- Persiste la contaminación en el ‘’Lago Sagrado’’, y los botaderos municipales que están en la ribera del Titicaca están al borde del colapso.
- Autoridades ven muy necesaria la concienciación de la población local, para que no boten la basura en cualquier lugar, y la implementación de rellenos sanitarios.
- Aguas contaminadas y residuos industriales sin ningún tratamiento, que provienen de curtiembres y mataderos de los municipios de Viacha y El Alto, son vertidas en los ríos que desembocan en el lago.
Por Miriam Jemio
La basura es depositada en botaderos al aire libre y las aguas servidas están lejos de tratarse a corto plazo en la veintena de municipios de la ribera del lago Titicaca. A dos décadas de las primeras alarmas sobre la contaminación de la Bahía de Cohana, pocas acciones se han realizado para revertir la situación en los municipios responsables de su degradación.
Rellenos sanitarios, plantas de tratamiento de aguas residuales y jornadas de limpieza están en los planes del gobierno boliviano para mitigar el problema que afecta al Lago Menor. Mientras, los pobladores no están dispuestos a pagar por los servicios y las alcaldías no tienen los recursos económicos suficientes para encarar estos proyectos.
Con 3.812 metros m.s.n.m, el Titicaca es el lago navegable más alto del mundo. Lo comparten Bolivia y Perú. El problema ambiental que enfrenta ha sido el centro de varios estudios en las dos últimas décadas. A ello se suma la pérdida de especies de peces nativas como el karachi y el mauri, a causa de la sobrepesca. Y la sequía es una amenaza latente.
Las principales acciones de los tres niveles de gobierno han sido las campañas de limpieza de desechos y la reforestación.
Contaminación local
Es viernes. El segundo de marzo. Hay poca gente en San Pedro de Tiquina, paso obligado para llegar hasta Copacabana, por el lado boliviano. Al subir a la lancha, que nos llevará hasta San Pablo de Tiquina, cruzando el lago, vemos a varios patos alimentándose en medio de los desechos y la materia verde acumulados.
En la ribera de enfrente, en el muelle de las embarcaciones que transportan vehículos, también hay botellas descartables flotando cerca de donde juegan unas niñas. A pocos metros, hay un contenedor amarillo para residuos reciclables y un mirador donde resalta un cartel: “Respeta el medio ambiente”.
La alcaldía tiene un sistema de recojo de residuos. Cuatro ediles recolectan la basura del área urbana de San Pablo y San Pedro de Tiquina. Una o dos veces a la semana hacen lo mismo en las comunidades del área rural. Tienen un botadero, al cual solo le queda un año más de vida, según Elizabeth Maidana Sumi, responsable de Gestión de Riesgos de la Alcaldía.
El nuevo alcalde tendrá que resolver esa situación. Aunque Maidana considera que será complejo contar con un relleno sanitario.
“Es costoso, el municipio solo no va poder, la realidad es esa”, remarca. Piensa que tendrán que acudir a la ayuda externa y pensar cómo lo harán autosostenible. “Para que funcione una planta de tratamiento necesitamos condiciones, luz, agua e insumos básicos, además de personal y el municipio no tiene los recursos”, sentencia Maidana.
Lo más complejo, a decir de Maidana, es lograr que los pobladores de una comunidad acepten la basura de todo el municipio. De hecho, ya tienen un relleno sanitario. Lo construyeron con el Fondo Nacional de Inversión Productiva y Social hace seis años.
La responsable de Gestión de Riesgos asegura que no lo han podido usar porque los lugareños no aceptan que allí se deposite la basura, porque temen que pueda generar contaminación. Otro factor es que el municipio no tiene el derecho propietario.
El municipio de El Alto atraviesa similar situación. El Ministerio de Medio Ambiente no ha podido concretar el proyecto “Gestión integral de residuos sólidos” en Villa Ingenio donde se tiene previsto el cierre del botadero y la mejora del tratamiento de los desechos.
“El proyecto ha estado paralizado hasta ahora porque no hemos tenido una respuesta del gobierno municipal para que nos den las zonas oficialmente para poder trabajar”, asegura Juan Pablo Díaz Vargas, responsable de la Unidad Ejecutora para Proyectos de Agua Potable y Saneamiento.
