• Frances Seymour, la Asesora Forestal en la oficina del Enviado Especial Presidencial de Estados Unidos para el Clima, estuvo en Santa Cruz de la Sierra, para participar de la Reunión Técnica del grupo de Gobernadores por el Clima y los Bosques (GCF Task Force). 
  • La experta en bosques tropicales y cambio climático accedió a una entrevista con la Red Ambiental de Información (RAI), para hablar de un tema que preocupa a los bolivianos, la deforestación. Cuál es el reto de los gobiernos subnacionales para incidir en las decisiones nacionales en temas referentes al cambio climático o la necesidad de frenar o revertir la pérdida de la cobertura boscosa. 

Tomando en cuenta que muchas decisiones a cerca del cambio climático se toman a nivel de gobiernos nacionales, ¿cómo evalúa una reunión entre gobiernos subnacionales?

Muchas de las declaraciones públicas provienen del nivel de jefes de Estado, pero creo que por mucho tiempo hemos entendido que las acciones a nivel de departamentos y nivel local no son solo bienvenidas, sino necesarias para enfrentar el desafío del cambio climático y para la posibilidad de mantener las temperaturas crecientes en menos de 1.5 grados centígrados, como se fijó en el Acuerdo de París. Aquello requiere acciones departamentales y locales. 

En Estados Unidos vemos que muchos Estados y ciudades hacen compromisos para tomar acciones frente al cambio climático. Creo que en la reunión técnica del Grupo de trabajo de Gobernadores por el Clima y los Bosques es particularmente importante, porque se ocupa de uno de los problemas clave que tenemos que solucionar para el cambio climático que consiste en: detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de los bosques hasta el 2030, y eso se acordó en una declaración a nivel de jefes de Estado en Glasgow, hace unos años y luego esto desencadenó en el Balance Global de las negociaciones sobre el clima de Dubai, en diciembre pasado. 

Este tipo de reuniones brinda una “comunidad de práctica” entre las jurisdicciones en todo el mundo. Muchos gobernadores de provincias ricas en bosques, enfrentan desafíos comunes y pueden aprender unos de otros sobre cómo lograr el éxito. Pero esto también provee una plataforma para los departamentos dentro de países, como Bolivia, para reunirse y amplificar sus voces hacia el gobierno nacional y para decir: “nosotros, como líderes de las provincias ricas en bosques tenemos estos retos en particular y necesitamos este tipo de apoyo por parte del gobierno nacional”. Hemos visto eso en países como Brasil, por ejemplo, donde hay una asociación entre gobernadores de los Estados amazónicos, que se han organizado para lograr aquello. 

Uno de los retos consiste en cómo los gobernadores desarrollan planes de acción climática a nivel de provincias y departamentos y logran alinear aquello con las llamadas “contribuciones establecidas por el país” que los gobiernos nacionales están presentando a la Convención Mundial sobre el Clima, a través del Acuerdo París. Así que hay mucho trabajo por hacer, pero este es un rol absolutamente crucial para las entidades subnacionales. Y esto es así porque en el sector forestal muchas de las autoridades relacionadas con el manejo forestal están en el nivel subnacional, respecto a permitir o reglamentar las actividades relacionadas con los bosques. 

Los impactos de la deforestación se sienten al nivel subnacional. Sabemos que en Bolivia ha habido incendios catastróficos e inundaciones catastróficas, que han ocurrido recientemente. Creo que los departamentos y los gobernadores juegan un rol crucial para enfrentar este tipo particular de emisiones al clima, pero también en la necesidad de la adaptación al cambio climático.

Con los informes de Global Foresta Watch (GFW) y otras plataformas especializadas, tenemos suficiente información a cerca del estado de los bosques en el mundo ¿Qué podemos hacer para que los gobiernos los utilicen?

Hay muchos usos para esta información. Global Forest Watch, muestra las pérdidas anuales de cobertura boscosa en el mundo por país, pero también profundiza lo que pasa a nivel local, usando imágenes satelitales para explicar cuál es la causa de la deforestación. 

