Por Miriam Telma Jemio
En dos décadas, el lago Titicaca ha perdido un metro de su caudal. Los habitantes de varias comunidades de sus riberas, como Chivo, en el municipio de Taraco, sienten el impacto de una persistente sequía en los últimos diez años.
El problema tiende a agudizarse. Investigaciones científicas, como la realizada por científicos de Perú y Bolivia, consideran que por el cambio climático las sequías serán más prolongadas y las lluvias con menor frecuencia e intensidad.
En algunos municipios de las riberas del lago, que Bolivia comparte con Perú, implementan proyectos para cuidar sus cuencas y garantizar el flujo del agua como sucede en Ancoraimes.
Mientras, las autoridades de los tres niveles aún no han tomado las medidas suficientes ante el proyectado impacto del cambio climático en la región del altiplano boliviano.
Solo se conoce la ejecución de un proyecto multipropósito que beneficiará a tres municipios, dos de ellos, Pucarani y Batallas, ubicados en Lago Menor del Titicaca, cuyo objetivo tiene que ver con la adaptación al cambio climático.
Sequía
Carlos Apaza levanta un zapallo enorme, de más de 10 kilos, para mostrarlo orgulloso a sus ocasionales visitantes. Ese es uno de los 15 vegetales que cultiva en su carpa solar, a la que Gladys Mamani, su esposa, llama su área de experimentación.
Ambos son agrónomos y viven en la comunidad Chivo del municipio de Taraco, ubicada a 79 kilómetros de La Paz, en las riberas del lago Titicaca, a donde la RAI llegó a finales de marzo.
Esa tecnología, la carpa solar, les permite contar con vegetales y verduras para enriquecer su dieta diaria familiar. Afuera tienen cultivos de papa y quinua, principalmente, para complementar su alimentación.
Estos jóvenes agricultores cuentan que han sembrado papa a mediados de diciembre, más tarde de lo usual porque las lluvias se “han retrasado”.
– Antes, los productores sembrábamos en noviembre, sí o sí, porque había lluvia, pero ahora no pues, tenemos que esperar la lluvia para sembrar.
– ¿Cuándo han sembrado esta papa?
– Recién hemos sembrado en diciembre, ya no es la misma costumbre que antes, responde.
– Antes, ¿cuándo? ¿Hace cinco años?, le pregunto.
– Desde el año 2006 tenemos problemas. Ha ido avanzando la escasez de agua. Sería como 14 años que estamos con el problema de que no hay agua.
El proyecto gubernamental MI AGUA llegó a Taraco, pero solo para consumo humano. No es para el riego ni para el ganado, por eso los pobladores han habilitado pozos y q’otañas (un sistema de cosecha de agua de lluvia).
En el último año, la sequía ha sido tan severa que ha secado los pozos. “Teníamos aquí cerca un pozo, pero ya se ha secado. Recién lo hemos vuelto a tapar. Se ha desaparecido poco a poco”, cuenta la agricultora mientras nos muestra el lugar donde aún queda un orificio poco profundo.
Para regar sus cultivos que tiene en la intemperie y los de su carpa solar usa el agua de una q’otaña que está a varios metros del lugar.
Gladys Mamani cree que su pozo se ha secado porque hay mucha gente haciendo lo mismo.
¿Cómo afecta esa disminución de las lluvias, esa sequía, al lago? Mamani responde que eso está provocando la desaparición de especies nativas como la totora, una especie acuática que usan como forraje para el ganado.
Eso significa un gran problema para esta población que tiene vocación lechera. Una parte de su producción de leche la venden a la empresa PIL y otra la destinan a la elaboración de queso.
Pero el otro problema es la afectación al ecosistema. Ya que según explica la agricultora, la disminución de la totora ha provocado que los peces pierdan su alimento, pues allí tenían microorganismos, y ella cree que esa sería la razón por la cual los peces han migrado a otro hábitat en busca de alimento.
“Cuando el agua estaba más alta, en esta época aparecía todo tipo de peces ahora ya no hay mucho”, lamenta Mamani.
