Por Yvette Sierra Praeli / Mongabay Latam
- En total son 217 especies y subespecies de simios que habitan en 20 países de Latinoamérica y dependen directamente de los bosques.
- Deforestación, caza ilegal, especies invasoras y enfermedades virales ponen en riesgo su sobrevivencia.
- Primatólogos de Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador conversaron con Mongabay Latam sobre el panorama de estas especies en la región.
En el mundo hay 705 especies y subespecies de primates y aproximadamente la tercera parte de ellos habita en los bosques de Latinoamérica. Son 217 variedades de simios que viven en 20 países de América Latina desde el sur de México hasta el norte de Argentina. Del total de todas estas especies “el 40% de primates endémicos del continente están amenazados de extinción”, dice Leandro Jerusalinsky, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Primatología (SLAPrim).
Pero el riesgo no queda ahí. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza –cita Jerusalinsky– hasta un 70% de los primates latinoamericanos tiene poblaciones que están disminuyendo. “En el futuro, el 70% estará amenazado de extinción”, agrega.
En el año 2005, se estableció el Día Internacional de los Primates, una iniciativa de la organización Animal Defenders International, con sede en Inglaterra, que planteó el 1 de septiembre como la fecha para dar a conocer la persecución, explotación y presiones a las que están sometidas estas especies en todo el mundo.
Mongabay Latam conversó con cinco especialistas en primates de Latinoamérica para tener un panorama de la situación en la que se encuentran los primates endémicos del continente americano.
Un panorama regional
Los primates en Latinoamérica tienen dos particularidades –explica Jerusalinsky a Mongabay Latam– la primera es que dependen fundamentalmente de los bosques para sobrevivir porque están adaptados para vivir en los árboles. Y la segunda es que son animales sociales que siempre viven en grupos. “Estas dos características, muy marcadas en los primates neotropicales, los hace más susceptibles a la deforestación”.
El científico explica la compleja dinámica social de los primates, la misma que no puede llevarse a cabo en un ecosistema deforestado. Los primates jóvenes cuando alcanzan la madurez sexual deben abandonar el grupo familiar y buscar su propio espacio para reproducirse. Este sistema de organización que asegura la sobrevivencia de la especie se ve afectado por la deforestación del bosque, debido a la falta de espacio para formar nuevos grupos familiares.
“La fragmentación del hábitat impide que se concrete esta dinámica social y al no encontrar nuevas parcelas, las nuevas familias se ven obligadas a permanecer en el mismo espacio, dando paso a problemas genéticos debido a consanguinidad”, comenta Jerusalinsky, quien también es coordinador del Centro Nacional de Investigación y Conservación de Primates Brasileños.
Un segundo problema para la conservación de los primates es la cacería. Esta actividad como subsistencia para los pueblos originarios que consumen carne de primates no significan un problema –indica Jerusalinsky– pero si se trata de caza deportiva, o de caza ilegal destinada al tráfico de especies y al mascotismo, se puede condenar a una especie a la extinción local. “La caza en un lugar muy deforestado como la Mata Atlántica en Brasil, condena a las especies a su extinción local”.
Otra causa de la reducción de su población tiene que ver con las especies invasoras, pues muchas veces se libera a una especie fuera de su área de reproducción, por lo tanto, termina compitiendo por recursos con especies de la zona, como ha sucedido en Brasil con los Callithrix –un género de primates que incluye a los monos titís–, comenta Jerusalinsky. Enfermedades como la fiebre amarilla y el herpes también tienen efectos devastadores sobre los primates.
“Aún desconocemos toda la diversidad de primates que existen en Latinoamérica. En los últimos 30 años hemos descubierto una especie nueva por año”, señala Jerusalinsky y agrega que esa falta de conocimiento sobre las especies hace más difícil plantear las estrategias para su conservación.
El científico añade que existen casos como el del mico león dorado de Brasil o los monos aulladores en Panamá que han sido ampliamente estudiados, pero también hay especies de las que se sabe muy poco. “No sabemos sus límites de distribución ni su abundancia poblacional, desconocemos qué comen. Para la mayoría hay mucho que descubrir. Tenemos que hacer investigación básica”.
