Por Cristiane Prizibisczki / O eco
Gérard Moss, explorador, piloto, escritor y ambientalista, murió el miércoles pasado (16). Tenía 66 años y falleció a consecuencia de complicaciones provocadas por el mal de Parkinson, enfermedad que venía enfrentando desde hacía varios años. Moss se hizo mundialmente conocido por dar dos vueltas al mundo en avionetas, pero su legado va mucho más allá de la aviación. El explorador dedicó gran parte de su vida a la preservación del medio ambiente, habiendo participado en importantes proyectos, como el que llevó al descubrimiento de los “ríos voladores” del Amazonas.
Nacido en Inglaterra en 1955 y criado en Suiza, Moss adquirió la nacionalidad brasileña después de elegir hacer de Brasil su residencia principal. Llegó al país en la década de 1980 y quedó encantado con Río de Janeiro, donde vivió hasta 2006, cuando se mudó al Medio Oeste, para estar más cerca de la Amazonía.
Estuvo casado con la fotógrafa keniana Margi Moss, con quien compartió innumerables aventuras y expediciones a lo largo de 40 años de matrimonio.
Su primera gran expedición fue entre 1989 y 1992, cuando completó su primera vuelta al mundo junto a Margi. La segunda vuelta al mundo se realizó en 2001.
En 2003, Gérard Moss inició un proyecto para analizar las aguas de las cuencas hidrográficas brasileñas denominado “Brasil das Águas” (2003-2005). Este proyecto se desdobló en otros dos: “Sete Rios” y “Rios Voadores”.
“Sete Rios” comenzó en 2006. Durante dos años, Moss, su esposa y otros investigadores realizaron expediciones en bote a lo largo de siete grandes ríos brasileños, recolectando muestras de agua, identificando riesgos y amenazas y, sobre todo, trabajando con las poblaciones ribereñas en la conciencia de la preservación.
El proyecto “Río Voadores” se llevó a cabo entre 2007 y 2013. Junto a importantes investigadores brasileños, como José Marengo y Antonio Donato Nobre, Moss trabajó incansablemente para avanzar en el conocimiento sobre el origen del vapor de agua transportado por las masas de aire provenientes de la Amazonía, además de cuantificar el papel de la evapotranspiración de los bosques tropicales en el régimen de lluvias de las regiones más australes. Para ello, durante el proyecto, Moss realizó numerosos vuelos, a diferentes altitudes, recogiendo muestras.
En ((o))eco, el científico José Marengo cuenta cómo comenzó esta asociación:
“Recuerdo que cuando lo conocí, él había hecho ese programa Brasil das Águas, financiado por Petrobras, y quedé muy impresionado con su trabajo en el muestreo de todos los ríos. Y entonces, a través del profesor Salati y otros colegas del CENA [Centro de Energía Nuclear en la Agricultura -ESALQ/USP], surgió la idea de hacer lo que él hacía, pero con agua atmosférica. Él era piloto, entonces entendía de meteorología, vientos, pero no entendía cosas técnicas, como la humedad atmosférica, el vapor de agua, el reciclaje, entonces empezamos a hablar y le expliqué lo que significa el transporte de la humedad del Atlántico, que cruza el Amazonía, reciclando el bosque […]. Luego, después de insistir y explicar, salió así, como rápido: “es como un río que vuela, tienes mucha agua, una corriente de agua en la atmósfera, Sé que no ves esta agua, porque es vapor, gas, pero si la conviertes en agua, será como un río’. Le gustó el nombre, adoptó el nombre y creó el proyecto “Ríos Voadores”, dice.
Para Marengo, el legado que dejó Moss para la Ciencia es innegable.
“Realmente fue una persona que, a pesar de no ser científico, fue uno de los que realmente popularizó términos como el reciclaje, los ríos voladores en el Amazonas… Creo que su legado, el profesor Salati, nunca se olvidará, y estas son cosas que yo y muchos otros científicos mayores y jóvenes lo están usando comúnmente”, dice.
Margi Moss también rindió homenaje a su marido , en el que destacó su espíritu libre y aventurero.
“Una vida muy bien vivida. El mundo a tus pies fue bien visitado, el cielo para ti fue siempre infinito. La lucha a favor del medio ambiente fue ardua y continua. Fue muy, muy privilegiado compartir todo esto contigo durante unos 40 años. Nos dejaste prematuramente, después de una batalla librada con determinación y garra, como era norma en todo lo que hacías. Dejaste un enorme vacío que nunca podremos llenar. Tu lugar en mi corazón es eterno. Ve en paz, mi amor, en las alas del viento.”
Imagen principal: Gerard Moss en 2012. Foto: Evaristo Sá/AFP.
Fuente: O eco