Por Xiomara Zambrana Hoyos / Fotos: Fernando Trujillo
La mañana de un 24 de julio, encontraron a José Vidal casi muerto a la orilla del río, según los testigos un delfín de río le salvó la vida.
El junio de 2017, partió la expedición Inia 2017 para estimar la abundancia de delfines bolivianos de río dentro del Parque Noel Kempff Mercado (PNMK), un viaje por el río Iténez desde Piso Firme hasta río Verde con 250 kilómetros recorridos durante cinco días en barco. La travesía fue liderada por la Fundación Omacha, WWF, Faunagua y el Parque Noel Kempff Mercado, conformada por biólogos de Colombia y Bolivia, y guardaparques del área, muchos de ellos le han dedicado toda una vida a la investigación de estas especies.
Si bien el objetivo del viaje no fue en primer lugar el conocer la importancia cultural del delfín boliviano, algunas pocas historias en las comunidades y pueblos, se hicieron oír, la mayoría de ellas describen al delfín como un viejo amigo que según los abuelos salvan vidas, sacando a la superficie a gente que se está ahogando o que incluso ya está muerta.
Y es que el delfín boliviano de río, Inia Boliviensis, parece ser la especie salva vidas y rescatista de los ríos bolivianos. En Bella Vista, única comunidad que habita dentro del parque, así como en Remanso comunidad aledaña, es común escuchar historias de personas que han sido salvados o expulsados hacia las costas. El Parque Noel Kempff Mercado, única área protegida en Bolivia declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco, es 70% agua, rodeada de ríos, el trayecto de la expedición cuenta con cerca de 25 bahías lugar donde se pueden observar a los delfines quienes moran en aquellos parajes acuáticos tras los peces, su alimento.
Cuentan los comunarios que en las tardes, a las orillas de los ríos o en el interior de las casas comunales, en pueblos, caseríos o comunidades nativas, acuden los mitos y leyendas a involucrase en la conversación. Allí, basta que alguien toque el tema, para que los mayores, hombres o mujeres, relaten sobre fieras increíbles, aparecidas, brujería, magia, demonios que viven en el monte y encantamientos que los presentes escuchan con avidez y respeto.
“Mi canoa se llama Tapirague, que significa delfín de río en lengua Guarasugwe”, nos cuenta Juan Durán, profesor de la comunidad Bella Vista, donde viven cerca de 10 familias. Es el día del maestro y Juan acaba de despertar, es feriado para él, mientras su mirada se pierde en el río, relata que nació en Bella Vista y que se quedará allí, su ambición es sacar su licenciatura quedarse en la comunidad y enseñar a los siete alumnos que tiene.
“Soy el único profesor no hay otro, y uno quiere que su pueblo mejore y esté bien, sus ríos dependen del delfín para estar bien nos dicen”.
La etnia Guarasugwe, ahora extinta, vivía a orilla del río Iténez, los registros que se tienen de este pueblo datan del año 1741. La historia del contacto de esta etnia con los mestizos que llevaron al ocaso su cultura, comenzó con la fuerte demanda de la goma en 1880. Los primeros bolivianos penetraron en busca del caucho, desde San Ignacio de Velasco llegando al Iténez. Siguiendo los mestizos llegaron los chiquitanos, obligados a trabajar en los gomales.
Como en cualquier comunidad, los mitos y las leyendas forman parte de la cultura popular, en el caso de las etnias amazonenses son parte de su cosmovisión. Una forma de apreciar, conocer el mundo, la vida y el ser humano. La apreciación mítica da un rumbo a su vida y lo inserta en el maremagnum de la selva o el monte como ellos le llaman.
La zona que visitó la expedición, no fue la excepción en cuanto a leyendas, sin embargo según estudios de percepción realizados en la zona por Faunagua en los últimos años estas tradiciones tienden a perderse, la transmisión oral de las mismas de padres a hijos ha ido disminuyendo al mismo tiempo que las prácticas de pesca y las especies de peces de interés han cambiado. Actualmente las nuevas generaciones desconocen o conocen precariamente acerca de estas leyendas. Los abuelos son quienes mantienen aún estas historias.
Mario Roda, es uno de los guardaparques del Parque Noel Kempff Mercado que acompaña la expedición, nació en Florida, una de las comunidades cercanas, de niño su abuelo le contaba historias de gente que fue salvada por delfines de río.
“Escuché decir a mi abuelo que cuando una persona se está ahogando ellos lo ayudan a salir a la orilla, dicen que son algo parecido a nosotros, yo los he visto desde niño, son inteligentes, es un animalito que no hace daño a nadie, por la zona hay muchos pescadores no es que los atrapen, pero a veces como los delfines comen peces caen en la red”.
En las comunidades ribereñas asocian al delfín boliviano con la belleza y la valentía y es considerado como una especie buena o benigna, sobre todo por estar relacionada con relatos como la del abuelo de Mario, y casos comprobados según, en el que los delfines salvan gente de ahogarse. En este sentido, los pobladores locales consideran importante conservar a esta especie. “Ellos nos salvan, nosotros los tenemos que salvar y cuidar”, manifiesta con seguridad el profesor.
