La logística durante los incendios fue muy compleja y a pesar del despliegue de recursos, ayuda y personal por parte de distintas organizaciones y sociedad civil, lo ocurrido en el ANMI San Matías y otras áreas protegidas ha demostrado una vez más, que los guardaparques están totalmente desprotegidos ante estas emergencias.
Por Erika Bayá
El Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías, ubicada al Este del departamento de Santa Cruz se quemó desde junio y únicamente con las últimas lluvias, se logró controlar los incendios. Según datos de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), hasta el 15 de octubre se quemaron 697.929 hectáreas de las 2.918.500 que tiene esta área protegida. Y durante cuatro meses, el fuego no le dio tregua a un gran porcentaje de este humedal de importancia internacional, que también es declarado Sitio Ramsar.
“Lo que queda después del incendio es desolador. Ver la naturaleza, plantas y animales convertirse en humo y cenizas es algo que solo se logra comprender y sentir en toda su magnitud estando en el lugar”, expresó en sus redes Marcos Uzquiano, quien era guardaparque del Madidi y fue uno de los 20 guardaparques del Sernap que llegó como refuerzo para apoyar a las brigadas de combate contra el fuego en San Matías.
La sequía, las altas temperaturas por encima de los 40° C ha inquietado a todos. El pantanal que normalmente luce verde y lleno de vida, estaba seco, triste y sin lluvias hace mucho tiempo. Y es que la zona viene soportando incendios por tercer año consecutivo, siendo este 2021 tan devastador como el 2019, cuando se quemaron 713.169 hectáreas hasta septiembre de ese año, según reportes de FAN.
¿Por qué el fuego se ha descontrolado nuevamente en San Matías? Según los guardaparques, quienes nos pidieron mantener sus nombres en reserva, dijeron que todo hubiera sido diferente si se hubiera utilizado maquinaria pesada desde el principio, cuando se dio la alerta y eran apenas siete guardaparques luchando contra el fuego que se descontroló. Posteriormente llegaron seis bomberos de la gobernación, luego se sumaron seis más de la ABT y con sus camionetas se pudo recoger a treinta soldados. Con ellos se formó el Comando de Incidencia en Candelaria, donde se declaró al municipio en estado de emergencia, luego llegó Defensa Civil.
Según los guardianes del ANMI San Matías, la coordinación con los militares fue complicada y ‘’lo planificado en las reuniones no se cumplía al momento que llegábamos a la zona de los incendios, no se tomaba en cuenta las sugerencias de los guardaparques, a pesar de que somos los que más conocemos el área’’, nos indicaron.
Para la logística, los guardaparques contaban con dos camionetas en mal estado, eso les impidió movilizar personal de un lugar a otro rápidamente, y en esas circunstancias el fuego fue avanzando y ”ya no hubo fuerzas humanas que pudieran controlarlo.” Para reforzar esta lucha titánica, el 27 de agosto se sumaron a los guardaparques de San Matías, otros veinte de las siguientes áreas protegidas: Madidi, Cotapata, Iñao, Apolobamba, Toro Toro y Carrasco.
Los guardaparques manifestaron que antes de trasladarse al lugar, para sofocar el incendio, tuvieron una reunión con Teodoro Mamani, director ejecutivo del SERNAP, quien les prometió que habría recursos para fortalecer el apoyo logístico, que tenían combustible disponible para todas las movilidades y que la alimentación y la entrega de ropa especial estaría garantizada. Sin embargo, la realidad fue diferente cuando llegaron a San Matías.
Después de 24 horas de viaje por aire y tierra, los guardaparques llegaron al Comando de Incidencia Candelaria, lugar donde no estaba el director del área protegida para explicarles la situación, ya que la planificación y logística estaba al mando de los militares. Luego, los guardaparques lograron prestarse algo de Equipo de Protección Personal (EPP) de sus colegas, como ser bomba de mochilas y algunas herramientas. Cuando el equipo básico e indispensable consiste en pantalón, camisa, botas, guantes, casco, linterna, antiparras, pañoleta, cantimplora, botiquín, y herramientas como machete, rastrillo, pala, matafuego y bombas de mochila.