Sin embargo, dice Jerusalinsky, es importante reconocer que en América Latina los investigadores son científicos latinoamericanos, a diferencia de África donde aún hay predominancia de investigadores provenientes de Europa y Norteamérica.
“Ocho países de Latinoamérica han formado asociaciones de primatología. En algunos como Argentina, México y Brasil se han elaborado planes nacionales para la conservación de primates y en otros se preparan planes específicos para determinada especie”, precisa el presidente de la SLAPrim.
Perú: el segundo país con más primates en América Latina
Fanny Cornejo, directora de Yunkawasi –organización dedicada a la conservación de ecosistemas–, coincide con Jerusalinsky sobre la falta de información que existe sobre muchas especies de primates. “El principal problema en Perú es la ausencia de información a lo largo del tiempo, pues los primates son de vida larga y se deben hacer investigaciones durante décadas para cada especie”.
Cornejo menciona que el Centro Alemán de Primates (DPZ por sus siglas en alemán) en la estación biológica Quebrada Blanco –ubicada en Loreto, a 90 kilómetros de la ciudad de Iquitos– es, hasta ahora, el único lugar donde se estudia a los tocones desde la década de 1980. “Además de ellos, no hay información a largo plazo sobre estas especies. En Yunkawasi apenas llevamos cinco años de investigación”.
La investigadora señala como uno de los problemas para generar más información a la falta de fondos. Y a esto se suma la ausencia de mentores para guiar a los nuevos investigadores.
Perú es el segundo país con mayor cantidad de primates en la región después de Brasil. De acuerdo con información de la UICN –que cita Cornejo– son 54 especies y subespecies de simios que habitan el territorio peruano, lista a la que pronto se sumará una nueva especie descubierta para la ciencia que fue hallada en la región de Loreto.
“Evaluaciones hechas entre los años 2010 y 2015 permitieron determinar que 12 especies tienen algún grado de amenaza. Pero se está realizando una actualización cuyos resultados se esperan para fin de año”, comenta Cornejo, quien como Coordinadora Regional del Grupo de Especialistas en Primates para la sección del Neotrópico de la UICN lidera esta iniciativa impulsada por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor).
Cornejo menciona que la revisión de la situación de los primates en Perú forma parte de la nueva categorización que se está haciendo para actualizar la lista roja de especies amenazadas del país. Actualmente son tres las especies En Peligro Crítico que la UICN considera en el país: el mono choro de cola amarilla (Lagothrix flavicauda), el mono machín de Tumbes (Cebus aequatorialis) y el tocón de San Martín (Plecturocebus oenanthe).
Una reciente investigación titulada Severa falta de evidencia limita la conservación efectiva de los primates en el mundo, publicada en la revista American Institute of Biological Sciences, evaluó 162 estudios sobre proyectos de conservación de primates alrededor del mundo y concluyó que en menos del 1% se ha evaluado la efectividad de la estrategia implementada.
“Los estudios a menudo carecían de datos cuantitativos, no lograron realizar un seguimiento posterior a la implementación de poblaciones o individuos, o implementaron varias intervenciones a la vez. Además, estaban sesgados hacia taxones, regiones geográficas e intervenciones específicas”, se indica en la investigación en la que participó Cornejo.
Sobre esta publicación Cornejo aclara que los proyectos de conservación no tienen una línea de base, no se miden cuantitativamente y carecen de información social. “Si no se puede evaluar la efectividad en la conservación entonces quedan como una colección de historias bonitas que no se pueden replicar. Si alguien quiere empezar un proyecto de conservación debe partir de cero”, señala la investigadora sobre la publicación que fue liderada por Jessica Junker, del German Centre for Integrative Biodiversity Research, con sede en Leipzig, Alemania.
Cornejo también explica que esta investigación ha permitido a los científicos que trabajan en conservación darse cuenta de las limitaciones de los proyectos. En Perú –dice– había muy pocas investigaciones sobre conservación publicadas. “Estos resultados han sido una llamada de atención. Todos hemos hecho una suerte de mea culpa”, agrega.