La presencia del delfín boliviano data de más de medio millón de años. Según el Plan Nacional para la Conservación del Bufeo Boliviano 2012-2016 publicado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, la especie Inia boliviensis, es considerada como el único mamífero estrictamente acuático registrado para Bolivia. En el 2012, el presidente Evo Morales, lo declara Patrimonio Nacional del Estado Plurinacional.
Aunque la historia evolutiva de I. boliviensis no está muy clara aún, se presume que la formación de una barrera geográfica en el Plioceno habría sido lo que dificultó el contacto entre las poblaciones de delfines que quedaron dentro del territorio boliviano y aquellas que quedaron en la Amazonía Central.
En Bolivia, se conoce al delfín de río como ¨bufeo¨. El nombre Inia proviene del grupo étnico de los Guarayos, así fue como lo bautizo Alcides Dorbigny en 1832, en Baures lo llaman IBGE, los Itonamas lo conocen como Puchca y en Moxos es llamado Aico.
El bufeo es considerado el rey de los ríos, está encima de la cadena trófica. Las anécdotas sobre peleas entre anguilas y bufeos se consideran un espectáculo, historias que suelen escucharse de los pescadores más expertos. “El bufeo levanta a el anguila con su cola a unos dos metros de altura, relata Elmer Peña, uno de los tres guardaparques con más experiencia en la zona y que forma parte de la expedición. Se emociona, mientras narra la escena, como si él mismo estuviese en ese momento en el río: “el delfín es inteligente, parece hasta que se divirtiera, la anguila le da un choque eléctrico, él la empuja y luego es como si la esperara para recibir otro choque, como si supiese que al final él va a ganar, la anguila solo se logra salvar cuando se mete entre la maraña del bosque inundado y se pierde”, comenta.
El delfín boliviano es también relacionado con castigos de carácter mitológico, por ejemplo si una persona se baña en el río en determinados periodos del año, o mata un bufeo, ésta es “encantada” y se convierte en bufeo. Otra creencia gira en torno a que los bufeos son almas de niños perdidos que han sido transformados en bufeos, y de ahí el carácter carismático de los mismos.
Otra de las creencias que aseguran ser una verdad comprobada por los comunarios es que cuando una mujer embarazada está en una canoa, los delfines pasean por debajo y de un lado al otro cerca permanecen cerca de ella. Y es que una de las características del delfín de río es la protuberancia que tiene en la cabeza, por donde emite ondas ultrasonoras. Estas ondas reflejan sobre los cuerpos sólidos, retornando un eco, orientando al bufeo, sobre todo en aguas turbias, con reducida o, incluso, nula visibilidad. De este modo pueden orientarse y percibir el mundo que los rodea.
“Para el Parque Noel Kempff Mercado es importante conservar el delfín, somos un área protegida y esta especie nos indica si hay más o menos peces, si todo está saludable, el agua, el bosque, ellos están en la cima, mantienen el equilibrio, no es cómo piensan algunos que hay menos peces porque el delfín se los come es más bien al revés”, nos cuenta Robert Salvatierra, Jefe de Protección del PNNKM.
Existe una falsa creencia en algunas personas respecto a rol del delfín en los ríos, y es la de que esta especie acaba con los peces. Si bien un delfín se alimenta de dos kilos de pescado diario, su dieta variada ayuda a mantener el equilibrio en las poblaciones de peces.
“Si hay algo que debemos aprender es no echarle la culpa de nuestros problemas a otros comenta Fernando Trujillo”, líder de la expedición, un biólogo colombiano marino con más de 25 años de experiencia que le ha dedicado su vida a los ecosistemas de agua dulce y en particular al delfín al igual que varios de los otros biólogos que son parte de la expedición.
La ausencia de peces obedece a factores ajenos al delfín, uno de ellos podría ser la sobrepesca. Si bien nos encontramos en un área protegida, el río Iténez es internacional, una buena porción del parque se encuentra en la frontera con Brasil, en donde llaman al Iténez como Guaporé.
Según Leslie Córdova una de las biólogas especializada en ictiología (peces) de Faunagua, parte de la expedición, en el trayecto recorrido se contó 38 embarcaciones cada una compuesta por tres tripulantes. Desde Pimenteiras hasta río Verde, se reciben unos 15 mil turistas al año, si bien hay épocas de pesca y veda, los esfuerzos del lado brasilero deben fortalecerse por la conservación no solo del delfín sino de los ríos. Otras de las causas es la deforestación, y es que se aprecia con claridad la diferencia entre el lado boliviano del brasilero, el primero está conservado, el segundo no existe.
Si no hay bosques, no hay peces y si no hay peces no hay delfines. Cuando el río sube los peces comen los frutos de los bosques y detrás de ellos vienen los delfines. Así de simple.
Ver a un bufeo es una de las cosas más lindas es espectáculo natural, señala Elmar, cuando los niños se están bañando en la bahía, le lanzan una toronja y ellos juegan con la fruta como si fuese una pelota, son sociables. Según mi abuelo cuando hay un delfín en el río uno se siente garantizado, porque no hay anacondas, anguilas eléctricas, lagartos; si el delfín corre a las amenazas, nosotros por qué no haríamos de hacer lo mismo por ellos y por nosotros.