso de la tierra.
Según los autores del estudio, “los cambios en el clima causados por el hombre están dando como resultado que algunas áreas se vuelvan más húmedas y otras más secas. Además, no es sólo la cantidad de precipitaciones lo que está cambiando; el momento y la magnitud de las tormentas también están cambiando, y tenemos muy poca idea de cómo esto afectará a los animales”.
En su artículo, Brawn y Boyle describen las formas en que la precipitación (demasiado o demasiado poca) puede afectar a los organismos a nivel individual, de población y de comunidad. Aunque la lluvia afecta claramente al suministro de alimentos, también puede afectar al comportamiento de búsqueda de alimento, a las tasas de reproducción y crecimiento de la población, y a las interacciones competitivas de formas sutiles que podrían ser difíciles de rastrear para los investigadores hasta cualquier fuente en particular. E incluso pequeños cambios en los patrones de las lluvias tropicales podrían tener grandes efectos.
“Incluso si contemplamos un bosque intacto en el horizonte, si los regímenes de precipitación cambian, la integridad de ese ecosistema puede verse comprometida. Y eso es preocupante”, dice Brawn.
Aunque el concepto se concibió teniendo en cuenta los sistemas tropicales, los investigadores sugieren que puede y debe aplicarse a los ecosistemas y organismos fuera de los trópicos, con un poco de ajustes y más estudios.
El diseño de un nuevo concepto ecológico requiere muchas pruebas por parte de la comunidad científica para identificar sus limitaciones, y eso es justo lo que Boyle y Brawn esperan que ocurra.
“Los siguientes pasos implican que la comunidad científica pruebe las suposiciones y predicciones clave de nuestro modelo”, dicen los investigadores. “Una de las tareas más difíciles, pero más importantes es entender si las lluvias afectan a diferentes especies animales por las mismas o diferentes razones. ¿Se trata realmente de alimentos, o son estos costos fisiológicos menos obvios más importantes de lo que pensábamos? Responder a estas preguntas será crucial para lograr una conservación efectiva y la mitigación del cambio climático en los trópicos”.
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Foto de portada: La lluvia afecta directamente a las aves y otros animales, pero los científicos no han reconocido el papel de la precipitación en el nicho ecológico de un organismo. Un nuevo marco teórico de los científicos de la Universidad de Illinois y la Universidad Estatal de Kansas llena el vacío. Créditos: Cristian Bonilla Poveda