Por Doly Leyton / J. Choque (RAI)
Hasta el 2020, el municipio de San Carlos pretende producir cacao en 500 hectáreas. Se apuesta también por la producción sostenible en el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) del Parque Nacional Amboró.
Durante la pasada Feria del Chocolate de San Carlos participaron unos 100 productores, entre locales e invitados. La producción de cacao de este municipio aún no se exporta pero según el alcalde, Marcos Añez, se envió una muestra a Francia y esta obtuvo buena aceptación. Desde 2016, la Alcaldía está trabajando en una planificación estratégica, que tiene entre sus objetivos llegar al año 2020 con 500 hectáreas de plantaciones de cacao nativo. “Actualmente hay 45 hectáreas en todo el municipio, 15 pertenecen a la Asociación de Productores de Cacao. El municipio, a través del vivero municipal les provee plantines de manera gratuita, tanto de la especie nativa como la híbrida”, detalló el Alcalde.
Pero la producción de este fruto es también una medida de protección para el Parque Nacional Amboró, que tiene entre sus áreas de influencia una porción del territorio del municipio de San Carlos. Las autoridades municipales y de la Gobernación de Santa Cruz pretenden impulsar la plantación de cacao en la zona del Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) donde están asentadas algunas comunidades que viven de la actividad agrícola.
Luis Alberto Alpire, Secretario de Desarrollo Productivo de la Gobernación de Santa Cruz, destaca que el cacao es un producto agroforestal que se impulsa para mejorar la economía de la población de las zonas productoras y también como una medida de protección del bosque. “Su crecimiento y desarrollo se genera con sombra, por eso se conjuga con el Parque Amboró, por eso promovemos que en el ANMI se difunda este cultivo porque así no se va a talar, más bien se va a forestar y eso queremos: tratar de incidir porque se está reforestando”, explicó la autoridad.
Para Alpire es importante producir en esa zona porque se debe de considerar que a la fecha este tesoro natural sólo cuenta con 10 guarda parques para toda su extensión. “A través de nuestros comunarios del pre parque se promueve la producción de cacao para que le genere ingresos económicos y no tenga la necesidad de talar árboles. La consigna es llegar a la industrialización y producir chocolate en la planta procesadora de frutas que tiene este municipio”, explicó.
Según el funcionario, la Gobernación apoya desde hace cinco años a los productores de cacao con asistencia técnica, capacitando en tema de abono y defensivos orgánicos, entre otros, y dotando de plantines. Durante la feria entregaron los últimos 1 500 plantines de un lote de 15 mil que fue dotado durante cuatro años y que producirán sus frutos en unos ocho años.
El director del Parque Amboró, Jorge Landívar Cabruja, ratificó que la producción del cacao en el ANMI es una actividad productiva compatible con los valores de conservación porque no es un cultivo anual, no es de corto plazo y el porte es arbustivo. Las plantas pueden durar más tiempo en el espacio por lo que pueden mantener los suelos retenidos y brindar protección contra la erosión, el viento y los impactos de las lluvias. También, pueden ayudar a la captura del dióxido de carbono y la liberación de oxígeno. Como también contribuye positivamente al ciclo hidrológico, produciendo la evapotranspiración para que se formen nubes que alimenten de humedad, a través de la lluvia, a esta zona.
“Me parece una alternativa compatible, sana, que es tradicional. Ojalá que se incentive más el porcentaje del cacao nativo, que no es lo mismo del mejorado que tienen mayor volumen, quizá mejor apariencia pero no son los mismos grados de cacao que es lo que requieren los mercados internos e internacionales”, mencionó.
El director del Amboró considera que además es necesario continuar incentivando las huertas en los pueblos como se hizo en San Carlos, Buena Vista, en San Ignacio de Velasco y municipios como Magdalena y Baure en la provincia Itenez que tienen una reconocida producción de cacao.
El funcionario afirmó que la dirección del área protegida apoyará esas iniciativas productivas sostenibles, que están establecidas en el marco de los convenios interinstitucionales que han firmado con el municipio de San Carlos y otros del área de influencia del Amboró.
Artesanas del Chocolate
Por Doly Leyton y Jenny Choque (RAI)
Las líneas de expresión bien marcadas en sus rostros delatan su avanzada edad. Pero cada año que pesa en sus espaldas, es un verdadero tesoro cargado de sabiduría y conocimientos que han adquirido de generaciones pasadas y que ahora transmiten a sus hijos, amigos y familiares. Para sus vecinos y autoridades son verdaderos íconos de la cultura san carleña (denominación del habitante de San Carlos), marcada por la producción del cacao nativo.