Concienciar a la población sobre la importancia de una gestión de residuos sólidos es la apuesta de la funcionaria edil de Tiquina.
Gabriel Arratia Chura, vecino de la comunidad Curanpaya de la isla Suriqui, ubicada en el municipio de Puerto Pérez, es pesimista al respecto. Asegura que a pesar de las capacitaciones y las sanciones sus vecinos dejan la basura en “cualquier lugar”.
Eso vimos mientras caminábamos hacia la comunidad de Arratia, en el último domingo de febrero. Pasamos al menos tres promontorios de desechos donde predominan las botellas plásticas de gaseosas. “Todos esos plásticos, esos pañales desechables, se arrastran hasta el lago”, dice con preocupación.
A Gerardo Gutiérrez Roca, secretario de Medio Ambiente de la Gobernación de La Paz, le inquieta que la basura esté a la intemperie porque expande la contaminación y afecta a la salud. Por esa razón, asegura que el gobierno departamental da prioridad al cierre de los botaderos y a la otorgación de licencia ambiental para los rellenos sanitarios.
A diferencia de un botadero, donde se deja la basura a la intemperie esparciendo la contaminación, los rellenos sanitarios permiten la disposición final de los desechos bajo tierra, previa impermeabilización del suelo para impedir que se contamine el subsuelo.
De los 87 municipios del departamento de La Paz solo tres cuentan con rellenos sanitarios: La Paz, El Alto y Viacha. Todos los municipios que están en las riberas del Titicaca tienen botaderos, según la autoridad de la Gobernación.
La basura está a la intemperie en cualquier sitio de estos municipios, pero también en el lago, así lo hemos observado en Copacabana, Ancoraimes, Taraco y Puerto Pérez, durante las visitas hechas para la elaboración de este reportaje.
Contaminación foránea
El lago Titicaca es llamado también “Lago Sagrado” por su vinculación con las culturas ancestrales como la de Tiwanaku e Inca. Se ha convertido en un destino turístico natural.
En 2011, según el Ministerio de Culturas de Bolivia, el destino “Lago Titicaca” ha recibido 130.700 visitantes, incluyendo Tiwanaku y el Desaguadero. En Perú, la cifra fue de 184.745 turistas.
Estos datos no incluyen a municipios como Puerto Pérez (las islas Pariti, Patapatani, Quewaha y Suriqui), Chua, Taraco, entre otros, que también realizan actividad turística comunitaria, principalmente.
Los desechos que generan estos visitantes se van a sumar a los botaderos de los municipios con actividad turística. Esto incrementa la polución, sobre todo, en las aguas del Titicaca.
La zona con los mayores problemas es la Bahía de Cohana, en el municipio de Puerto Pérez, que pertenece a la cuenca Katari. Diversos estudios han establecido que la contaminación proviene desde las ciudades de El Alto y Viacha, municipios que no limitan con el lago, cuyos desechos son arrastrados por sus ríos que luego confluyen en el lago.
Una auditoría realizada por la Contraloría, en 2013, estableció que 800 toneladas anuales de desechos se acumulan en esa bahía. Eso provocó el crecimiento de la lenteja de agua provocando una pudrición debajo de la misma que elevó la alarma de los comunarios por primera vez en 2006, desde entonces se han realizado una serie de trabajos para limpiar la zona, pero la fuente de contaminación persiste.
Aguas contaminadas son vertidas al lago
Al borde del río Seco de El Alto, una veintena de cueros, bien tensados sobre unos palets, se secan a la intemperie. Lo vimos, el segundo martes de marzo, en la zona Villa Ingenio, durante un recorrido hecho por ese río que nace al norte de esa urbe.
Eso indica la presencia de una curtiembre en el lugar. Los residuos líquidos que genera esta actividad son echados al río sin previo tratamiento. Una situación que preocupa a la Gobernación de La Paz, aunque no se han tomado las medidas necesarias para cambiar la situación.
En nuestro trayecto por la orilla del río Seco, hacia el sur de esa urbe, vemos desechos sólidos, escombros y bolsas plásticas, principalmente. Hay abundantes gaviotas concentradas en diferentes lugares, perros (aunque pocos) y también algunas personas.