Y así se hace una cadena de perjuicios económicos. No solo los pescadores deben buscar otras actividades para generar ingresos para su sustento. Al bajar el número de pescadores, también disminuye la demanda de botes.
La familia de Gabriel Arratia, que vive en la isla Suriqui, también se ha visto afectada por la sequía. En su comunidad fabrican botes, no solo deben paliar el problema de la falta de madera, ahora también con la disminución de la demanda de su trabajo.
En sus recuerdos aún está presente la poca lluvia caída este año. Hay poco mauri y karachi, lo más seguro son las truchas de los criaderos.
Lo que necesitan
Para la agricultora Mamani lo más urgente es que les doten de agua para riego. Su economía no le alcanza para instalar un sistema de riego. “Necesitamos agua sí o sí para el riego. Necesitamos mucho dinero para poner los tubos y así podemos sembrar este noviembre. Pero si no hay (agua), poca agua podemos trasladar para regar una plantita, con riego ya podemos producir más y lo más rápido”, explica.
Apaza afirma que el agua llegaba a un metro y 20 centímetros en donde ahora es su casa, pero que con el cambio climático ha desaparecido. Observa que la gente se está instalando donde antes había agua.
Las aves también se han ido, las pariguanas (flamenco andino) y las gaviotas que antes comían peces. “Sacaban los pejereys, el karachi y el mauri. Ahora están desapareciendo porque ya no tienen dónde hacer sus nidos, como antes en los totorales”.
El efecto en dos países
Dos millones de peruanos y bolivianos viven en las riberas del lago Titicaca, compartido por Bolivia y Perú. Es un territorio que tiene varios problemas, el principal es la contaminación que proviene de las poblaciones que están en su ribera que descarga sus desagües en los ríos que terminan en el Titicaca.
A ello, ahora se suma la sequía, los problemas climatológicos. Sobre el tema, RAI habló con Juan José Ocola, presidente ejecutivo de la Autoridad Binacional del Lago Titicaca (ALT), quien recordó que la sequía más importante se dio en 1943. El agua bajó seis metros del promedio normal de 3.809 metros. “Fue una catástrofe increíble, en todo el sistema se perdió más de 100 millones de dólares”, recuerda.
La escasez de lluvias ha disminuido el nivel del agua del lago Titicaca y si esto afecta a toda la cuenca habrá un grave impacto para Bolivia y Perú. “Al parecer esta cota ha empezado a disminuir en los últimos diez años y no se está recuperando”, dice a la RAI.
“En el altiplano peruano y en el boliviano, la agricultura es de secano, es decir, depende de las lluvias lo mismo que la ganadería si no hay pasto hay sufrimiento del ganado,” dice Ocola.
Durante 2020, la ALT ha recibido mensajes de la población respecto a la preocupación que tienen frente a una posible sequía, y los datos que se tienen indican que el lago no está recuperando su nivel normal. “Nos debe llamar la atención”, menciona Ocola.
Hay una preocupación de las autoridades porque los datos dicen que estamos frente a una sequía. Este mes se tendrá una reunión con las autoridades de ambos países junto a la ALT para evaluar los datos y puedan tomar una buena decisión para enfrentar una posible sequía.
Ocola adelantó que se encomendó a la ALT la elaboración de un plan de Gestión de Riesgos, que pronto lo presentarán. “Ahí se plantean algunas estrategias para que los gobiernos puedan adoptar a nivel de gobernaciones, municipios y sociedad civil.”
Los científicos anuncian un escenario preocupante
En enero se publicó el estudio “El impacto del cambio climático en las sequías en las cuencas del lago Titicaca, el río Desaguadero y el lago Poopó (sistema TDPS) dentro de la región del Altiplano” elaborado por científicos bolivianos y peruanos, en donde analizaron los diferentes tipos de sequías: meteorológicas, agrícolas e hidrológicas, a partir de los índices de precipitación estandarizada, humedad del suelo estandarizada e índices de escorrentía estandarizados, respectivamente, los dos últimos estimados a partir de un modelo hidrológico.
