La evidencia científica es inequívoca: el cambio climático amenaza el bienestar y la salud del planeta, “cualquier demora en acciones globales concertadas hará que se pierda la ventana de oportunidad para asegurar un futuro habitable”.
El 28 de febrero de 2022 se presentó el VI Informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) con foco en: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad. El IPCC fue creado en 1988 para facilitar evaluaciones integrales sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta desde una perspectiva científica, técnica y socioeconómica.
Hoesung Lee, director del IPCC, afirmó que “el último informe es una advertencia urgente sobre las consecuencias de la inacción”. Lee hizo énfasis en la urgencia de acciones inmediatas y más ambiciosas para enfrentar los riesgos climáticos. “Medidas a medias no son más una opción”, explicó.
Si bien el informe ratifica las evidencias científicas que se vienen señalando en informes anteriores, éste es un llamado urgente a la acción para mantener la temperatura en 1.5 grados a fin de evitar efectos catastróficos irreversibles a los que sea muy difícil adaptarse.
El informe se centra en los crecientes riesgos e impactos del calentamiento global para la salud física y mental, la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua, las migraciones involuntarias, la acelerada urbanización, la exposición a incendios y el aumento del nivel del mar. Asimismo, hace énfasis en la necesidad de desarrollar estrategias más robustas de adaptación, especialmente para las personas y ecosistemas más vulnerables, a los impactos del cambio climático (entre 3.3 y 3.5 billones de personas viven en zonas de alta vulnerabilidad).
La gravedad de la situación y de los impactos para las personas y los ecosistemas es creciente; las acciones que se vienen realizando no son suficientes ni proporcionales a la urgencia. La vulnerabilidad difiere entre regiones, toca a todos en todas partes, pero no de la misma manera. Está influenciada por patrones que se cruzan con el desarrollo socioeconómico, el uso insostenible de la tierra y los océanos, la inequidad, la marginalización histórica y actual, el colonialismo y la mala gobernanza.
La adaptación es crucial y está en marcha en muchos países, sin embargo, no es igual para todos ni en todas partes, la ayuda y la tecnología no llega a todos por igual. Entonces la adaptación por sí sola no es suficiente, simultáneamente se tiene que disminuir las emisiones de GEI y, por tanto, integrar adaptación y mitigación como las dos caras de una misma moneda y balancear el financiamiento y las estrategias en los dos sentidos; actualmente el financiamiento está más focalizado en la mitigación e incluso para ello, es insuficiente.
El informe tiene un abordaje más integral, articula de manera más completa que antes las ciencias y variables naturales, económicas y sociales a través de un concepto nuevo: Desarrollo Climáticamente Resiliente, que resalta la interdependencia e interconexiones entre cambio climático, sociedad y naturaleza. Opciones de acción son propuestas para enfrentar y adaptarse a las crecientes amenazas y reducir los impactos sobre los más vulnerables.
Reconocer a la naturaleza como fuente importante y poco explorada de las soluciones.
Enfatizar de manera explícita el valor del conocimiento de los pueblos indígenas y de las prácticas locales como elementos importantes para la adaptación al cambio climático. Resaltar la importancia de la escala local y su articulación con las escalas nacional, regional y global para respuestas más efectivas.
El informe muestra un foco importante en ciudades, donde más del 50% de la población vive actualmente y donde los impactos se ven y se verán magnificados por la tendencia de este crecimiento.
Por otra parte, plantea límites de la adaptación, en sentido de que ni la mejor adaptación puede prevenir todos los daños y pérdidas y que con una temperatura mayor a 1.5 grados, algunas soluciones naturales ya no funcionarán. Hace referencia a límites duros, como los físicos, subida del nivel del mar, y blandos, como barreras institucionales, gobernanza, o financiamiento.
Como último, menciona la mala adaptación, como aquella que genera daños involuntarios, y para evitarla las decisiones deben tener un abordaje más holístico, inclusivo y una mirada de largo plazo.
Compilado por Marianela Curi.
Fuente: Brújula Digital