Por Iván Paredes Tamayo/Mongabay Latam
- El paiche fue introducido en Bolivia de manera accidental en 1976. Al principio era una especie rechazada porque era un pez extraño, pero ahora los pescadores la ven como una joya para su economía.
- No hay estudios que comprueben los daños que causa el Arapaima gigas en los ríos amazónicos bolivianos; sin embargo, hay lugares en donde a partir de su presencia, los peces nativos desaparecieron.
- El estado boliviano aún no incluye al paiche como especie invasora. En algunas investigaciones oficiales se propone controlar su población, pero también se motiva su pesca para potenciar la economía de comunidades rurales.
Víctor Peñaloza Lurici vio por primera vez a un paiche (Arapaima gigas) cuando tenía 16 años. Se sorprendió tanto que hasta ahora no lo olvida. Eso pasó en el 2016 y ahora —con 22 años— se volvió un experto en pescar al nuevo gigante de las aguas dulces amazónicas de Bolivia. Al preguntarle cómo es atrapar a este pez, reconoce que es complicado y riesgoso por la paciencia, la atención y el tamaño del ejemplar. Lo importante —dice— es que esta práctica se convirtió en el sustento económico de su familia.
En los últimos 15 años, el paiche revolucionó la vida de las comunidades que viven a las orillas de los ríos amazónicos bolivianos a pesar de los problemas que representa, al ser una especie invasora, aunque el gobierno boliviano aún la cataloga solo como una especie introducida, pues se necesitan más estudios para verificar qué variedades de peces están en riesgo con su presencia.
Según el proyecto Peces para la Vida, financiado por la Fundación Faunagua y otras entidades, fue en 1976 cuando se vio por primera vez un paiche en Bolivia, pues es nativo de zonas más al norte de la Amazonía. Un criadero artificial de paiches en el lago Sandoval cerca a Puerto Maldonado, capital de Madre de Dios, en Perú, fue rebasado por una repentina crecida de sus aguas luego de fuertes lluvias. Paiches jóvenes fueron arrastrados al cauce del río Madre de Dios y allí hicieron su nuevo hogar.
Este pez no tiene enemigos naturales en los ríos bolivianos, es un depredador por excelencia y ha llegado a crecer hasta alcanzar tamaños descomunales de más de 3 metros de largo. Eso lo ha hecho protagonista de diversos relatos y leyendas en la región. Su expansión se calcula que alcanza una velocidad promedio de 33 kilómetros por año, según detalla Paul Van Damme, director de Faunagua.
La presencia del paiche en Bolivia se ha convertido en uno de los casos paradójicos de invasión de una especie exótica, pues en su área de distribución natural —Perú y Brasil— se encuentra amenazada por la sobrepesca.
Hoy, en Bolivia, este pez nada por los inmensos ríos Abuná, Madera, Orthon, Madre de Dios, Beni y Yata. Además, se confirmó —explica Van Damme— que ahora el Arapaima está en los ríos Mamoré y llegó al Itenéz, localizados en el departamento de Beni, cerca de Brasil. Es decir, el paiche cruzó de oeste a este sin ningún problema.
Luego de adueñarse de la región del Madre de Dios, el paiche también encontró en los arroyos y lagunas del norte de Bolivia las condiciones ecológicas para su reproducción y eventual dispersión por el interior del país. El paiche deja sus huevos en las orillas de los ríos y su proceso de reproducción se está dando con éxito en los afluentes bolivianos.
El pez puede llegar a crecer hasta 3,5 metros de largo y pesar más de 300 kilos; su carne es considerada “muy deliciosa” y se estima que el 80 % del pescado que se vende en Pando y Beni proviene de la captura del paiche, aunque se suele comercializar con el nombre de otras especies nativas como el surubí (Pseudoplatystoma) o el pacú (Myleus Pacu).
