Pese a ser uno de los pocos bosques primarios que quedan en el departamento de Chuquisaca y a su importancia para el ecosistema y la biodiversidad, el lugar no se encuentra declarado como área protegida, quedando a merced de los desmontes por la actividad ganadera.
Por Mercedes Bluske y Luis Alberto Guevara
Fotos: Luis Alberto Guevara
(Este reportaje fue elaborado en colaboración entre Correo del Sur, Verdad con Tinta y la Red Ambiental de Información-RAI)
Ser testigo de los estrellados anocheceres, los paradisíacos paisajes boscosos e incontables historias que ofrece el lugar, es un privilegio del que pocos pueden disfrutar.
Situada entre los municipios de Culpina e Incahuasi pertenecientes al departamento de Chuquisaca, en el corazón de Bolivia, Las Chapeadas o Montes Chapeados son un pequeño paraíso de la biodiversidad al que pocos han podido acceder debido a su desafiante acceso y desconocido atractivo. Un verdadero tesoro escondido.
Preciada por ser parte del bosque Tucumano-Boliviano, Las Chapeadas es el registro más austral que se tiene del emblemático oso jucumari u oso andino (Tremarctos ornatus), según informan desde la fundación Naturaleza, Tierra y Vida (Nativa), pues su bosque frondoso y la presencia de bromelias, una de las principales fuentes de alimento del oso, la convierten en un lugar adecuado para su conservación.
Por su parte, es hogar del loro pinero (Amazona tucumana), el cual ha sido categorizado como Vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia, y cuya distribución se restringe a la estrecha franja de bosques nublados del sur de Bolivia y Argentina, siendo Las Chapeadas una de las zonas donde se encuentra la mayor concentración de esta especie, junto con Villa Serrano y la Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía.
El jaguar, varias especies de monos y loros, también han hecho de estos bosques su casa, resaltando su diversidad biológica.
“Está muy cerca de la Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía, por lo que se podría constituir en un corredor de biodiversidad”, explica Iván Arnold Torrez, director de la Fundación Nativa, sobre la importancia de Las Chapeadas como un territorio fundamental para formar un corredor ecológico entre el sur de Bolivia y el norte Argentino.
Ante estas y otras particularidades que convierten a la zona en un lugar privilegiado para la biología y ecología, ya por el año 2003 un estudio trabajado por los municipios de Culpina e Incahuasi en coordinación con la Cooperación Danesa, planteó la creación de un área protegida en Las Chapeadas.
Los hallazgos del estudio consideraban oportuno otorgarle la categoría de Reserva de Vida Silvestre, por ser compatible con las poblaciones humanas, así como con las actividades desarrolladas por ese entonces por los pobladores. Sin embargo, esto nunca sucedió.
El estudio se quedó con la redacción del proyecto de ley pulido y listo para ser presentada al gobierno del entonces presidente Carlos Mesa Gisbert, pero el mismo nunca fue introducido al parlamento ni recibió un número de proyecto, a causa de la coyuntura política de aquel entonces, marcada por la renuncia del entonces presidente y la posterior elección de Evo Morales como autoridad en 2005.
Al respecto, el alcalde de Culpina, Víctor Gallardo, recuerda que ese proyecto fue rechazado por la gente de las comunidades de El Palmar en la consulta social, debido a que, a su criterio, “se tergiversaron las cosas”.
“Decían que no les van a dejar criar animales, no les van a dejar hacer ninguna actividad de sobrevivencia”, explica Gallardo al respecto.
Ante la desinformación, los comunarios empezaron a preguntarse cómo iba a continuar su desarrollo si no iban a poder criar ganado, sembrar pasto, ni recolectar miel.
El temor a no poder trabajar la tierra derivó en el fracaso del proyecto, según recuerda el alcalde de Culpina, aunque asegura que es un tema que hay que trabajar y que la municipalidad a su cargo, “está en eso”.
Como consecuencia, hoy Las Chapeadas continúa siendo un desconocido bosque primario; uno de los pocos en el departamento de Chuquisaca, y ha quedado a merced de los desmontes por la ganadería y la construcción de un camino.
Ganadería
Desde, hace muchos años que la zona se ha convertido en un lugar para la explotación de ganado vacuno, pero es a partir del año 2000 cuando este rubro comienza a desarrollarse mucho más con la apertura del camino Tacurbite-El Palmar y Cañón Verde-El Palmar, según recuerda el presidente de la Asociación de Ganaderos de El Palmar (Agapal), Efraín Carvajal.
“A partir de la llegada del camino carretero ha ido surgiendo más y más la ganadería”, precisa Carvajal.
En ese contexto, la Agapal nació el 22 de mayo del año 2000 con personería jurídica y a partir de ese entonces, los ganaderos gestionan asistencia técnica de la Gobernación de Chuquisaca, de los programas Proyecto Alianzas Rurales (PAR) e Inclusión Económica para Familias y Comunidades Rurales (Accesos), dependientes del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras.