En el puente Río Seco, en la avenida Costanera, el agua es de color rojo oscuro y más espumoso a causa de la contaminación. Las piedras y cascajos ocupan tres cuartas partes del lecho del río. Por el resto, fluye el agua.
A Marcela Apaza, vendedora de golosinas, le perturba el olor nauseabundo que emana del río. Cuenta que cuando llueve torrencialmente sube el caudal y “todas esas piedras” son arrastradas.
¿Hasta dónde llegan esas aguas? El río Seco, de poco caudal y velocidad de corriente, une sus aguas al río Pallina en territorio del municipio de Laja. El Pallina desciende desde Viacha con su propia carga de contaminantes, según varios estudios, como el realizado por la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema).
En 2013, un informe de la Contraloría confirmó, lo que una serie de investigaciones alertaban, la inminente gravedad de la contaminación en la Bahía de Cohana, ubicada en Puerto Pérez.
Tras sus propias indagaciones, la Contraloría estableció que “alrededor de 800 toneladas al año de residuos sólidos son acumulados en los cuerpos de agua de la cuenca del río Katari y arrastrados hacia la Bahía de Cohana” debido a las deficientes y/o falta de acciones en los municipios de El Alto, Viacha y Pucarani respecto a los desechos sólidos dispuestos en los ríos de esa cuenca.
El problema se agrava porque también son residuos industriales que provienen principalmente de El Alto y Viacha, además de las aguas de las curtiembres y mataderos. Y no es todo. La extracción de piedra caliza y arcilla, arena, piedras, cascajo y turba que realizan en los municipios de Collana, Comanche, Colquencha, Viacha, Laja y Pucarani afectan la calidad del agua y sus usos al incrementar los niveles de sólidos en suspensión y la turbidez del agua.
En 2001, se dio la primera alerta con la llegada de una turbia de residuos sólidos a la bahía y el desborde de los ríos Pallina y Katari. En 2003, la Prefectura de La Paz (ahora gobernación) dio cuenta de que los totorales fueron afectados por la mala calidad del agua, lo que también influyó en la reducción de poblaciones de aves y peces.
Reducción de peces
No pasan de las ocho y media de la mañana del último viernes de febrero. En la salida del municipio de Achacachi, por la carretera hacia Puerto Acosta, en la comunidad Humacha, hay gente comiendo. Parece una parada obligada para los viajeros.
Allí, Cristina vende wallaque (sopa de pescado con papa, chuño y yerbas).
Apenas me acerco, — ¿Con qué quieres?, me pregunta.
– ¿Con que hay?, le respondo.
– Con pejerrey. Trucha también, dice mientras saca de la olla, donde hierve el caldo, un pejerrey entero sobre su espumadera.
– ¿Hay con karachi?
– No, contesta tajante la anfitriona.
Carachi o Karachi es el nombre popular de peces comestibles del género Orestias que habitan el lago Titicaca. Es la especie con la que habitualmente se prepara el wallaque, tras la extinción de la “boguita” (pez humanto) especie endémica del lago que comparten Perú y Bolivia.
La preocupación de los pescadores y de las comideras crece por la ausencia persistente de este pez. Emma, comidera de Tiquina, nos contó que también el pejerrey está escaso, “pero más el Karachi”. “Para ganarnos alguito hacemos con trucha el wallaque”, dice.
Al igual que sus colegas del mercado, ella tampoco ofrece el plato de ispi (Orestias ispi) tan común en el lugar. Prácticamente ha desaparecido del menú en ese mercado popular porque es “muy caro”. La libra está a 20 bolivianos (cerca de tres dólares) y alcanza solo para dos platos, nos explica.
Ricardo Cáceres Quispe, vive en la Isla Suriqui, municipio de Puerto Pérez. Él es agricultor. También se dedica a la pesca. Nos confirma que ya no hay ispi para pescar, solo pejerrey, mauri y Karachi.
“Estos días ha rebajado la pesca, por el tiempo. Tenía que llover. Tenía que aumentarse el lago y no es así. Los peces se entran más al fondo. Este clima perjudica a todos. El pueblo (Suriqui) está con la pesca y está haciendo botes. Si hay pesca, de todos lados vienen a comprar botes. Si no hay buena pesca ya no compran botes”, explica.