El ‘boom’ en el norte amazónico
Paul Van Damme, biólogo y director de la fundación Faunagua, una organización no gubernamental dedicada desde 2004 a la investigación y manejo de los recursos hidrobiológicos y los humedales de Bolivia, estima que en la actualidad se pescan cerca de 4000 toneladas de esta especie en los ríos amazónicos bolivianos. Esto significa —dice— que el paiche domina el 70 % del mercado de las principales regiones pesqueras de Bolivia: Pando y Beni. Es por eso que esta especie se convirtió en el sustento de muchas familias bolivianas.
“El paiche ocupa un lugar muy importante en las cadenas de valor y ha desplazado a las especies nativas en la pesca como el surubí, el pacú y otras más. Ahora están pescando un 70 % de paiche porque es más fácil, tiene más carne y no tiene hueso. El paiche cambió la cadena de valor y existen pescadores que se dedican exclusivamente a la pesca de esta especie”, le explica Van Damme a Mongabay Latam.
En Riberalta, municipio del departamento de Beni, ubicado a 953 kilómetros de la ciudad de La Paz, el boom del paiche cambió la vida de sus pobladores. En este poblado, de la misma extensión que Catar, la pesca de Arapaima gigas se convirtió en la principal actividad económica, igualando al cultivo de castaña, tarea que se hace por épocas y que tiene buen rédito por la calidad del fruto seco amazónico.
¿Es posible detener la expansión del paiche en Bolivia? La respuesta de Van Damme es categórica: “No” ¿Podría existir un impacto negativo del paiche sobre los peces nativos? “Aquí no hay respuestas contundentes, pero pensamos que se puede pensar en un equilibrio entre el aprovechamiento sostenible y la protección de las especies nativas que son importantes para la pesca de subsistencia”, dice el investigador.
Bolivia no tiene una cultura pesquera y por eso la dieta de la población sigue encabezada por la carne roja. Al no tener una salida al mar, el país mira a los ríos amazónicos y lagos del altiplano como sitios clave para pescar, pero con algunos controles. Se calcula que en el país se consume un promedio de 2,61 kilogramos de carne de pescado por año por persona, según el estudio Bases técnicas para el manejo y aprovechamiento del Paiche en la cuenca amazónica boliviana, publicado por el Ministerio de Desarrollo Rural, pero se pretende llegar al consumo de 5,1 kilogramos por persona anualmente, meta propuesta por las autoridades nacionales y regionales. Sin embargo, la mitad de esa dieta proviene de la importación de peces, generalmente de Argentina y Perú.
Desde 2011, la pesca anual del paiche en el norte boliviano se ha triplicado, según detalla Van Damme. Esta especie representa alrededor de tres cuartos del ingreso anual de un pescador profesional.
A pesar de ser una especie exótica, Van Damme destaca que si la pesca de este gigante acuático se maneja de manera apropiada podría convertirse también en un antídoto poderoso para frenar la deforestación en zonas amazónicas y el cambio de uso de la tierra, dos grandes problemas que aquejan a Bolivia.
Del Arapaima gigas se aprovecha todo: su carne, su cuero y hasta su lengua. La carne es comercializada en las principales ciudades del país y el kilo puede llegar a costar hasta 60 bolivianos (8,5 dólares) en mercados de La Paz.
Del cuero se hacen carteras, billeteras y otros accesorios. Este insumo se trabaja en ciudades orientales de Bolivia y los productos terminados son de exportación. Su áspera lengua se deja secar y se utiliza como lija o rallador de cocina; también se la pulveriza y se la ingiere para combatir los parásitos intestinales, según la cultura tradicional.
Curupaú, una microempresa boliviana con sede en la ciudad de Cochabamba, ve en el cuero del paiche —seco, salado, curtido y procesado— una mina de oro posible para exportar en botas, zapatos, carteras, forros para agendas, billeteras, cinturones o cualquier otra creación.