“De ahí surge mayormente la ganadería para una raza cebuina, una raza mejorada”, y añade que a diferencia de la raza criolla que vive en el monte, el ganado cebuino requiere de pastura.
De hecho, el trabajo con la raza mejorada cebuina llevó a productores ganaderos a desmontar para habilitar pasturas donde se crían ahora las nuevas variedades de ganado.
Para conocer qué impacto pudo haber causado esta actividad en los últimos 20 años en la zona de El Palmar, solicitamos información al director departamental de la Autoridad de Bosques y Tierras (ABT) Chuquisaca, Enrique Vedia, quien indicó que si bien esa estadística se puede lograr, “no podían hacerlo por falta de personal debido a que el proceso era moroso”.
Sin embargo, es un hecho que el desmonte o chaqueo ha sido constante incluso al margen de la ley, aduciendo falta de socialización de las normas por parte de la institución responsable, según señalan los productores agropecuarios de El Palmar.
“Anteriormente no sabíamos nada de la ley de la ABT, no se socializó mucho por acá, entonces estábamos desmontando, pero siempre cuidando la madre tierra”, explica Carvajal.
Datos propiciados por el representante de los ganaderos indican que en un predio de “unas 100 o 200 hectáreas, un 40% o un 50% sirve para desmontar o para hacer pastizales, el resto no sirve. Es así nuestra vivencia, nosotros siempre vamos a cuidar”.
Por su parte, Gallardo asegura que hay un apoyo brindado desde la Alcaldía de Culpina a los comunarios que quieren tramitar planes de desmonte para habilitar áreas de pastura o, en su defecto, para agricultura.
Al respecto, el director municipal de Desarrollo Productivo de la Alcaldía de Culpina, Hermindo Villalpando, explica que el 2021 se brindó asesoramiento a 19 comunarios de Timboy de Monte Mayor para que la ABT les autorice el desmonte de bosque de hasta 20 hectáreas por propietario.
Sin embargo, una vez autorizado, el desmonte no se realiza en un solo año, sino que el interesado lo hace de acuerdo a sus necesidades. “Media, una o dos hectáreas al año”, precisa Villalpando.
Para el director de Desarrollo Productivo de la Alcaldía de Culpina, esta es la mejor forma de trabajar brindándole asistencia técnica al productor, para que no incurra en la ilegalidad y maneje su predio de manera adecuada.
“Los planes de desmonte vienen planificados, no pueden hacer cualquier cosa y la ABT controla y verifica en campo, para ver si autorizan o no el desmonte de lo que están planteando”, refuerza Gallardo.
“Nosotros estamos creciendo”, afirma el presidente de Agapal al señalar que la meta de los ganadores de El Palmar es convertirse en una referencia del ganado mejorado en el país.
En ese afán, el ganadero asegura que se está invirtiendo en ganado con la incorporación de toros valorados entre USD 2.000 y USD 3.000, traídos de Santa Cruz.
¿Esto implicaría más desmonte? Para Carvajal la respuesta está en la búsqueda de otros métodos. “Ya no mucho el tema de desmonte, sino poner pasturas de corte que con una hectárea, puedes mantener 10, 15 vacas, ya no 2 ó 3, como se tiene en pasto abierto”.
El Palmar cuenta con aproximadamente 25.000 cabezas de ganado vacuno, según la referencia de Agapal, quien confirma que se extienden por todas Las Chapeadas.
Carvajal confirma que los ganaderos tendrán un financiamiento de Bs. 3 millones del Proyecto de Alianzas Rurales (PAR), para el mejoramiento de ganado, cerramiento y manejo de mangas. “O sea, nos estamos adecuando a lo que es el cuidado de la madre tierra, vamos a respetar aquello”.
“Tenemos que criar aún más ganado, porque hemos visitado algunas estancias por Santa Cruz hacia la frontera, donde con 5 o 6 hectáreas están criando de 100 a 200 cabezas, con 5 hectáreas de pasto de corte”, resalta el presidente de Agapal.
Tierra fiscal y camino
El área de los montes Chapeados abarca aproximadamente 230.000 hectáreas de las que 28.263 corresponden a área fiscal, mientras el resto está distribuido como propiedad privada o colectiva, según datos del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).
En medio de las tierras fiscales, la ocupación del ganado que se alimenta por ramoneo es evidente.
“Hay dos comunidades ahí arriba que se han fundado y esas dos comunidades, Valle Hermoso y Nogalitos, nos han pedido hacer camino. Son compañeros de Pucapampa, de Salamayu en especial, y los otros han venido de Orcoté y de El Palmar”, dice el alcalde de Culpina Víctor Gallardo.
La autoridad confirma que esa petición fue aceptada por la Alcaldía, pero, al mismo tiempo, por la experiencia que han tenido entrando a El Palmar, teme que esto dé paso a la tala ilegal e indiscriminada del monte.
Ante esta realidad, Gallardo sostiene que se está trabajando en la firma de compromisos de control para evitar la tala indiscriminada. “No podemos hacer camino para que ellos vayan al monte a talarlo y vender madera”.