En ese sentido, Cornejo destacó la importancia de involucrar a las autoridades nacionales, regionales y locales en la conservación de las especies para asegurar la continuidad de los planes y proyectos. De lo contrario, muchas iniciativas se terminan cuando se acaba el financiamiento de la organización que la lidera.
“Es ideal que sea un proyecto multisectorial que esté acompañado de políticas y acuerdos con aliados de gobierno”, precisa la directora de Yunkawasi. Un ejemplo es la declaración de interés del Gobierno Regional de Amazonas sobre la conservación del mono choro de cola amarilla que tuvo como resultado la elaboración del Plan Regional para esa especie que asegura una inversión de ocho millones de soles.
Ese mismo camino sigue el Gobierno Regional de Tumbes para el mono machín. También hay interés del Gobierno Regional de Madre de Dios para elaborar un Plan Regional para los Primates y, recientemente, el Gobierno Regional de Junín está evaluando esa posibilidad.
Bolivia: investigación de dos especies endémicas
“En Bolivia hay 24 especies reconocidas de primates, cifra que coloca al país en el cuarto lugar con mayor cantidad de especies en la región”, comenta Jesús Martínez, investigador de vida silvestre para Wildlife Conservation Society (WCS) en Bolivia y actual presidente de la Red Boliviana de Primatología.
El investigador conoce muy de cerca la realidad de dos de las especies endémicas de Bolivia: el mono lucachi rojizo (Plecturocebus olallae) catalogado En Peligro Crítico, y el mono lucachi cenizo (Plecturocebus modestus) considerado En Peligro por la UICN.
A pesar de tener una cantidad considerable de primates, los estudios no han sido abundantes –dice Martínez – por el contrario, son muy pocas las variedades que se han estudiado.
Un ejemplo son los dos monos lucachi que ahora conoce bastante bien. Estas especies eran prácticamente desconocidas hasta el año 2002 cuando investigadores de WCS, liderados por Robert Wallace, empezaron a indagar sobre estos monos llamados titi que habitan cerca del Parque Nacional Madidi.
Hoy son las dos especies de las que se posee mayor información en Bolivia. Por ejemplo, se sabe que la población del mono lucachi cenizo bordea los 20 mil individuos, mientras que la cantidad de animales del mono lucachi rojizo apenas alcanza los 2000. Este nivel de amenaza del Plecturocebus olallae hizo posible que sea incluido en la lista de los 25 primates más amenazados del mundo, comenta Martínez.
La presencia de estas especies en el territorio del Municipio de Reyes ha sido el motivo para que se solicite la categorización del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Rhukanrhuka.
Como ha señalado Jerusalinsky, presidente de SLAPrim, la pérdida del hábitat es el mayor problema para la supervivencia de los primates en Latinoamérica. En Bolivia la situación no es diferente. “La pérdida de hábitat en general, por diversas actividades humanas como la expansión ganadera, es un peligro transversal para todas las especies. En el caso de aquellos animales de mayor tamaño, la cacería se convierte en un riesgo muy alto”, agrega Martínez.
El científico considera que se requiere establecer un diagnóstico de los primates en Bolivia para conocer la situación de cada especie y proponer planes de acción a nivel gubernamental con el fin de establecer programas de investigación y de conservación. Adicionalmente –agrega Martínez– se debe trabajar en frenar el tráfico de especies, principalmente el mascotismo que es frecuente en el país.
Colombia: urge atender los valles interandinos y los bosques del Caribe
Después de Brasil y Perú aparece Colombia como el país con más especies de primates. Son 38 especies conocidas cuyas poblaciones están amenazadas por el mal regional: la deforestación.
Andrés Link, director de la Fundación Proyecto Primates, explica que las poblaciones de simios con mayor grado de amenazas habitan en el Caribe y la zona Andina del país. “El reto es conservar esas poblaciones que han perdido gran parte de su hábitat. El mono tití de Caquetá y el mono tití cabeza de algodón son dos especies endémicas en situación muy delicada”, señala Link.
El investigador explica que los monos que habitan en los valles ubicados entre las tres vertientes de la Cordillera de los Andes están expuestos a una gran presión debido a que la expansión de la ganadería y de los cultivos de palma aceitera están fragmentando sus hábitats.
