Por Martín de Ambrosio /SciDev.Net
[BUENOS AIRES] Las represas fluviales construidas para generar energía eléctrica provocan una serie de daños al ambiente y las economías que casi nunca se contemplan en las etapas previas a su construcción y raramente frente a los hechos consumados, señala un nuevo estudio.
Algunas consecuencias derivadas de esa falta de previsión son daños a la flora, la fauna y las actividades económicas debidas a las modificaciones en los cursos de los ríos detenidos en su flujo.
La desestabilización de las comunidades biológicas y la pérdida de biodiversidad, además de los cambios en el curso de los ríos, “pueden causar serias interferencias a la supervivencia de las comunidades que dependen de la pesca”, advierten las autoras del estudio publicado en Brazilian Journal of Biology.
Lideradas por Fernanda Souza-Cruz-Buenaga, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, las investigadoras explican que “el control hidrológico de la generación de energía involucra la retención del flujo natural del río, lo que hace que los niveles de flujo que permanecen sean por lo general insuficientes para un apropiado funcionamiento de los ecosistemas”.
Ello lleva a “un descenso de la supervivencia de especies críticas y de la reproducción orgánica”, precisa la investigación.
En Brasil, por sus ríos caudalosos y abundantes, la construcción de hidroeléctricas figura entre las actividades de mayor impacto antropogénico (producto de la actividad humana), pero también ha suscitado encendidos debates y oposiciones técnicas en la Patagonia argentina y chilena.
Ignacio Roesler, investigador asistente del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA-Conicet), dice que el estudio “es un metaanálisis de represas tropicales que necesitan un desvío del curso de agua para ganar fuerza potencial del agua”, lo cual es muy importante de tomarse en cuenta en el contexto actual.
Ello, porque “marca tres impactos: cuando se retiene el flujo del río, cuando se desvía y se deja una parte del río sin flujo, y cuando el flujo regresa, ya que no lo hace del mismo modo”, explica.
Afirma que ese proceso cambia la dinámica en tres niveles. “Se inundan áreas, se dejan partes del río sin agua y por último se genera una estabilidad artificial en la porción libre, sin impacto del río. Eso obviamente reduce y genera un cambio en la productividad del curso de agua y la diversidad de especies”.
Para Maite Hernando Arrese, investigadora asociada del Centro Transdisciplinario de Estudios Ambientales y Desarrollo Humano Sostenible de la Universidad Austral de Chile, “el estudio es importante en el contexto latinoamericano porque las tomas de decisión y la medición del impacto de estos proyectos se basan hasta ahora sólo en mediciones hidrológicas sin tomar en cuenta otros aspectos o impactos que puedan generar en fauna, comunidades humanas, etc.”.
“El estudio es importante en el contexto latinoamericano porque las tomas de decisión y la medición del impacto de estos proyectos se basan hasta ahora sólo en mediciones hidrológicas sin tomar en cuenta otros aspectos o impactos que puedan generar en fauna, comunidades humanas, etc.”
Maite Hernando Arrese, Universidad Austral de Chile
“No existen buenas líneas de base, buenas investigaciones que permitan contrastar cómo estaba inicialmente una cuenca o río en la fase previa al proyecto. Como señalan las autoras, no hay mucha investigación que permita determinar cuánto caudal es suficiente para mantener saludable el curso del río y todo lo que crece a su alrededor”, confirma Hernando Arrese, actualmente en la Universidad de Wageningen (Holanda).
Roesler –también director adjunto de conservación de la ONG Aves Argentinas– concluye que en algunos proyectos la falta de información sobre las consecuencias de las represas se ha usado como argumento para construirlas, cuando debería ser exactamente al revés.
Y que aunque la energía hidroeléctrica es menos dañina que la extraída del combustible fósil en función del cambio climático, “las represas tienen un gran impacto porque generan dióxido de carbono y pérdida de masa vegetal y de comunidades de algas que son importantes para la captura de carbono, además del enorme costo de construcción en cuando a su huella de carbono”, advierte.
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Foto de portada: Represa Mascarenhas de Moraes en Ibiraci, Minas Gerais, Brasil (antes conocida como Presa Peixoto). Construida en 1957, fue la primera hidroeléctrica principal construida en el Río Bravo. Crédito de la imagen: Wikimedia
Fuente: SciDev.Net