El camino que se pretende construir tiene una longitud de 30 kilómetros aproximadamente.
Según explica, se trata de un área despoblada, donde la gente no desmonta, solo introduce ganado que vive de ramoneo. “En aquella zona no existe ni un propietario que haya hecho la siembra de pasto”, asegura el alcalde de Culpina, pero expresa su temor de que aquello vaya a cambiar al existir un camino por el que se pueda introducir más ganado vacuno y abrir áreas de pastoreo.
Sin embargo, el presidente de Agapal, Efraín Carvajal, manifiesta que si bien algunas personas podrían interesarse en explotar madera, en la comunidad de Naranjitos, por ejemplo, no lo permitieron al considerar que se trataba de un pulmón tan importante. “Tratamos de cuidar todo aquello pero a veces hay pequeños descuidos, pero no nos interesa mucho la madera”, acota.
Control de la ABT
Según la Alcaldía de Culpina, el propietario de una parcela puede recibir una autorización de la ABT para realizar el desmonte o chaqueo máximo hasta 20 hectáreas, pero hay dueños que creen que esa autorización puede llegar hasta el 40% ó 50% del total de la propiedad.
Sin embargo, aquello dependerá de las condiciones del terreno y del Plan de Ordenamiento Predial, fundamentalmente, según explica el director Municipal de Desarrollo Productivo de la Alcaldía de Culpina, Hermindo Villalpando.
En la dirección departamental de la ABT de Chuquisaca, el técnico Andrés Esteban Morales, explica que para acceder a una autorización de desmonte de bosque, lo primero que se debe hacer es presentar una solicitud explicando los fines, la ubicación de los lugares a chaquear y adjuntar los documentos del derecho propietario. Todo esto en un plan que es elaborado por un técnico independiente o de alguna institución pública.
Una vez recibida esa solicitud, lo que hacen los técnicos es sobreponer con el Plan de Uso de Suelos (PLUS), para tener certeza de que el lugar es apto para la actividad que se pretende realizar.
De ese modo, el plan es aprobado y es el propietario quien se encarga de ejecutarlo sin ninguna supervisión directa de la ABT, por lo que cumplir con el proyecto, o no, queda a merced del dueño.
Entonces, ¿cómo opera el control de la ABT? La denuncia es su principal mecanismo de acción, aunque otra forma es cuando el interesado solicita chaquear el bosque del mismo predio por una segunda vez.
Bajo este sistema que se aplica por falta de personal, lo único que se persigue es aplicar la sanción cuando el daño, definitivamente, es irremediable, dice Pedro Garrado, responsable Departamental de Procesos Administrativos y Judiciales de la ABT Chuquisaca.
Para constatar si efectivamente hubo vulneración al plan aprobado, lo que se hace es comparar la situación mediante la fotografía satelital con el plan aprobado. De este modo es posible encontrar a los infractores, pero en ningún momento se aplica como elemento disuasivo o preventivo.
Garrado estima que por lo menos el 50% de los casos que atienden por vulneración de los planes aprobados, llega a través de la denuncia de los vecinos que dan parte a la ABT de explotación de madera o quema de bosque.
“Evidentemente tenemos muy poco personal, eso limita las posibilidades de llegar a muchos más lugares para que eso repercuta en más sanciones”, dice Morales.
Alternativas
Para el alcalde de Culpina, Víctor Gallardo, el desmonte del bosque para habilitar nuevas pasturas con el propósito de criar ganado vacuno “es un tema muy complicado y eso no preserva la fauna”.
Sin embargo, aclara que tampoco se trata de prohibir esa actividad, sino de trabajar alternativas “para preservar” con la finalidad de evitar una agresión rápida a los montes Chapeados.
En ese sentido, la autoridad señala la producción de miel, debido a que para realizar esta actividad no se necesita desmontar. “Hay agua, hay monte, pero la dificultad sería el transporte hasta los puntos de producción”, señala.
Otra alternativa tiene que ver con la cría de peces de la variedad pacú, por inmediaciones de los ríos Cochayoj y Nuevo, puesto que además se requiere garantizar esos dos afluentes de los ríos Pilcomayo y Pilaya, para el desove del sábalo.
“Se imaginan si algún día esos ríos llegaran a ser contaminados por alguna actividad; eso va a mermar el tema del pescado”, advierte.
El alcalde de Culpina refiere que una tercera opción tiene que ver con la preservación del bosque para la venta de oxígeno al mundo. “Todo eso es un área natural, lo preservamos, ganamos plata por vender oxígeno”.
Para aplicar esta alternativa manifiesta que hay que “ver quién paga por eso, cuánto nos recompensa por eso. Esa es la otra idea que estamos trabajando. Esperamos que esta gestión tengamos ese enfoque.”
Gallardo sostiene que ese enfoque va en el sentido de la preservación con la posibilidad de darle alternativas al productor agropecuario y no solamente decirles que “no toquen” esas zonas. “Estamos identificando ese tipo de actividades”, agrega.
Imagen principal: ganadería en las proximidades de las Chapeadas. Foto: Luis Alberto Guevara