Al llegar a la comunidad San Fernando, dentro del ANMI, tampoco había con quien coordinar, y tuvieron que gestionar dónde pernoctar. La escuela les brindó un espacio para hospedarse y el cacique les ayudó con la comida, ”no había agua en la zona y faltaban víveres,” le relataron a la Red Ambiental de Información (RAI).
“Prácticamente no hubo apoyo logístico ni tanques de agua ni camionetas para llevarnos a los incendios, todo lo que se ha hecho ha sido por nuestro propio esfuerzo, no había agua, tampoco teníamos comunicación con el Comando de Incidencia. A pesar de las circunstancias logramos reducir los focos de calor de 150 a 35”, nos comentaron.
Lastimosamente el fuego se descontroló en el sector de Santo Rosario y Sansón donde era humanamente imposible ingresar sin un apoyo logístico que garantice el abastecimiento de agua, así como el traslado del personal, los equipos y las herramientas. En esas circunstancias de abandono por parte de la dirección del área protegida San Matías, los guardaparques en misión de apoyo, tomaron la decisión de replegarse y retornar a sus parques de origen el siete de septiembre.
“Estar en el ANMI San Matías en esas circunstancias fue bastante doloroso para nosotros, fue traumático ver animales muertos o escapando del fuego, correteando entre las cenizas en busca de un poco de agua”, recordó uno de ellos.
El 24 de septiembre el fuego seguía avanzando en el ANMI San Matías, cinco guardaparques tuvieron que trasladarse ese día a Santo Corazón, el fuego estaba acercándose a la última Misión Jesuítica y ya había alcanzado también una parte de la Serranía de Sunsás. Y para resguardar a la población, tuvieron que trabajar en la apertura de un anillo de contención.
De acuerdo a lo que nos mencionaron, durante los cuatro meses de los incendios sin tregua, los guardaparques usaron la misma ropa, y a pesar del desgaste no había para reposición. Uno de ellos le comentó a la RAI que también se les estaba agotando la alimentación, así como los sueros y energizantes, que son esenciales para evitar la deshidratación debido a la exposición a las altas temperaturas.
Donaciones en ayuda a los guardaparques
Ante este desafiante escenario, el 2 de octubre llegó una gran donación para que los guardaparques y bomberos comunales pudieran enfrentar el fuego en mejores condiciones. La plataforma Piensa Verde, conformada por instituciones y empresas privadas, decidió mediante su comité técnico formado por la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC), la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) y Conservation Strategy Fund (CFS), destinar una recaudación de Bs. 203.191 a la compra de equipamiento, víveres, combustible, la reparación de dos vehículos y herramientas.
Según Rosa Lenny Cuellar de la FCBC, hicieron esta donación priorizando el ANMI San Matías en base a un análisis técnico de la realidad de los incendios en las áreas protegidas. Una vez decidida la donación se pusieron en contacto con el jefe de protección quien sabe de las necesidades prioritarias para el combate de incendios.
“El Sernap no provee a sus guardaparques equipamiento ni indumentaria especial para el combate de incendios, solo uniformes para sus tareas cotidianas. Algo que hay que tener claro es que los guardaparques no son bomberos forestales, ellos están para hacer patrullajes de control, monitoreo, investigación, turismo, entre otras funciones, pero históricamente han asumido esta tarea por compromiso”, detalló Cuellar.