En escenarios de aumento de la temperatura media de hasta 3°C y cambios de precipitación espacialmente diversos, las condiciones meteorológicas, agrícolas, y las sequías hidrológicas se volverán más intensas, frecuentes y prolongadas en la mayoría de los TDPS.
También se prevé un aumento significativo de la frecuencia de sequías agrícolas e hidrológicas de corta duración (duración de 1 a 2 meses). La disminución esperada en la precipitación anual y el mayor aumento de la evapotranspiración en el TDPS del sur se combinan para producir aumentos proyectados más grandes en la frecuencia e intensidad de las sequías agrícolas e hidrológicas en esta región.
Un observatorio permanente
El Proyecto Piloto ‘Observatorio permanente del Lago Titicaca’ se desarrolla por investigadores de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) e investigadores del IRD-Francia (Instituto de Investigación para el Desarrollo).
El científico Xavier Lazzaro del IRD, uno de los responsables del proyecto, fue uno de los primeros en estudiar el lago en 1979 y luego lo retomó en el año 2000 construyendo, junto a otros científicos, una línea de base de información cuando no se hablaba de cambio climático ni había la contaminación. “Antes que el hombre llegará a destruir la zona del lago”, dice Lazzaro.
“Ahora nos damos cuenta de que este estudio es muy útil porque nos da una referencia de cuanto queremos recuperar el lago, por lo menos se intenta aproximar a lo que era el lago”.
Lazzaro menciona lo que ocurrió en 2015 cuando se presentó una proliferación de microalgas en el Lago Menor, fue la primera vez que se documentaba la proliferación de microalgas en la parte boliviana porque eso era conocido en la Bahía de Puno.
“Si uno mira el lago Titicaca hay una parte que no se deteriora, es la parte más profunda del Lago Menor la que no está afectada ni por el cambio climático ni por efectos de los humanos, como lo están las partes poco profundas como la Bahía de puno en Perú y el lago menor en el lado de Bolivia”.
Remarca que el problema está focalizado, no es en todo el lago. “El Lago Mayor no ha cambiado mucho, lo que se alteran son las zonas litorales en las zonas poco profundas como Puno y la Bahía de Cohana’’.
El evento de 2015 mostró que el lago menor ya había cambiado debido a la contaminación, lo que dio lugar a la proliferación de microalgas.
El científico francés dice que, a partir de 2015, los científicos y el Ministerio de Medio Ambiente han empezado a concienciar sobre que algo malo estaba sucediendo, aunque no se destinó recursos para trabajar en el tema.
Felizmente, dice, a través de un proyecto del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente se puede realizar un monitoreo sostenido y documentado de lo que está pasando en el lago.
El proyecto piloto PNUD/GEF tiene como objetivo comprender el funcionamiento biogeoquímico y ecológico de las regiones norte y central poco profundas en la sección boliviana del Lago Menor del Titicaca, que han sido fuertemente impactadas por la combinación del cambio climático intenso y de una creciente contaminación antropogénica proveniente de la cuenca del Río Katari.
El científico francés explica que el proyecto consiste en montar un observatorio, el más completo posible, que sea como una especie de centinela del Titicaca y que permita de manera frecuente, y a largo plazo, funcionar y monitorear lo que pasa en el lago.
Se tiene previsto que los científicos peruanos instalen el mismo proyecto este año y así se tendrá dos laboratorios de monitoreo con una visión más completa de lo que pasa en el lago.
Este proyecto cumplirá dos años en junio, pero Lazzaro con sus colegas de la Universidad Mayor de San Andrés cuentan con información desde el año 2000.
Este monitoreo reviste de gran importancia, sobre todo en contexto del cambio climático. Lazzaro menciona que 1° C de incremento en la temperatura del mar, significará un aumento de 2°C para el altiplano. Es decir, el calentamiento global a nivel del altiplano es dos veces el promedio del calentamiento medio del planeta.
