Por Yvette Sierra Praeli / Mongabay Latam
- El 1 de enero de 2022 el primer jaguar macho fue liberado en el Parque Nacional Iberá, en Corrientes, Argentina.
- Ahora son ocho jaguares que habitan es esta área reservada después de 70 años de su extinción en este lugar.
En solo tres años Jatobazinho ha superado muchas dificultades antes de regresar a la vida silvestre. Su historia empezó en agosto del 2018, cuando este jaguar (Panthera onca) que ahora tiene alrededor de cuatro años llegó exhausto y hambriento a la escuela rural llamada Jatobá, en el Pantanal de Brasil, luego de cruzar el río Paraguay. Nadie supo que le había pasado, pero fue auxiliado por la gente del lugar que alertaron al gobierno sobre su presencia. Además, le dieron su nombre en honor al lugar al que llegó.
Se recuperó con la ayuda de especialistas de la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul y fue trasladado al refugio Ecológico Caimán, también en el Pantanal brasilero, donde un equipo de expertos inició el trabajo para su retorno a la libertad.
Sin embargo, en el 2019 nuevamente tuvo que enfrentar la adversidad cuando los devastadores incendios forestales en el Pantanal brasileño alcanzaron el lugar donde estaba Jatobazinho por lo que tuvo que ser evacuado de urgencia. Poco después de este incidente, y tras coordinaciones entre instituciones de Brasil y Argentina, fue llevado al Centro de Reintroducción del Yaguareté de Iberá, en la provincia de Corrientes, Argentina.
Hace unos días, Jatobazinho caminó nuevamente en libertad en el Parque Nacional de Iberá. Este yaguareté —así llaman al jaguar en Argentina—, que sorteó las aguas del río Paraguay, que escapó del fuego y que se convirtió en el padre de cuatro cachorros durante su permanencia en el centro de reintroducción, salió la madrugada del 1 de enero de 2022 de su último refugio para convertirse en el primer jaguar adulto macho que regresa a la vida silvestre en el parque nacional después de 70 años de la extinción local de esta especie.
Una nueva vida en la isla San Alfonso
Aunque Jatobazinho es el primer macho adulto que regresa al Parque Nacional Iberá, en el área protegida ya habitan otros siete jaguares provenientes del Centro de Reintroducción del Yaguareté de Iberá, un lugar creado por la Fundación Rewilding Argentina en coordinación con la Tompkins Conservation.
En las 11 mil hectáreas de la Isla San Alfonso —dentro del Parque Nacional Iberá— están Mariua con sus dos cachorros Karai y Porã y Juruna también con sus dos cachorros Sãso y Sagua’a. Los cuatro, hijos de Jatobazinho. Además, en San Alfonso también hay otro jaguar hembra que llegó de Brasil.
“El jaguar estaba extinto en toda la provincia de Corrientes desde hace 70 años. En el 2012 empezó este proyecto super ambicioso que es traer de regreso a los felinos”, dice Marisi López, coordinadora de Parques y Comunidades del Proyecto Iberá en la Fundación Rewilding Argentina.
La liberación de los yaguaretés se inició en el año 2021. En enero, Mariua y sus dos cachorros salieron del último recinto en el que viven los jaguares en el centro de reintroducción antes de regresar a la vida silvestre. En abril del mismo año, Juruna y sus crías hicieron lo mismo.
López explica que los jaguares viven en varios recintos mientras están en el centro de reintroducción, siendo el último un espacio de 30 hectáreas en el que disponen de animales vivos. “Es el paso previo a la liberación”. Y cuando llega el momento de su liberación simplemente “se abre el gran panel que cierra el recinto y se deja abierto hasta que sale el jaguar. Además, se tienen dos cámaras que graban las 24 horas del día y permiten ver el momento en que los animales dejan el lugar”, señala López.
En el caso de Jatobazinho, el recinto se abrió el 30 de diciembre y el yaguareté recién se animó a salir dos días después, el 1 de enero de 2022, durante la noche, como lo han hecho la mayoría de los jaguares que estuvieron en este centro de reintroducción y ahora caminan en la Isla San Alfonso del Parque Nacional Iberá.
Sebastian Di Martino, director de Conservación para Rewilding Argentina, explica que el retorno de los jaguares a la vida silvestre debe tomar en cuenta tres puntos clave. El primero, que el individuo puede conseguir sin problemas su alimento, es decir, cazar. Por ello, en los recintos más grandes en los que se mantiene a los jaguares previamente a su liberación, se asegura que cuenten con animales vivos para cazar.