Esta información está siendo usada en el mundo de muchas maneras, no solo por los gobiernos, sino por la sociedad civil y organizaciones que a menudo cooperan, por ejemplo, la policía local puede usar estos datos y enfocarse en áreas donde hay actividad ilegal, así mismo para apoyar el trabajo de las autoridades o para poner metas de reducción de los índices de deforestación, entre otros usos. Ciertamente, la sociedad civil y los medios juegan un gran papel para amplificar esta información y traducirla comprensible para los lectores promedio y que se pueda entender qué sucede y cómo interpretar las tendencias y las implicaciones que tienen para formular políticas. También hay muchas actividades de la cooperación internacional para usar este tipo de datos, por ejemplo, para ayudar a los gobiernos nacionales o subnacionales a reunir los requisitos para tener acceso a los mercados internacionales del carbono, sobre la base de reducciones demostradas en las emisiones causadas por la deforestación o la disminución de emisiones de dióxido carbono a la atmósfera a través de la restauración de bosques. Estos datos se pueden usar en una infinidad de formas. 

Bolivia es un país con bosques importantes y los estamos perdiendo frente a la agroindustria ¿Qué hacemos? 

Estamos enfrentado esta situación por décadas. Cuando estamos ante la necesidad de escoger entre alimentar a las poblaciones se requiere deforestar, versus proteger los bosques para las metas ambientales globales. Pero creo que esta es una caracterización muy falsa sobre lo que en realidad son las opciones que tenemos ante nosotros, porque no solo se trata de compensar entre proteger los bosques por su valor ambiental y convertirlos en tierra usada para producir alimentos. La evidencia científica se está acumulando rápidamente en sentido de que en realidad mantener los bosques es necesario para proteger los sistemas productivos, que generan los alimentos que todos disfrutamos. 

Hay evidencia de que la deforestación no solo causa emisiones a la atmósfera, que en consecuencia ocasiona temperaturas más altas en promedio, que afectan la agricultura, sino que a nivel más local, la deforestación interrumpe el papel clave que los bosques juegan en reciclar la humedad y crear nubes y crear lluvia, de manera que destruir los bosques del Amazonas, por ejemplo, aumenta los riesgos de sequía aguas abajo, causa el deterioro de las lluvias al punto que los ciclos de siembra y cosecha están en riesgo. Así que todo el ciclo del agua es afectado por la deforestación. 

A escala más local, la deforestación aumenta no solo la temperatura local promedio a una escala similar al incremento que se experimenta por el efecto invernadero a escala global, por el ciclo del carbono, sino que también está aumentando las temperaturas extremas que se experimentan las zonas más calientes, de manera que no solo someten a los cultivos a un estrés por calor, sino que exponen al ganado a un estrés por calor y también a los seres humanos, que trabajan en la agricultura en el calor del día, creando riesgos extremos para la salud; así las horas en que se puede trabajar en exteriores se reducen. 

Entonces, de hecho, es por el bien del sector de los agronegocios que deben poner atención a los servicios que los bosques proveen para la producción, y deberían tener una visión más holística, a escala de paisaje, sobre la necesidad de conservar los bosques como una forma de mantener la productividad agrícola, la seguridad alimentaria, la seguridad hídrica, y la seguridad de la salud humana. 

En 2030 los líderes de 145 países prometieron revertir la pérdida de bosques, desde su punto de vista y experiencia ¿cómo podría ser esto posible al ritmo que vamos? 

Esta es una pregunta desafiante. En 2023 hubo reducciones importantes en la pérdida de cobertura boscosa en la región amazónica de Brasil y Colombia, y recientemente Indonesia ha disminuido sus altas tasas de deforestación, sin embargo, a escala global no estamos haciendo un impacto significativo en la pérdida catastrófica de bosques, especialmente en los bosques tropicales primarios cada año, necesitamos acelerar ese progreso para poder lograr la meta para 2030. Creo que la buena noticia es que los países que han reducido la deforestación en grado importante, probaron que es posible lograrlo, esto nos muestra qué es efectivo reducir la deforestación. 