Si se toma en cuenta que con el Acuerdo de París se intentará limitar a 2°C, para la región del lago Titicaca serán 4°C. “Esto hace prever que un cambio bastante grande va a ocurrir. Hemos visto, por ejemplo, este año porque la lluvia ha llegado más tarde y de repente ahí se ha parado y de vez en cuando hay unas bastante fuertes, entonces lo que va a pasar son eventos cada vez más extremos, sequías más intensas, más largas y lluvias más intensas y fuera de la época normal. Está ocurriendo un desarreglo estacional”, dice.
“Lo que sabemos es que (…) desde el año 1979 y ahora (2021) el nivel del agua ha bajado más de un metro. Es decir, que en esa época me acuerdo que Quewaya era verdaderamente una isla, pero si vemos ahora en el Google Earth ya no es una isla”, explica.
Esto se debe al cambio climático combinado con el uso del agua tanto en Perú como en Bolivia, ya que es muy difícil separar el cambio climático de los efectos antrópicos.
Acciones incipientes
Tomando en cuenta que las nuevas autoridades departamentales y municipales llevan apenas un mes de gestión, y en algunos casos las del área ambiental no han sido posesionadas, se tiene que esperar para conocer las acciones que tomarán sobre la problemática en el lago Titicaca con referencia al cambio climático.
En entrevistas realizadas a las exautoridades como el Director de Recursos Naturales, Edwin Choque, se conoció que realizaban un diagnóstico de la problemática para elaborar el Plan Departamental de Cambio Climático, que lo establece un decreto departamental.
La Gobernación de La Paz en coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente ejecutaron proyectos para el “Manejo Integral de Cuenca” que contemplan el manejo y control hidráulico con diques, forestación en las riberas de río, contención de la degradación del suelo, principalmente.
Se han ejecutado proyectos de manejo integral de subcuencas en los municipios de Chua, Ancoraimes y en Tiwanacu.
En el municipio de Ancoraimes, por ejemplo, el Ministerio de Medio Ambiente, la Gobernación y el municipio, ejecutaron el proyecto Manejo Integral de la Subcuenca del río Turrini. Los pobladores nos llevaron hasta el lecho del río donde realizaron muros de contención para evitar que el mismo se desborde y con el mismo propósito reforestaron el lugar.
En el municipio de Taraco, ubicado en el Lago Menor, se implementó el proyecto “Manejo Integral de las Microcuencas en las comunidades Condori, Huacampuco, Huancarani” y en el municipio de Pucarani se intervino en las comunidades Tiquipa, Chiluyo, Achachicala y Lucumata.
La anterior gestión, en los últimos cinco años entregó 200 mil plantines para la forestación. Se han forestado 180 hectáreas para evitar la erosión y controlar la cárcava para evitar deslizamientos. Esto con el fin de garantizar que el agua fluya por las cuencas y alimenten a los ríos y otros afluentes.
El Ministerio de Medio Ambiente anunció que el próximo año estará concluido el proyecto Multipropósito de Agua Potable y Riego para los municipios de Batallas, Pucarani y El Alto. El titular de esa cartera, Juan Santos Cruz, explicó a la RAI que con ese proyecto se dotará de agua a los pobladores de los municipios de Pucarani y Batallas destinado al riego y el consumo humano. Así mismo, garantizará la provisión de agua a la ciudad de El Alto.
Tiene tres componentes, el primero incrementará la disponibilidad de agua potable para el Alto y Batallas, se construirán presas, obras de captación, reservorios, plantas de tratamiento de agua potable y conexiones domiciliarias de agua potable, entre otros trabajos.
El segundo componente mejorará y ampliará los sistemas de riego para Batallas y Pucarani, mediante la construcción del Proyecto de Riego para la Cuenca de Jacha Jauria y otro para la cuenca de Khullu Cachi.
El tercer componente hará un manejo integral de las cuencas y ordenará territorios con visión de cambio climático, por lo que se fortalecerá las capacidades institucionales para enfrentar este fenómeno.
Aún no existe un plan integral para las comunidades que viven en las riberas del Titicaca para adaptarse al cambio climático. Es una tarea pendiente.
Foto de portada: Los agricultores Carlos Apaza y Gladys Mamani han visto afectada su actividad agrícola a causa de la sequía en los alrededores del Lago Titicaca. Foto: Miriam Jemio