Cuellar explicó que cuando hacen una donación de alimentos o ropa, que no son activos fijos, se entrega bajo lista y no les preocupa porque saben que lo van a usar. Lo que sí les preocupa son los activos fijos, en esta donación, por ejemplo, se han entregado rastrillos, palas, mochilas, machetes, motosierra, desbrozadoras, un dron, equipos de comunicación, mochilas camelback, kits de primeros auxilios y cocinas móviles. Además, dos kits de ataque rápido, que constan de un remolque con tanque de 1000 litros, manguera y pistola de alta presión acoplable al vehículo. “En este caso se pide a quien lo reciba, que sea ingresado como activo fijo en un formulario oficial del Sernap y se hace el seguimiento en cualquier momento, es decir que todo esto debe estar inventariado”, nos explicó.
Como parte de la donación también se entregó combustible, en este caso se paga al surtidor y se entrega la lista de las camionetas habilitadas, y se piden bitácoras del uso de ese combustible con fechas. ‘’Ahí garantizamos que se va a usar bien’’, explicó Cuellar.
Además, como parte de la donación también se van a comprar repuestos para las dos camionetas y se les realizará el servicio mecánico. “Es fácil controlar porque se compra la lista de repuestos con factura y se paga directamente al mecánico”, dijo.
Según los guardaparques antes de las donaciones de Piensa Verde, no tenían transporte, carecían de combustible, les llegaba poco o casi nada de alimentación, a pesar de los factores climáticos y las altas temperaturas, no tenían agua. Y la logística para que llegue ayuda a todas las brigadas terrestres, se hizo complicada.
Maribel Duran con amplia trayectoria en administración de áreas protegidas, corroboró la explicación de Rosa Lenny Cuellar e indicó que las donaciones se inician con una carta de solicitud de apoyo del área protegida, dirigida a distintas instituciones, una vez que alguna organización o empresa aprueba, hace la entrega en especies o alguna vez en dinero.
Cuando la donación es en efectivo viene a la cuenta de la administradora o el director(a). Si el dinero es para combustible, se hace la compra al surtidor y la factura debe entregarse a la institución donante junto con una bitácora, lo mismo sucede con la compra de alimentos.
Solo en el caso de la donación de alimentos como la carne, se compra en el pueblo más cercano con un recibo a nombre de la institución u organización. Cuando la donación llega en especies se hace un acta de recepción y un acta de entrega al guardaparque, con respaldos fotográficos.
En la tarea de buscar ayuda para apoyar a las brigadas terrestres que estaban sofocando los incendios en las áreas protegidas, el mismo Sernap, a pesar de contar con el respaldo directo del Viceministerio de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambios Climáticos y de Gestión y Desarrollo Forestal, tuvo que movilizarse y enviar cartas a instituciones públicas y privadas pidiendo donaciones. “Algunas nos han dado respuesta positiva a nuestros pedidos de ayuda para los guardaparques”, nos dijo Naida Mamani, directora de Planificación.
Pronunciamiento de la Abolac
Debido a la vivencia de los 20 guardaparques durante los incendios de San Matías, la Asociación Boliviana de Guardaparques y Agentes de Conservación (Abolac), se declaró en emergencia y lanzó el pronunciamiento Nº 04/2021 el 10 de septiembre. En el cual reclamaron al Sernap, entre otros temas, la falta de atención, respuesta inmediata y la mala gestión de riesgos frente a los incendios forestales, que provocaron la propagación del fuego desde el mes de junio en el ANMI San Matías y el Parque Nacional y ANMI Otuquis, con serias consecuencias para el Bosque Seco Chiquitano, Cerrado y las Pampas Inundables del Pantanal Boliviano.
Así también, el pronunciamiento se refirió a lo ocurrido en el ANMI El Palmar en Chuquisaca, en donde se vieron afectadas especies de fauna y flora únicas, suelos y recursos hídricos. Y en dónde también se evidenció la falta de apoyo logístico oportuno, así como una falta de equipos, herramientas y elementos de protección personal a las brigadas y cuadrillas de guardaparques y bomberos forestales, incumpliendo los compromisos por parte del director Teodoro Mamani.