Roger Arratia Quispe vive en la comunidad Curampaya, en la isla Suriqui. El último domingo de febrero, lo encontramos pintando el bote que acababa de construir. Esa es su principal actividad, fuera de la agricultura y la pesca.
Él recuerda que cuando tenía 10 años (ahora tiene 28) abundaban los peces en el lago. “Ultimadamente poquito no más sacamos. Hartas redes llevamos, poquito pescado sacamos. Antes, me acuerdo, llevamos poquitas redes y harto pescado sacábamos”, expresa.
Arratia piensa que se debe a que ha crecido el número de pescadores. “Todos entran (al lago). Sacamos más pescados y no dejamos reproducir. Eso también debe ser”, reflexiona. Incluso los alevines (crías de peces) son extraídos.
Pero también, dice que la contaminación por el lado de Cohana ha afectado a la merma de peces. Ha quedado en su memoria, que el agua clara se tornó verde debido a las yerbas que allí crecieron. Habla de la “lenteja de agua” que apareció por el proceso de la eutrofización que sufrió esa bahía debido a la acumulación excesiva de nutrientes en sus aguas, por la descarga de residuos sólidos o aguas residuales con alto contenido de materia orgánica.
Dice que hace cinco años, más o menos, la Gobernación limpió las yerbas.
Los comunarios del lugar, recuerdan que hasta 2012 o 2013, había bastante pejerrey. Eran grandes y fácilmente pesaban uno o dos kilos. Sin embargo, aseguran que el pescado que se comercializa ahora en La Paz es de Perú.
En atención a este problema, en diciembre de 2020, se sembraron 80.000 alevines de mauri y carachi en aguas que están en el municipio de Puerto Pérez.
La Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca (ALT), con el apoyo del Proyecto Especial Lago Titicaca (PELT) del Ministerio de Agricultura y Riego del Perú, es la responsable del proyecto que busca conservar y recuperar la riqueza ictiológica.
Juan Ocola, presidente ejecutivo de la ALT, le dijo a la Red Ambiental de Información (RAI) que, en las últimas tres décadas, la extracción pesquera de Karachi, mauri, suche y pejerrey ha sufrido una disminución de más del 85% respecto a los volúmenes totales.
“En Perú, tenemos una normativa interesante sobre la pesca. Esta no se aplica. Es muy débil. Hay restricción de veda para no pescar en época de reproducción, los peces pequeños, ni con mallas, pero esto es casi letra muerta. En Bolivia, aún falta normar esta situación. Estamos trabajando para promover estrategias para solucionar esta situación”, explica Ocola.
Las acciones
La auditoría de la Contraloría (2013) estableció que la restauración de la Bahía de Cohana ha carecido de acciones de parte de las autoridades competentes.
Las pocas gestiones o la ausencia de las mismas, respecto de la contaminación ocasionada, repercuten de manera directa e indirecta en la manifestación de consecuencias y riesgos potenciales.
Estas consecuencias se reflejan en el daño ambiental, ríos contaminados, la eutrofización del lago, la pérdida de biodiversidad (cómo la totora, peces y otras formas de vida), y la aparición de especies invasoras como la lenteja de agua.
Al mismo tiempo, reza el documento de la Contraloría, “están presentes los riesgos potenciales que han sido asociados a los daños al medio ambiente a través de la degradación de los ecosistemas y el paisaje y la destrucción de hábitats y sobre todo a la salud humana y animal por contaminación microbiológica y especialmente por contaminación toxicológica cuyos efectos letales no son visibles en el corto plazo”.
Con el fin de encarar estos problemas y otros, los presidentes de Bolivia y Perú se han reunido tres veces, en 2015, 2016 y 2018. En este último, otra vez firmaron un acuerdo. Aprobaron los lineamientos y acciones para la recuperación ambiental del lago y de su diversidad biológica.
Para ello se aprobó un proyecto del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) destinado a atender la problemática del sistema Titicaca-Desaguadero-Poopó. Este proyecto incluye la elaboración de un plan de conservación de especies emblemáticas como la rana gigante y el zambullidor. Y para encarar el tema de contaminación, la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales, de residuos sólidos y vertidos que son contaminantes.
En 2018, el gobierno de Bolivia lanzó el Plan Director de la Cuenca Katari y Lago Menor del Titicaca (PDCKyLMT) que tiene como objetivo revitalizar y conservar la capacidad de regeneración, funciones ambientales de las microcuencas, sistemas hídricos, zonas y sistemas de la vida de la Madre Tierra.