Solo en la ciudad de Riberalta cada mes se llegan a pescar 70,000 kilos de paiche, de los cuales el 15 % representan el cuero. Según Lincon Zapata, dueño del emprendimiento, la demanda de esta piel provocó que las comunidades indígenas entreguen lo pescado con cuero y escamas incluidas, lo que no solo significó mayor rentabilidad para los proveedores y materia prima para el artesano, sino que la carne se conservaba mejor. Según dice, es un proceso en el que todos ganan.
A pesar de los beneficios económicos que estaría representando el paiche para muchos pescadores bolivianos, sus impactos a la biodiversidad están poco estudiados y la regulación y control de este temas por parte del Estado destaca por su ausencia.
Sin estudios concretos
Selin Trujillo es el presidente de la Federación Única de Pescadores, Comercializadores y Piscicultores del Norte Amazónico de Bolivia. Recuerda que cuando se descubrió al paiche en las aguas del norte de Bolivia los pescadores se asustaban porque no sabían qué tipo de pez era. Trujillo dice que en 1995 esta especie dobló la cantidad de sus ejemplares y no se podía pescar especies nativas porque solo había paiche. “Ahora el paiche es una bendición para los pescadores, pero han desaparecido varias especies. Aunque no sabemos si es por el paiche, ya que también puede ser por la explotación ilegal del oro”, comenta el dirigente pesquero.
Van Damme asegura que no existen investigaciones en Bolivia que puedan corroborar qué especies nativas fueron fulminadas por la presencia del paiche. Lo cierto es que uno de ellos, el tucunaré, un pez que habitaba en el río Paraguá, ahora ya no se ve en esa zona.
“Asumimos que el impacto del paiche es bastante grande porque es un depredador que come peces nativos. Hemos abierto estómagos y vimos algunos, pero para poder demostrar el impacto tenemos que mostrar la estructura de la comunidad antes de la llegada del paiche y después. Tenemos datos de algunos ríos, pero no logramos volver. Por ejemplo, del río Paraguá, en la cuenca del Itenéz, hice estudios hace 20 años y no había paiche en esa época, ahora sabemos que hay y sería interesante analizar qué está pasando. Dicen que ya no hay tucunaré (Cichla ocellaris) y presumimos que el paiche lo devastó”, relata Van Damme.
El paiche es un depredador en los ríos bolivianos de corrientes lentas y en los recodos de los lagos del norte de la Amazonía. Esta especie, más que ningún otro pez, consume todo lo que cabe en sus enormes mandíbulas ganchudas, además de tragar semillas, hojas, piedras y lodo. Los expertos coinciden en que es un brutal carnívoro y destructor del ecosistema.
En 2017, el gobierno de Bolivia financió un estudio sobre el manejo del paiche en aguas amazónicas y de esta investigación fue parte la fundación Faunagua. El informe habla, entre otros aspectos, de la dieta del Arapaima gigas. Se recolectaron 253 estómagos de esta especie con una longitud estándar promedio de 116.6 centímetros. De esta cifra, solo 177 presentaron contenido estomacal: 97 de estos ejemplares fueron hembras y 70 machos.
Las pruebas se realizaron en los ríos Beni y Madre de Dios. El objetivo del gobierno boliviano para lanzar este estudio fue aprovechar el paiche y, al mismo tiempo, se buscaban métodos para disminuir los impactos negativos de la invasión de esta especie.
“Se encontró que la dieta está compuesta principalmente por peces, materia vegetal e invertebrados. El ítem peces fue el único categorizado como primario”, explica el informe sobre la dieta alimentaria que tiene el paiche en los ríos amazónicos bolivianos. El texto detalla que dentro de los peces más afectados está el orden Characiformes —especies con escamas que comprende a los caracinos y demás parientes— el más consumido por el paiche.
Los invertebrados que destacaron en la dieta del paiche pertenecen a los órdenes Coleoptera (escarabajos), Hemiptera (insectos neópteros) y Decapoda (orden de crustáceos). “No se observaron diferencias significativas en la composición de la dieta entre las diferentes tallas y sexos”, detalla el estudio.