Sabemos que la manera más rápida de aumentar la deforestación es construir una carretera cruzando un bosque, sabemos que cuando las autoridades aplican las leyes ya existentes contra el cambio del uso de la tierra y otros usos, eso puede ser efectivo. Sabemos que los pueblos indígenas son los mejores cuidadores de los bosques, así que una de las mejores maneras de mantener los bosques es reconocer los derechos de los pueblos indígenas y ayudarlos a defender sus territorios. 

Conocemos las herramientas que están disponibles y pienso que la comunidad internacional, a través de la cooperación internacional, puede contribuir a apoyar a los líderes de países con bosques a nivel nacional o subnacional, que están comprometidos a lograr estas metas a través de asistencia técnica, financiación, a través de cooperar sobre las causas de la deforestación de manera transnacional, como una cadena de suministro global. Cuando nos esforzamos en usar las estrategias que sabemos que funcionan, todavía hay la posibilidad de alterar esa curva y acelerar la disminución de la pérdida de bosques en la medida en que podamos alcanzar nuestras metas.

¿Qué mensaje le podría dar a Bolivia, en este escenario de pérdida de bosques?

Creo que hay algunos temas en los que todos podemos estar de acuerdo. Primero, que Bolivia es importante a nivel mundial en la lucha contra el cambio climático, porque cuenta con una de las áreas más grandes de cobertura boscosa, es extraordinariamente rica biológicamente e importante para muchas regiones, pero está experimentando una de las tasas más altas de deforestación. De hecho, debido a que Indonesia ha logrado reducir sus tasas en años recientes, Bolivia ha subido al tercer lugar de los países con las mayores superficies de pérdida de bosques, en este contexto, Bolivia tiene que ser parte de la solución. 

Un segundo tema en el que podemos estar de acuerdo, es que quizá Bolivia no ha recibido la atención debida por parte de la comunidad internacional, y no se la ha presentado en las conversaciones en el grado que merece, dada su importancia. Creo que la comunidad internacional y ciertamente Estados Unidos, han estado viendo esto con el deseo de ayudar, de ser socios con el gobierno en todos los niveles y con la sociedad civil para enfrentar este problema con las herramientas que tenemos.  

Se están buscando señales de liderazgo político, de compromisos valientes a nivel nacional y subnacional sobre lo que esperan lograr. Estamos a la espera de planes y estrategias en detalle, alineadas con las contribuciones establecidas por el propio país ante el Acuerdo de París, con detalles sobre cuál es el plan, cuáles son los hitos, cuál es la necesidad de asistencia técnica y cuál la necesidad de asistencia en inversión para avanzar e implementar. 

Necesitamos evidencias de voluntad para trabajar como socios, ya sea con otros grupos interesados: pueblos indígenas, el sector privado, la sociedad civil, para trabajar en todos los niveles de gobierno, nacional, subnacionales, municipios, comunidades locales, y aprovechar todos los recursos que tenemos a disposición para trabajar juntos y abordar este problema. Es un asunto existencial para el clima y esperamos avanzar en esto.

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Frances Seymour es experta en bosques tropicales y cambio climático. Es Miembro Senior Distinguido del Instituto de Recursos Mundiales, preside la Junta de la Arquitectura para las Transacciones REDD+ y es autora principal del libro ¿Por qué bosques? ¿Por qué ahora? The Science, Economics, and Politics of Tropical Forests and Climate Change.  Seymour ha vivido y trabajado en Indonesia durante 11 años, seis de ellos como directora general del Centro de Investigación Forestal Internacional (CIFOR), por lo que fue condecorada con la Orden del Mérito Agrícola de Francia.  Tiene un máster en Administración Pública por la Universidad de Princeton y una licenciatura por UNC-Chapel Hill. Actualmente es asesora forestal en la Oficina del Enviado Especial de EE. UU. 

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