Por Xiomara Zambrana Hoyos / Fotos: Fernando Trujillo
Un equipo de biólogos colombianos y bolivianos expertos en delfines de río, navegaron durante cinco días el río Itenez- Guaporé en la primera expedición dentro de un área protegida para estimar las poblaciones del bufeo boliviano, ver su estado de conservación y posibles amenazas. La iniciativa es liderada por la Fundación Omacha, WWF con el apoyo de Faunagua y el Parque Noel Kempff Mercado. La expedición es parte del Programa Conservación de Delfines de río de Suramérica.
Tras 270 km de río recorrido, desde Pimenteiras hasta el inicio del río Verde, se encontraron 230 delfines de río. Según los expertos, la especie se encuentra dentro de los parámetros normales ya que el río Iténez presenta una menor cantidad de sedimentos por la influencia del escudo de Brasil, una de las grandes y más antiguas formaciones geológicas del planeta que hace millones de años se ha venido erosionando, razón por la cual existe un gran número de especies en la zona pero en bajos volúmenes.
Este hecho, vuelve a la especie en vulnerable y por lo tanto importante de conservar, pues sólo el 1% del Inia Boliviensis, nombre científico del bufeo boliviano, se encuentra en el Parque Noel Kempff Mercado, la única área protegida declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, por su riqueza biológica, ambiental y buen estado de conservación.
Y es que al conservar el delfín no sólo se conserva la especie sino el ecosistema en general. “El bufeo es un indicador de la salud de los ríos, donde hay delfines hay peces, donde hay peces hay alimento también para las poblaciones. El delfín está en el tope de la cadena alimenticia acuática, es el jaguar del agua, mantiene el equilibrio” manifiesta Fernando Trujillo, de la Fundación Omacha, líder de la expedición y quien le ha dedicado toda su vida al estudio de esta especie.
La mayor concentración de delfines se halla en las más de 25 bahías del parque, esto se debe a que allí se encuentran un buen número de peces, el principal alimento del delfín de río. Un bufeo ingiere entre dos a tres kilos de pescado al día.
“La distribución y número de bufeos es particular para cada río y cada hábitat y está estrechamente relacionada con el estado de conservación a nivel ecosistémico. En el Parque Nacional Noel Kempff hay un sistema de rápidos, de cascadas, la tectónica de placas relacionadas con eventos climáticos son los que hacen efectivas las barreras naturales como el escudo brasilero que determinaron procesos de formación de especies únicas como el bufeo boliviano”, comenta Federico Mosquera, Responsable del Programa Sudamérica de Delfines de Río de la Fundación Omacha.
El 75% del parque, se encuentra rodeado de ríos como el Iténez, un río que es compartido por Brasil desde Pimenteiras (localidad del lado brasilero).
El bufeo boliviano fue declarado el 2012 como Patrimonio Natural del Estado Plurinacional de Bolivia. Existe un Plan Nacional de Conservación de la especie el cual tiene varias líneas estratégicas como la investigación, educación ambiental y trabajo en áreas protegidas entre otras.
“El bufeo es una especie que entró al ecosistema de agua dulce hace millones de años, colonizando el hábitat ribereño demostrando así su adaptabilidad a las condiciones de los ríos. Una de sus características principales es su sistema de ecolocalización ubicado en su cabeza denominado “melón” cuyo sonido choca con superficies sólidas e identifica lo que tienen al frente que pueden ser un cardumen de peces, troncos y otros, pero no pueden identificar redes, motivo por el cual pueden quedar atrapados”, afirma Mariana Escobar, bióloga e investigadora de Faunagua, quien también es parte de la expedición y cuenta con una trayectoria de 17 años de investigación del Inia Boliviensis.
Amenazas del bufeo
Una de las mayores preocupaciones del equipo de investigadores es el uso del bufeo como carnada que si bien no se comprobó durante la expedición, está confirmado que se realiza en otros ríos bolivianos. La sobrepesca del lado brasilero, es otra de las posibles amenazas, durante el recorrido se contaron cerca de 38 embarcaciones con un promedio de tres personas por lancha. Y es que la pesca deportiva es el pasatiempo favorito de los vecinos brasileros, generando un tráfico de botes en el río; las velocidades de los motorizados es posible ahuyenten o lastimen a los delfines de río. Por lo tanto es algo que debe regularse y controlarse.
