Una comunidad de unos 100 yanomamis no contactados corre un grave peligro de ser atacada por mineros que trabajan a sólo 12 km de su yano (casa comunal). Otro campamento minero más grande opera a 42 km de distancia.
Imágenes satelitales tomadas entre 2020 y 2021 reflejan este peligro gráficamente: en ellas se pueden ver las pistas de aterrizaje que abastecen los campamentos mineros ilegales y el aumento de la deforestación por las operaciones mineras.
La proximidad del campamento minero más cercano supone que de forma inminente puede producirse un peligroso encuentro entre mineros y yanomamis, que expondría a estos últimos a enfermedades como la Covid-19, la gripe o la malaria frente a las que no tienen inmunidad. Muchos podrían morir como consecuencia.
Desde las comunidades yanomamis nacen senderos que se adentran en la selva, y que las familias utilizan a diario para pescar en los arroyos y recolectar frutas y verduras en sus huertos del bosque. Los cazadores yanomamis pueden recorrer más de 12 km diarios por estos senderos en sus expediciones de caza, que a veces se extienden durante días.
Es probable que los cazadores vayan armados, por lo que de producirse un contacto no deseado hay muchas posibilidades de que sea violento. El año pasado Davi Kopenawa, presidente de la Asociación Yanomami Hutukara, advirtió que los yanomamis no contactados (conocidos como moxihateteas) “podrían ser exterminados pronto” y “han huido repetidamente, sin embargo ahora ya no pueden seguir huyendo”.
En 2020 los mineros mataron a dos yanomamis y a lo largo de este año mineros fuertemente armados llevaron a cabo numerosos ataques contra comunidades yanomamis.
FUNAI, el departamento de asuntos indígenas del Gobierno brasileño, sabe desde hace años que los mineros operan peligrosamente cerca de los yanomamis no contactados. En un acto de negligencia criminal, cerró su puesto de protección en el año 2017 dejando a la comunidad totalmente expuesta. Un año después, Hutukara denunció que los mineros eran sospechosos de haber matado a dos moxihateteas no contactados.
El puesto de protección no se reabrió hasta finales de 2020 y la FUNAI asegura haber adoptado medidas para cerrar las operaciones mineras. Sin embargo, estas no han sido eficaces y los yanomamis no contactados siguen estando sumamente expuestos.
El territorio yanomami sufre la invasión de 20.000 mineros de oro que utilizan potentes dragas para sus fines, y destruyen rápidamente los lechos de los ríos y grandes extensiones de selva. Separan el oro con mercurio, lo que contamina los peces y el agua que consumen los yanomamis, hasta el punto de que algunas comunidades registran niveles letales de mercurio en sangre. Los mosquitos, portadores de la malaria, se reproducen rápidamente en los charcos de agua que forman los pozos, infectan a los mineros y estos propagan la enfermedad entre los yanomamis.
Las operaciones mineras están bien financiadas, y hay pruebas de que bandas criminales como el Primeiro Comando da Capital (PCC) y los narcotraficantes han penetrado en el territorio. Algunos han publicado recientemente un vídeo en Internet en el que se jactan de sus hazañas.
El pasado 29 de junio se lanzó la “Operação Omama”, una operación conjunta de la policía federal, el ejército, la FUNAI y otros organismos gubernamentales. Se han incautado algunos aviones, dragas y combustible. Sin embargo, esto es solo la punta del iceberg: a principios de este mes, los yanomamis protestaron en Boa Vista, la capital del estado, y exigieron al gobierno que financie operaciones a largo plazo para cerrar todas las explotaciones mineras, expulsar a todos los mineros de su territorio y comprometerse a un plan de protección viable.
La diputada Joenia Wapichana, Darío Kopenawa Yanomami y otros líderes indígenas de Brasil se reunieron con Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, para hablar del incumplimiento del Gobierno de sus derechos constitucionales. En su informe al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la Alta Comisionada declaró: “En Brasil, estoy consternada por los recientes ataques contra miembros de las poblaciones Yanomami y Munduruku por parte de mineros ilegales en el Amazonas”.
Scars in the Forest (Cicatrices en la selva), un informe elaborado por la Asociación Hutukara Yanomami y la Asociación Wanasseduume Ye’kwana (Seduume), reveló que la superficie de selva destruida por los mineros aumentó un 30% en 2020 y advirtió del inminente genocidio de los yanomamis no contactados.
Survival ha escrito a las autoridades brasileñas sobre la seguridad de los moxihateteas no contactados, instándolas a expulsar a los mineros antes de que sea demasiado tarde.
Imagen principal: Yano (casa comunal) de yanomamis no contactados en la Amazonia brasileña, fotografiada desde el aire en 2016.© Guilherme Gnipper Trevisan/FUNAI/Hutukara
Fuente: Survival