El segundo punto a tener en cuenta es que los jaguares no desarrollen vínculo con las personas. Y el tercer elemento a considerar es que los animales logren fidelidad a los lugares donde son liberados. Por este motivo —explica Di Martino— primero se liberan a las hembras, que se desplazan por espacios más pequeños y los definen de acuerdo a la disponibilidad de las presas, además, con sus cachorros no se movilizan grandes distancias. Después salen los machos que define su territorio por la disponibilidad de presas y por la presencia de las hembras.
“Hay otros jaguares que están en el proceso para ser liberados este año. Jatobazhino y las tres hembras han sido los cuatros primeros jaguares adultos que se liberaron de varios más que serán llevados al Iberá para constituir este núcleo inicial”, explica Di Martino.
Di Martino menciona que se espera llegar a tener entre 15 y 20 ejemplares en el Parque Nacional Iberá para que la población empiece a crecer. “Cuando empieza un proyecto de reintroducción lo primero que se mira es la demografía, es decir, que los animales se reproduzcan. Cuando la demografía va bien y la población crece, entonces hacemos estudios de variabilidad genética y, si está disminuida, se puede plantear liberar nuevos ejemplares para que haya más variabilidad genética en la población”.
La restauración de las áreas protegidas
“El jaguar se extinguió de casi toda Argentina. Habitaba el centro y todo el norte del país y, hace 120 o 130 años atrás, llegaba hasta el norte de la Patagonia. Ahora nos fijamos metas de restauración o de recuperación en Iberá, pero en realidad se perdió más del 95 % de su área de distribución en Argentina. Y nadie se está planteando que falta el depredador tope [jaguar] en casi todos los parques del centro y norte de Argentina”, dice Di Martino sobre por qué es importante la reintroducción del yaguareté en Iberá y en otras partes de Argentina.
La idea del retorno de los jaguares al Parque Nacional Iberá, en Corrientes, empezó incluso antes de que se construyera el centro de reintroducción en el año 2012, pero como era un proyecto ambicioso, osado y complejo —dice Di Martino— se inició con otras especies como el oso hormiguero (Myrmecophaga tridactyla), el pecarí de collar (Pecari tajacu) y el venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus). “Eso nos permitió tener una historia de reintroducciones y acostumbrar a Argentina al rewilding. Ha sido un proceso muy largo casi 10 años y nunca antes, en ninguna parte del continente, se había reintroducido al jaguar en un lugar donde estuvo extinto”.
El rewilding —continúa Di Martino— es una estrategia de restauración de la naturaleza y se focaliza en restaurar los niveles tróficos superiores, los que están en la cima de la cadena alimentaria, como el yaguareté, el puma o una nutria gigante, que tienen roles ecológicos importantísimos en el ecosistema para mantenerlos saludables, y cuando estos animales no están, los ecosistemas empiezan a degradarse y colapsan. “Nosotros esperamos que el Iberá, a partir de la reintroducción de los jaguares tenga más diversidad de vida, porque va a ser un paisaje más diverso por efecto de la presencia del yaguareté”.
En Corrientes los jaguares desaparecieron hace aproximadamente 70 años. La caza indiscriminada por su piel, los conflictos entre humanos y la vida silvestre y la pérdida y fragmentación de su hábitat principalmente por el cambio de uso de suelo llevó a la extinción local del felino más grande de América en esta provincia y en otras partes de Argentina.
Para la bióloga Talía Zamboni, coordinadora de Conservación del Proyecto Iberá en Rewilding Argentina, el regreso del yaguareté ha sido clave en el proyecto para lograr que los ecosistemas vuelvan a ser completos y funcionales”.
Zamboni explica que la ausencia del yaguareté generó efectos marcados, pues al no estar presente en el ecosistema sus presas aumentaron y, por ejemplo, si éstas son herbívoras generan mayor presión en la vegetación. “Es lo que se llama el efecto en cascada”, aclará.
La bióloga menciona también las otras especies con las que se inició la restauración en el Parque Nacional Iberá. “Observamos ciertas evidencias como que de las fecas del guacamayo rojo o el moitú, que es un ave bastante grande, germinan las plantas que consumen estos animales”, así explica Zamboni como estos animales dispersores de semillas ayudan a generar bosques nuevos o regenerar los existentes.