El segundo punto del documento dice textualmente: “…se ha observado el ausentismo y una inadecuada gestión de riesgos por parte de las direcciones de áreas, no hubo acompañamiento y supervisión de la dirección de Monitoreo Ambiental del Sernap y por ende la dirección ejecutiva.’’
Por tanto, este documento público exige el ajuste inmediato del presupuesto para gastos operativos en las 22 áreas protegidas, ya que no se cuenta con fondos suficientes de disposición inmediata para gasolina, mantenimiento de campamentos, vehículos, motocicletas, motores fuera de borda, así como la dotación de uniformes, equipos de campo, equipos de bioseguridad y elementos de protección personal para el cumplimiento de la misión Institucional, frente a emergencias como los incendios.
En la tarea de buscar ayuda para apoyar a las brigadas terrestres que estaban sofocando los incendios en las áreas protegidas, el mismo Sernap, a pesar de contar con el respaldo directo del Viceministerio de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambios Climáticos y de Gestión y Desarrollo Forestal, tuvo que movilizarse y enviar cartas a instituciones públicas y privadas pidiendo donaciones. “Algunas nos han dado respuesta positiva a nuestros pedidos de ayuda para los guardaparques”, nos dijo Naida Mamani, directora de Planificación, a quien intentamos contactar luego para hablar en extenso sobre este tema pero no estuvo disponible.
¿Qué pasó en otras áreas protegidas?
La situación del control del fuego y la situación de desprotección de los guardaparques también ocurrió en el ANMI El Palmar, la cual empezó a quemarse la primera semana de septiembre. El área protegida ubicada al Norte del departamento de Chuquisaca en la Provincia Zudañez, municipio de Presto, se quemó rápidamente y la reacción no fue inmediata. Y el único equipo de bomberos voluntarios abandonó el combate contra estos siniestros por falta de equipamiento. Ante esta situación, para apoyar a los guardaparques de El Palmar, el Sernap instruyó el envío de guardaparques de la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Abaroa, un equipo que, por las características geográficas de su área, no tienen la capacitación en el manejo de incendios forestales. Y al grupo potosino se unieron también algunos guardaparques de la Reserva Pilón Lajas.
Sin embargo, cuando les consultamos sobre el equipamiento adecuado, ellos expresaron que no tenían nada especial más que la voluntad de poder vencer las llamas. Lamentablemente, está área que conserva ecosistemas representativos de los Valles Secos Interandinos y que resguarda a las palmeras janchicoco (Parajubaea torallyi) únicas en su especie, osos jucumari, cóndores y a las parabas frente roja, entre muchas otras, ardió sin mucha ayuda.
A estas historias de necesidades también se sumaron la de los guardaparques del Parque Nacional Noel Kempff Mercado. Ya que su director interino al conocer que había fuego al norte y sur del área protegida, no dudó en llegar a Santa Cruz para tocar todas las puertas posibles para conseguir agua, alimentos, equipamiento contra incendios, gasolina para sus vehículos y hasta llantas. Ya que esta área que es Patrimonio Natural de la Humanidad, tiene muchas falencias de equipamiento para patrullajes y ningún presupuesto del Sernap para luchar contra los incendios.
Este año, según los últimos datos de FAN procesados hasta el 15 de octubre, el 46% (1,5 millones de hectáreas) de la superficie total quemada (3,4 millones de hectáreas), se concentró en las áreas protegidas. Y a pesar de ello, fue en las circunstancias descritas que los guardaparques de San Matías y otras áreas protegidas de Bolivia tuvieron que enfrentar esta tercera temporada de incendios forestales. Sin la indumentaria necesaria ni los equipos básicos para que su trabajo sea más afectivo, al momento de precautelar el patrimonio natural de todos los bolivianos.
Imagen principal: Incendio en el trayecto entre las comunidades San Fernando y Santo Corazón, en el ANMI San Matías. Créditos: Roxana Ledezma