También se destaca otro estudio realizado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia, a través del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), que aprueba el Plan de Control y Aprovechamiento Integral de Paiche en la Reserva Nacional de Vida Silvestre Amazónica Manuripi, ubicada en el departamento de Pando. Este texto tiene el “objetivo de mitigar el impacto negativo del paiche sobre la ictiofauna nativa de la reserva, mediante su extracción controlada y el aprovechamiento integral de sus subproductos”.
Lo interesante de este estudio es que, a pesar de que busca regular el aprovechamiento del paiche y que habla de controlar más no de erradicar a la especie, admite que el paiche ocasionó la disminución de peces nativos en su paso por los ríos amazónicos bolivianos desde 1976. Esto, detalla el texto, podría afectar la “seguridad alimentaria de las comunidades que dependen de este recurso”. Por lo tanto, “el objetivo del plan en la reserva Manuripi es disminuir la población del paiche hasta un nivel que no represente una amenaza para otras especies, al tiempo que se generan beneficios sociales y económicos para los residentes del área”.
Fernando Carvajal, investigador boliviano experto en el manejo del paiche, resalta que se necesitan más investigaciones y alianzas para determinar con exactitud los daños que genera esta especie invasora. Carvajal también se basa en estudios de Faunagua para sospechar que el paiche, al ser un pez carnívoro, seguramente está disminuyendo la cantidad de ejemplares de peces nativos que habitan en los ríos.
A ese debate se suma Federico Moreno, director del Centro de Investigación de Recursos Acuáticos (CIRA) de la Universidad Autónoma del Beni. El experto también considera que se requieren más investigaciones para determinar si los animales de los que se alimenta en aguas amazónicas están en peligro. Pone como ejemplo a la piraña, un pez que todavía se encuentra en los ríos del norte de Bolivia y que es atacado por el paiche. Para él, la piraña estaría en un inminente riesgo por la presencia del gran depredador de agua dulce.
“El caso del paiche es particularmente interesante porque la especie ha demostrado ser muy vulnerable a la extinción en su rango natural de distribución en la Amazonía, particularmente en Perú y Brasil. En cambio, en Bolivia, donde la pesca comercial es de menor escala, el pez ha llegado a ocupar un importante segmento de la cadena de valor del pescado en el norte amazónico, por lo que se habla frecuentemente de un boom en la comercialización de la especie”, destaca Moreno.
Van Damme detalla que para muchos pescadores bolivianos el desastre ecológico se ha traducido en bonanza económica. Y lo anterior se confirma en la opinión de Jesús Justiniano, dirigente pesquero en la comunidad de Trinidacito, en el departamento de Pando. “Vemos al paiche como una bendición. No han cambiado mucho nuestros lagos y ríos en Trinidacito. En la laguna Mentiroso abunda el paiche y también hay otras especies. Nosotros no queremos exterminarlo, se debe mantener porque es el sustento de varias familias. Si sacas uno solo ya está resuelto el tema, en cambio debes sacar muchos tambaquíes [otra especie de pez] para sobrevivir”, relata el pescador.
Justiniano no está de acuerdo con sacar a la especie de los ríos bolivianos porque cree que este pez invasor no daña el hábitat de los peces nativos. Para él, “es un recurso más para poder vivir”.
Las palabras de Justiniano muestran que la presencia del paiche en Bolivia es una verdadera paradoja. En los territorios en donde es nativo, la sobrepesca está llevando a este pez a la extinción. Y en tierras bolivianas, donde otras especies quizá están desapareciendo por su presencia, la aparición y pesca del paiche representa un motor para la economía de los pobladores de la región.
*Imagen principal: El paiche puede medir más de 3 metros de largo. Foto: Sernap.
Fuente: Mongabay Latam