Sentadas en sus respectivos puestos de exposición, ubicados casi frente a frente, en la décima primera versión del Chocolate del municipio de San Carlos, que se realizó el primer fin de semana de abril, sus rostros se iluminaron de alegría cuando fueron convocadas a través de los amplificadores de sonido que retumbaban en todo el pueblo. Doña Olimpia Rojas y su vecina Chela Justiniano se llevaron el primer y segundo puesto en el concurso anual de producción de la pasta más grande de chocolate.
Al igual que este par, unas veinte mujeres san carleñas tienen en la trasformación artesanal del cacao a chocolate una fuente de ingresos para sus familias. Sus conocimientos son un verdadero tesoro de la cultura de este pueblo, ubicado a 140 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. En el municipio se encuentra también parte del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Amboró (PN-ANMI Amboró), uno de los parques más biodiversos de Bolivia, cuyos bosques húmedos según organizaciones ambientales, ayudan en un 74% a la recarga del acuífero subterráneo que abastece de agua a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Doña Graciela Lairana, una octogenaria conocida por todos en el pueblo como doña Chela comenta orgullosa que su familia se sostiene con la producción del chocolate. En un día puede preparar entre 50 a 60 unidades de pasta, de unos 100 gramos, que vende a 10 bolivianos cada una. El árbol de cacao que se alza en su patio familiar, donde comparte la vida con su esposo y su prole, le da la materia prima. Aunque, dependiendo de la demanda, también se abastece de otros productores locales.
El fruto del árbol del cacao puede pasar desapercibido. Para quien no conoce de dónde viene el chocolate le es casi imposible identificar la planta, pero en el municipio de San Carlos, donde se anhela rescatar el reconocimiento de “Capital del Chocolate”, como se conocía, estas plantas no son escasas, están en casi todos los patios de las casas del pueblo y el hogar de Doña Chela no es la excepción. Ella dice que en la época del fruto, entre enero hasta mayo, su árbol, aunque un poco viejo, le da suficiente cacao para su producción habitual. “Algunos años se pone floja la planta y ahí no produce mucho”, comenta risueña achacando esos casos a las temporadas de sequía.
El proceso de producción de la pasta que aplica doña Chela es añejo pero demuestra un complejo procedimiento transmitido de generación en generación. No es casualidad que en el Museo Arqueológico de San Carlos, uno de los espacios esté destinado al cacao. Este conocimiento heredado se demuestra desde la identificación correcta del fruto a utilizar, y también el cuándo y cómo se debe colectar del árbol para que no reviente en el suelo. Desde el golpe certero con el machete para extraer la pulpa y el apretuje con la mano grano a grano para seleccionar los mejores, que luego son macerados en un bote bajo la sombra por dos a tres días, donde de acuerdo a ¨ojo de buen cubero¨, ella decide cuándo es el momento oportuno para detener la maceración. Ella sigue luego un riguroso proceso de secado que se realiza en su mismo patio, bajo el sol, sobre una lona plástica para que después de un par de días de buen clima pueda molerlos en el tacú. Golpe a golpe, poco a poco se obtiene una pasta que divide en porciones para dejarlas secar en un lugar fresco.
Al final, el producto tiene un aroma penetrante e inconfundible a cacao puro, con el cual se prepara chocolate en olla para deleite de propios y extraños, con el mismo sabor que se disfrutó en tiempos prehispánicos. En San Carlos el panorama es esperanzador porque el municipio en conjunto con diversas instituciones está trabajando para fortalecer la producción del cacao y también revalorizar el trabajo de las artesanas del chocolate en beneficio de las futuras generaciones y de la cultura de este pueblo. La directora de la unidad de Turismo del Gobierno Municipal, Dalia Ortiz, afirma que el municipio no sólo está trabajando en ampliar la producción del cacao como una estrategia económica para la población, sino que también tienen como fin mantener su historia y cultura.
“San Carlos tiene una historia productora de cacao, y en la parte cultural el interés de este municipio es rescatar la Ley que nos declara como Capital del Chocolate y rescatar la presencia y el perfil de la mujer como artesana de la pasta tradicional del chocolate. Estas mujeres hacen uso del cacao nativo, el cacao silvestre que es muy valorado en la producción de la pasta. Este producto que es muy apreciado comercialmente, nace en estas tierras. Contamos con unas 20 artesanas del cacao, entre las reconocidas e íconos están doña Graciela Lairana y doña Olimpia Rojas”.
Es de esa manera, como una taza de ¨chocolate en olla¨ de la planta del patio de doña Chela esconde también el potencial de ser una dulce ayuda para la protección del Parque Amboró, que es parte de nuestra amazonia boliviana.
Foto de portada: Gobierno Autónomo Municipal de San Carlos