“Para Parques Nacionales el proyecto de reintroducción del yaguareté en el Parque Nacional Iberá es parte de nuestra estrategia de restauración del ambiente, y justamente la creación de esta área protegida nacional responde a eso. Una estrategia de conservación de los ambiente de este gran humedal que son los esteros del Iberá”, acota Daniel Rodano, intendente del Parque Nacional Iberá.
El Parque Nacional Iberá fue creado en el año 2018 y, junto con el Parque Provincial Iberá, conforman un territorio de 709 717 hectáreas. Esta zona reservada forma parte de los Esteros del Iberá, un extenso humedal en la provincia de Corrientes con más de un millón de hectáreas, el segundo más grande del mundo después del Pantanal.
Rodano explica que actualmente, con la creación del parque nacional y el parque provincial, así como la presencia de guardaparques la mayoría de amenazas que desembocaron en la extinción local de la especie están minimizadas o eliminadas.
Dentro del Parque Nacional Iberá está prohibida la caza y el cambio de uso de suelo. El jaguar ha sido declarado Monumento Natural Nacional en Argentina y por tanto está prohibida la caza en todo el país.
“No es cualquier especie, es el regulador del ecosistema, porque al faltar este predador ocurre un desbalance en las poblaciones de sus presas. Los yacarés [caimán] (Caiman yacaré) y los capibara (Hydrochoerus hydrochaeris) —llamados carpinchos— son sus principales presas. Las costas están llenas de yacarés y eso causa erosión, igualmente, cuando hay más carpinchos hay un desbalance en la vegetación del ecosistema y ahí hay microfauna que no se puede desarrollar, todo porque falta el predador tope que es el yaguareté”, aclara Rodano.
Un símbolo de la cultura
El intendente del Parque Nacional Iberá también destaca la revalorización de esta especie entre la población local y comenta que la cultura local tenía una fuerte relación con esta especie. “Desde hace muchos años hay canciones, ciudades y lugares que llevan la palabra yaguareté como parte de su nombre”, menciona Rodano. “La gente está entendiendo que no es una especie solo de la selva, de la Amazonía o de México, sino que aquí había jaguares, por algo Concepción de Yaguareté Corá se llama así, y ahora vas a esa ciudad y ves por todos lados la figura del yaguareté”, agrega.
Marisi López, de Rewilding Argentina, reafirma lo que dice Rodano y explica que el yaguareté cumple un rol fuerte en la cultura del correntino, pues está presente en su música, en su folclore, en la poesía y hasta hay murales en honor a esta especie. López pone como ejemplo el chamamé, un ritmo del folclore correntino que tiene canciones dedicadas al yaguareté. “Cuando empezamos a pensar en la reintroducción del yaguareté en Iberá hicimos una encuesta en la ciudad y en el campo y el resultado fue que el 90 % de las personas quería que regrese el jaguar porque se sentían representados por esa figura, por la bravura y el coraje del jaguar”, cuenta.
López también recuerda la expectativa y la gran fiesta que hubo en el pueblo de San Miguel, en Corrientes cuando llegó Tobuna, el primer jaguar hembra que retornó a la provincia en el año 2015. “La gente del pueblo le preparó una bienvenida y salió a recibirla con las caritas pintadas de yaguareté, globos, mensajes, habían preparado una canción de bienvenida. Fue como si llegase una celebrity a la provincia”.
Las comunidades son una parte importante de este proceso —continúa López— y no solo en la convivencia con el jaguar, sino porque se fueron involucrando en servicios relacionados con el turismo de naturaleza. “El jaguar además de tener un rol ecológico muy importante por ser el predador tope y un rol cultural, tiene también un rol económico, pues su presencia en Iberá aumenta el interés de visitar el parque, que significa más ingresos para la quienes viven alrededor del área protegida y se dedican al turismo de naturaleza”.
En marzo del 2020 el Parque Nacional Iberá recibía alrededor de 40 mil personas —señala Rodano, intendente del Parque Nacional Iberá— con la pandemia bajó. Tras la apertura en agosto de 2020 se fueron incrementando las visitas del turismo local. “Cuando vas caminando vez carpinchos, yacarés, espátulas rosadas, bandadas enormes de patos. Aunque no es el más visitado de Argentina, es un parque con muchísimo potencial”.
Foto de portada: Jatobazinho en el Parque Nacional Iberá. Foto: Matias Rebak.
Fuente: Mongabay Latam