No se pudo conocer los avances del plan. El primer director de la Unidad de Gestión de la Cuenca Katari (UGCK), Waldo Medinaceli, canceló la entrevista pactada. La nueva autoridad no dará entrevistas hasta contar con toda la información de la unidad, nos manifestó la comunicadora de esa repartición estatal.
En una revisión de sus página web y redes sociales, se conoce que han estado trabajando en la limpieza de los residuos sólidos y la reforestación en los municipios que comprenden el proyecto de la cuenca Katari.
Acudimos a la Unidad Coordinadora del Programa de Agua y Alcantarillado Periurbano (UCP-PAAP) del Ministerio de Medio Ambiente, responsable del Programa de Saneamiento del Lago Titicaca. La unidad cuenta con 85,7 millones de dólares para invertir en obras de equipamiento y control de la contaminación en la Cuenca Katari. Se trata de la construcción de las plantas de tratamiento alcantarillado sanitario y de rellenos sanitarios. Actualmente, 16 proyectos de alcantarillado sanitario son ejecutados en municipios como Batallas, Pucarani, Puerto Pérez y Copacabana; así como la construcción de rellenos sanitarios en Pucarani y Tiahuanaco, entre otros.
La autoridad admite que hay un retraso en las ejecuciones debido a los problemas políticos y de salud por la pandemia de la Covid-19 enfrentados en la gestión 2020. “Hay un retraso en la ejecución porque la administración anterior (de Áñez) no ha avanzado. El problema se ha presentado en los procesos de licitación internacional que toman al menos ocho meses (…) Ahora se están retomando todos los plazos. Estamos tratando de acelerar los procesos”, explica Juan Pablo Díaz Vargas, responsable de la UCP-PAAP.
La autoridad asegura que hay un avance promedio de 25% de lo planificado en el programa que nació en el año 2018. En el caso del proyecto de ampliación de la planta de tratamiento de aguas residuales de Puchukollo, en el municipio de El Alto, la licitación fue adjudicada en marzo de 2020. A la fecha, se concluyó el proyecto de inversión y en tres meses, a más tardar dice Díaz, se iniciarán las obras.
Esta es la obra más importante para reducir la contaminación de la Bahía de Cohana, ya que El Alto contribuye con el 80% de la contaminación por los residuos líquidos y sólidos sin estar en la ribera del Lago Menor del Titicaca. En la UCP-PAAP estiman que esta obra estará lista en octubre de 2023.
Mientras, el problema ambiental persistirá. Como el que proviene de Milluni. La Gobernación, el Ministerio de Medio Ambiente y el municipio de El Alto elaboran un proyecto de inversión para minimizar los impactos ambientales de la contaminación por metales pesados que proviene de Milluni, donde hay pasivos ambientales dejados por la Mina Comsur y por actuales actividades de pequeños cooperativistas que extraen estaño.
“El proyecto pretende disminuir esos elementos químicos. Cuando llueve aumenta el caudal que llega hasta Río Seco y desde allí entra al lago Titicaca, en la Bahía de Cohana”, explica Carmelo Pusarico, director de Salud Ambiental y Cambio Climático durante la visita que realizamos a Milluni.
La autoridad departamental afirma que el proyecto podría estar ejecutado recién en 2025. Hasta entonces, las aguas rojizas y amarillentas que se ven en las lagunas del sector seguirán contaminando.
Gerardo Gutiérrez, Secretario Departamental de Medio Ambiente nos hizo conocer que, en coordinación con el ministerio del área, están trabajando con los municipios los procesos para la implementación de rellenos sanitarios para evitar que la contaminación avance.
De los 17 municipios que están en la ribera del lago, los que tienen procesos iniciados son Desaguadero, Guaqui, Copacabana y Tito Yupanqui. Pero también se necesita que los municipios de El Alto y Viacha tengan un adecuado manejo de sus residuos sólidos, remarca.
“Yo vengo del lago (de una comunidad). Es preocupante, antes había peces ahora ya no hay. Eso es muy preocupante. Las industrias deben mitigar sus aguas residuales, en eso estamos trabajando para que no contaminen el lago”, asegura la autoridad departamental.