Los bufeos han sido habitantes del río durante siglos, sin embargo, la degradación del medio ambiente del río ha contribuido en su disminución como especie, convirtiendo al ser humano en su mayor enemigo. Hay incontables historias de delfines ayudando a personas evitando que éstas se ahoguen empujándolos a la orilla, pero estas criaturas no reciben el mismo gesto a cambio, haciendo que su supervivencia sea difícil. Entre las principales amenazas se destacan la contaminación del río a causa de la minería y agroquímicos. En países como Brasil y Bolivia, las minas de oro requieren de mercurio en sus procesos de minería y luego éstos son desechados en los ríos.
La deforestación es otra de las amenazas, durante el recorrido se pudo apreciar la diferencia entre el lado brasilero y el boliviano, en el primero no queda bosque, en vez son lugares para ganado y otras plantaciones que erosionan los suelos. Y es que los bufeos necesitan del bosque.
“En la época de inundación, cuando empieza a subir el agua, los árboles forman sus frutos y cuando este está al máximo nivel de inundación estos frutos caen al agua. Una hectárea de selva inundada produce 20 toneladas de semillas al año y la mayoría son consumidas por los peces. Cuando se talan los bosques de las orillas del río, deja de haber semillas por lo tanto deja de haber frutos, deja de haber peces y bufeos, o sea hay toda una conexión en el ecosistema para que existan los bufeos” afirma Trujillo.
Anualmente llegan entre 12 a 15 mil turistas al río. La pesca comienza en marzo y termina en noviembre. Sin embargo esto podría transformarse en una oportunidad para el lado boliviano en términos de ecoturismo sostenible si es bien manejada.
El Parque Noel Kempff Mercado se está impulsando el ecoturismo como parte de una política nacional para las áreas protegidas y como un incentivo para la sostenibilidad financiera. Johnny Severiche, biólogo de la expedición del Parque Noel Kempff Mercado comenta que “actualmente hay una reglamentación para el turismo, zonas definidas y sistemas de cobranza. La socialización de este reglamento requiere de la aprobación de las comunidades para gestionar con el gobierno su posterior ejecución. Se espera que hasta fin de año se logre este objetivo”.
Una metodología internacional
Para observar a los delfines el equipo de la expedición se dividió en dos grupos: uno a la proa y otro a la popa. Cada uno conformado por un anotador, que lleva el registro de los datos del trayecto, la distancia del río, los datos de longitud y latitud, y hasta el ángulo donde encontraron al delfín. Dos observadores se hacen a lado y lado del anotador. Una persona adicional anuncia, con un distanciador en mano, el cálculo entre el borde del río y el barco.
Por otro lado el río se divide en transectos, cada uno de 2.5 Km. Estos datos luego son digitalizados para que un software los administre. Esta es la misma metodología que se usa a nivel regional (Amazonía), lo que facilita comparar resultados. También tienen que describir los vientos, la visibilidad y el brillo de las aguas. Los equipos van rotando cada hora, así se tienen desacansos pues la jornada es de doce horas.
Aprendizaje, seguimiento y trabajo en equipo
Uno de los aspectos a resaltar fue la capacitación de los expertos científicos a los guardaparques no solo con la metodología sino ampliando información sobre los aspectos biológicos de la especie. La importancia radica en la continuidad y seguimiento que se le dé a este tipo de trabajos, que según los investigadores debe realizarse una vez por año para así comparar resultados y ver el estado de conservación del bufeo.
“Este tipo de trabajos permiten aunar esfuerzos tras un objetivo común, compartir información, crear lazos de trabajo y cooperación a nivel Suramérica, generar proyectos y sostenibilidad para la conservación” enfatiza Mariana Escobar. En los próximos meses se presentará el reporte final y oficial de la expedición a las autoridades bolivianas, gobierno, instituciones y sociedad civil para continuar con la conservación de esta especie que habita únicamente en Bolivia.