Casi el 60% del petróleo y el gas metano fósil actuales, y el 90% de las reservas de carbón deben permanecer bajo tierra en 2050 si queremos tener al menos un 50% de posibilidades de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, según un estudio de modelización publicado la semana pasada en la revista científica Nature.
Muchos proyectos de extracción de combustibles fósiles, tanto en funcionamiento como planificados, no favorecen el cumplimiento de los objetivos climáticos acordados internacionalmente; se calcula que la producción de petróleo y gas, por ejemplo, debe disminuir un 3% anual hasta 2050 para cumplir la meta de 1,5C.
Serán necesarias políticas de restricción de la producción y de reducción de la demanda para animar a los productores a replantearse la producción.
Los combustibles fósiles representan el 81% del consumo mundial de energía, pero su producción y uso tendrán que disminuir sustancialmente para cumplir los objetivos climáticos acordados internacionalmente, establecidos por el Acuerdo de París en 2015, para limitar el calentamiento global a 1,5 °C en relación con la época preindustrial.
En 2015, un artículo de Nature había estimado que un tercio de las reservas de petróleo, la mitad de las de gas y más del 80% de las de carbón deberían quedar sin utilizar en 2050 para tener una buena oportunidad de limitar el calentamiento global a 2 °C.
Basándose en este trabajo anterior, el investigador Dan Welsby y sus colegas evaluaron qué proporción de combustibles fósiles deben dejarse bajo el suelo para tener la posibilidad de limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
Estiman que es necesario un gran aumento de las reservas de combustibles fósiles no extraíbles, especialmente en el caso del petróleo, cuyas reservas deben permanecer bajo tierra en un 25% más que en las estimaciones de 2015.
Los autores también constatan que la disminución de la producción de petróleo y gas necesaria a nivel mundial para 2050 implica que muchas regiones se enfrentan a un pico de producción ahora o durante la próxima década.
Además, los autores sugieren que estos resultados pueden ser una subestimación ya que su modelo no tiene en cuenta las futuras retroalimentaciones del sistema terrestre y dadas las incertidumbres en torno al ritmo de despliegue y la escala de las tecnologías necesarias para contrarrestar las emisiones.
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*Con datos proporcionados por Periodistas por el Planeta (PxP)