En otros municipios como Ancoraimes también se han tomado acciones. Allí se ejecutó el proyecto En Ancoraimes, el Ministerio de Medio Ambiente, la Gobernación y el municipio, ejecutaron el proyecto Manejo Integral de la Subcuenca del río Turrini. Los pobladores nos llevaron hasta el lecho del río donde realizaron muros de contención para evitar que el mismo se desborde y con el mismo propósito reforestaron el lugar.
Eso también evitará que las aguas arrastren sedimentos hasta el lago Titicaca. Aunque, aún no cuentan con un relleno sanitario, los botaderos habilitados a discreción por la población no están afectando al lago, porque el centro urbano está lejos de la ribera.
El objetivo del Proyecto Manejo Integral de la Subcuenca del Río Turrini es reducir la degradación presente en los suelos agrícolas de las comunidades de Turrini Alta, Turrini Centro, Turrini Baja y la Zona Bolívar (Ancoraimes), mediante el Manejo Integral de Cuenca con actividades que contemplen: el control hidráulico de torrentes y cauces, las medidas de manejo y conservación de suelos, el manejo y conservación de praderas nativas, forestación, fortalecimiento y desarrollo de capacidades.
Los desafíos
Para Fabián Yaksic, experto en autonomías y exviceministro de Descentralización, considera que ha habido un descuido en el lago boliviano sobre las acciones tomadas desde la Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca (ALT) respecto a los problemas del lago. para hacer gestiones en la ALT puesto que se han hecho acciones interesantes en el Perú.
“Vi muy poco efectivo al lado boliviano para incidir sobre esta autoridad (ALT) y canalizar recursos económicos que se requieren para revitalizar el lago, porque no es solo cuestión de ir a recoger bolsitas. Hay campañas que se han hecho de las más simbólicas, está bien que se haga eso, pero se tiene que trabajar con los más de 20 municipios de manera cotidiana sobre todo en la sensibilización ciudadana”, manifiesta Yaksic.
La exautoridad departamental de Autonomías dice que es fundamental trabajar para que el Titicaca sea un polo de desarrollo para el altiplano norte, reactivando el turismo y la actividad piscícola, pero el sector privado debe contribuir a reducir el impacto ambiental. Es decir, que si invierten en centros turísticos deben también hacerse cargo de los residuos sólidos y líquidos que genera su actividad.
En Tiquina, dice Maidana, que el problema está en que la gente no está dispuesta a pagar por el servicio de la gestión de los residuos sólidos. Actualmente, la junta de vecinos apoya con el gasto de combustible del pequeño tractor al cual se le adaptó una chata para recoger la basura y todos los otros gastos, incluido el pago a los cuatro trabajadores lo hace la alcaldía.
“Hay que concienciar a la población para que ponga, como producimos cada uno de nosotros la basura, también tenemos que poner (dinero) cada uno así. Si hubiera esos recursos, entonces poco a poco se puede implementar el relleno sanitario, pero no va a ser fácil, no va a ser rápido. Puede ser de aquí a un mediano o largo tiempo se puede hacer”, vaticina la responsable de Gestión de Riesgo.
Ese es un obstáculo para ejecutar los planes para mitigar la contaminación. Ocola dice que se tiene que cambiar el pensamiento de la gente que “considera que el problema tiene que ser resuelto por los gobiernos”.
Lo que espera que las nuevas autoridades electas, alcaldes y gobernador, retomen las acciones tanto del Plan Maestro de la Cuenca Katari, como de los proyectos que ejecuta el Ministerio de Ambiente en los municipios que están a la ribera del Lago Sagrado.
Foto de portada: En Tiquina, hay contenedores de recolección diferenciada, pese a ello, las botellas de plástico terminan en el lago. Foto: Miriam Jemio
Miriam Jemio es comunicadora y periodista. Desde hace más de dos décadas realiza reportajes investigativos en temas ambientales y derechos humanos de indígenas y mujeres. Ha trabajado en medios impresos como La Razón, La Prensa y Página Siete. Como periodista freelancer escribe para medios digitales de Bolivia como Guardiana, La Pública, Página Siete y La Región; e internacionales como Diálogo Chino y Mongabay Latam. Varios de sus reportajes han ganado premios nacionales e internacionales.