Link –también profesor del departamento de Biología de la Universidad de los Andes– recordó que el sector del río Magdalena, por donde ingresaron los colonizadores, es un lugar de gran importancia ecológica con presencia de micos de gran tamaño que requieren grandes extensiones de bosques. Sin embargo, hasta ahora la propuesta de creación de un área natural protegida en esa región no ha tenido eco por parte de los gobiernos.
Una de las especies del valle del río Magdalena es el mono araña café (Ateles hybridus), una “especie muy amenazada que vive justamente en un eje de desarrollo. La situación de esta especie es grave y necesita acción inmediata”, precisa Link, quien lleva más de 20 años investigándolo.
El científico señala que más de la mitad de las especies de primates en Colombia está catalogada bajo algún tipo de amenaza –un total de 21, tres de ellas En Peligro Crítico– por lo que es urgente recuperar sus hábitats, establecer áreas protegidas, y proponer alternativas para las poblaciones que dependen de los primates y de la madera de sus bosques.
Link explica que los monos, como dispersadores de semillas, son responsables de la conservación de la biodiversidad de los bosques. “Los primates son importantes para que el bosque se mantenga. De la conservación de estas especies depende también la propagación de las plantas y de los microorganismos”.
El investigador considera también que la información científica debe servir para tomar decisiones en términos de conservación. De lo contrario, dice, “sus sujetos de estudio no estarán ahí en las próximas décadas”.
Ecuador: todos los primates en la lista roja
“Los primates tienen serios problemas de conservación porque son animales que dependen mucho de los bosques nativos. Muchos han desaparecido y la fragmentación de su hábitat continúa”, dice Stella De la Torre, decana del Colegio de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad de San Francisco de Quito y co-vicepresidenta para neotrópicos y países andinos del Grupo de Especialistas de Primates de la UICN.
En Ecuador, son 22 las especies de primates reconocidas por la ciencia y todas están incluidas en la lista roja de la UICN, explica De la Torre. “En el país no tenemos ninguna especie catalogada como preocupación menor. El 50% figura como Vulnerable, En Peligro y En Peligro Crítico. Las otras como Casi Amenazada o con Datos Insuficientes”, agrega la investigadora.
De la Torre comenta que una de las especies con las que ha trabajado durante muchos años ha sido el mono leoncillo (Cebuella pygmaea), los más chiquitos del mundo y que se encuentran en situación crítica. “Es una de las pocas especies de la que tenemos información, y aunque no sabemos qué los mata, creemos que hay patógenos que los diezma. Incluso hay poblaciones que han desaparecido, además que son capturados como mascotas”.
Actualmente investiga dos especies que figuran como críticamente amenazadas: el mono capuchino ecuatorial (Cebus aequatorialis) y el mono aullador (Alouatta), ambas en la costa ecuatoriana. Pero también existen especies en la Amazonía que se encuentran en peligro porque necesitan grandes extensiones de bosques que se pierden por la deforestación.
La investigadora menciona que las especies de la costa sobreviven en parches muy pequeños, mientras que en Esmeralda la palma africana y la tala industrial está acabando con los pocos bosques que quedan.
Los problemas en Ecuador son los mismos que en el resto de Latinoamérica: destrucción del hábitat, sobreexplotación, cacería ilegal y las enfermedades causadas por algunos virus. De la Torre recuerda el caso en que una epidemia de fiebre amarilla en la década de 1940 redujo significativamente la cantidad de primates en la costa de Ecuador. Ahora la presencia del coronavirus también preocupa a la experta.
“Existen estudios de que los monitos pueden infectarse con el virus, por tanto, tenemos protocolos tanto para el trabajo en los lugares donde permanecen en estado silvestre como en los centros de cautiverio. Tenemos ya la experiencia de otros virus como el herpes que mata a algunas especies de monos. Por ello, mientras más cerca estemos a las poblaciones de primates, mayor riesgo existe de que les transmitamos nuestras enfermedades”, concluye.
Imagen principal: La deforestación que reduce sus hábitat pone en riesgo la sobrevivencia de los primates en Latinoamérica. Foto: Robert Wallace / WCS, publicada en Mongabay Latam bajo licencia CC
Fuente: Mongabay Latam